lunes, 31 de enero de 2011

La “Prudencia” en Josef Pieper

La “Prudencia” en Josef Pieper
Estudio Comunitario con Mesa de Libros, Documentos y Autores


Estimados:

Los invitamos a participar del primer Studium –Estudio Comunitario– del Centro Pieper, a realizarse el próximo martes 1 de Febrero a partir de las 18.30 hs. en el Centro Educativo FASTA, sito en Gascón 3145, de nuestra ciudad de Mar del Plata.

El tema que convoca en esta oportunidad es “La virtud de la Prudencia según Josef Pieper”, iniciando así el Estudio Comunitario con Mesa de Libros, Documentos y Autores que coordina el Centro Pieper bajo el lema: “Pasión por la verdad”.

viernes, 28 de enero de 2011

Prudencia - Josef Pieper

Prudencia
Josef Pieper


«Si tu ojo es sencillo, tu cuerpo entero se inundará de luz» (Mt 6, 22)


I. La primera de las Virtudes Cardinales


La prudencia, «madre» de las virtudes morales

De entre los diferentes principios que informan la doctrina clásico-cristiana de la vida, ninguno producirá tan viva extrañeza al hombre de nuestros días, sin excluir al cristiano, como éste que enunciamos a continuación: que la virtud de la prudencia es la «madre» y el fundamento de las restantes virtudes cardinales: justicia, fortaleza y templanza; que, en consecuencia, sólo aquel que es prudente puede ser, por añadidura, justo, fuerte y templado; y que, si el hombre bueno es tal, lo es merced a su prudencia.

La extrañeza nos sobrecogería más hondamente aún si percibiéramos el grave rigor con que ese principio está mentado. Pero la rutina nos ha ido habituando a no ver más que una alegoría en cualquier especie de orden jerárquico de magnitudes espirituales y morales, máxime si se trata de virtudes; en cualquier caso, algo que en el fondo es inútil. Poco nos importa saber cuál de las cuatro virtudes cardinales haya de ser la que resulte merecedora del «primer premio» en este certamen de jerarquía que los teólogos «escolásticos» tuvieron a bien organizar.

Pero es el caso que en la citada primacía de la prudencia sobre las restantes virtudes descansa nada más y nada menos que la integridad de orden y estructura de la imagen cristiano-occidental del hombre. El principio de la primacía de la prudencia refleja, mejor quizá que ningún otro postulado ético, la armazón interna de la metafísica cristiano-occidental, globalmente considerada; a saber: que el ser es antes que la verdad y la verdad antes que el bien. Y, por si esto fuera poco, en él se nos devuelve, como en un bruñido espejo, un postrer destello del misterio que guarda el puesto más central de la teología cristiana: el que nos dice que el Padre es el origen creador del Verbo Eterno, y que el Espíritu Santo procede del Padre y del Verbo.

miércoles, 26 de enero de 2011

Studium 2011 sobre “Las Virtudes Fundamentales” de Josef Pieper - Centro Pieper

Studium 2011 sobre
“Las Virtudes Fundamentales” de Josef Pieper
Centro Pieper


Estudio Comunitario con Mesa de Libros, Documentos y Autores


Estos encuentros, dedicados a estudiar el libro de Josef Pieper "Las Virtudes Fundamentales", se realizan el primer Martes de cada mes, a las 18.30 hs. desde Febrero a Julio del 2011. El lugar de reunión es el Centro Educativo FASTA, Gascón 3145, de la ciudad de Mar del Plata.


Texto Libro: “Las Virtudes Fundamentales” de Josef Pieper


Programa

1.- “Prudencia” (1 de Febrero)
2.- “Justicia” (1 de Marzo)
3.- “Fortaleza” (5 de Abril)
4.- “Templanza” (3 de Mayo)
5.- “Fe” y “Esperanza” (7 de Junio)
6.- “Caridad” (5 de Julio)

sábado, 22 de enero de 2011

Las Virtudes Fundamentales: Introducción - Josef Pieper

Las Virtudes Fundamentales: Introducción
Josef Pieper


A continuación reproducimos la introducción al libro “Las Virtudes Fundamentales” de Josef Pieper


Introducción
La Imagen Cristiana del Hombre


La imagen del hombre en general

La segunda parte de la Summa theologica del Doctor Común de la Iglesia, que se refiere a la Teología moral, comienza con esta frase: «Puesto que el hombre fue creado a semejanza de Dios, después de tratar de El, modelo originario, nos queda por hablar de su imagen, el hombre». Sucede con esta frase lo que con tantas otras de Santo Tomás: la evidencia con que la expresa, sin darle gran relieve, oculta fácilmente el hecho de que su contenido no es de ningún modo evidente. Esta primera proposición de la Teología moral refleja un hecho del que los cristianos de hoy casi han perdido la conciencia: que la moral es, sobre todo y ante todo, doctrina sobre el hombre; que tiene que hacer resaltar la idea del hombre y que, por tanto, la moral cristiana tiene que tratar de la imagen verdadera del mismo hombre. Esta realidad era algo muy natural para la cristiandad de la Alta Edad Media. De esta concepción básica, cuya evidencia ya se había puesto en duda, como indica su formulación polémica, nació, dos siglos después de Santo Tomás de Aquino, la frase de Eckhart: “Las personas no deben pensar tanto lo que han de hacer como lo que deben ser”. Sin embargo, la moral, y sobre todo su enseñanza, perdieron después, en gran parte, estas perspectivas por causas difíciles de comprender y aquilatar, hasta tal punto que incluso aquellos textos de Teología moral que pretendían estar expresamente escritos según el espíritu de Santo Tomás diferían de él en este punto capital. Esto explica algunas causas del porqué al cristiano medio de hoy apenas se le ocurre pensar que en moral pueda conocerse algo sobre el verdadero ser del hombre, sobre la idea del hombre. Al contrario, asociamos el concepto de moral la idea de una doctrina del hacer y, sobre todo, del no-hacer, del poder y no-poder, de lo mandado y lo prohibido. La primera doctrina teológico-moral del Doctor Común es ésta: «La moral trata de la idea verdadera del hombre». Naturalmente que también ha de tratar del hacer, de obligaciones, mandamientos y pecados; pero su objeto primordial, en que se basa todo lo demás, es el verdadero ser del hombre, la idea del hombre bueno.


La Imagen Cristiana del Hombre y la Moral en Santo Tomás de Aquino

La respuesta a la cuestión de la imagen auténtica del hombre cristiano puede concretarse en una frase; más aún: en una palabra: Cristo. El cristiano debe ser «otro Cristo»; debe ser perfecto como lo es el Padre; pero este concepto de perfección cristiana es infinitamente amplio, y por eso mismo es difícil de aclarar: requiere, por tanto, la concreción y exige una interpretación. Sin tal interpretación, que se apoye en la esencia empírica del hombre y en la realidad, estaría expuesto continuamente al abuso y al error por una sobresaturación contraria a su esencia. No es posible pasar, sin más ni más, de la situación concretísima del hacer al último y más alto ideal de la perfección. Precisamente a estas palabras de la Escritura: «Sed perfectos como vuestro Padre que está en los Cielos», a esta formulación de la imagen ideal del cristiano ha preferido el cuarto Concilio de Letrán su célebre tesis de la analogia entis: «Inter Creatorem et creaturam non potest tanta similitudo notari, quin inter eos maior sit dissimilitudo notanda». (No se puede señalar entre Creador y criatura una semejanza tan grande, que impida observar entre ellos una desemejanza mucho mayor). Esta frase se opone a la idea de un «endiosamiento» demasiado inmediato del hombre. El hombre, así como el perfecto cristiano, permanece criatura, esto es, ser finito aun en la vida eterna. Existe, ciertamente, más de una posibilidad legítima de interpretar esta idea verdadera del cristiano no sólo histórica, sino también teóricamente. Así existirá una forma occidental y otra oriental de interpretar esta idea cristiana del hombre. Santo Tomás de Aquino, el gran maestro de la cristiandad occidental, expreso la idea cristiana del hombre en siete tesis que cabe formular de la siguiente forma:

Primero. El cristiano es un hombre que, por la fe, llega al conocimiento de la realidad del Dios uno y trino.

Segundo. El cristiano anhela —en la esperanza— la plenitud definitiva de su ser en la vida eterna.

Tercero. El cristiano se orienta —en la virtud teologal de la caridad—hacia Dios y su prójimo con una aceptación que sobrepasa toda fuerza de amor natural.

Cuarto. El cristiano es prudente, es decir, no deja enturbiar su visión de la realidad por el sí o el no de la voluntad, sino que hace depender el sí o el no de ésta de la verdad de las cosas.

Quinto. El cristiano es justo, es decir, puede vivir en la verdad con el prójimo; se sabe miembro entre miembros en la Iglesia, en el Pueblo y en toda Comunidad.

Sexto. El cristiano es fuerte, es decir, está dispuesto a sacrificarse y, si es preciso, aceptar la muerte por la implantación de la justicia.

Séptimo. El cristiano es comedido, es decir, no permite que su ambición y afán de placer llegue a obrar desordenadamente y antinaturalmente.

martes, 18 de enero de 2011

«Experiencia» - Josef Pieper

«Experiencia»
Josef Pieper


La frase relativamente agresiva (y de seguro formulada con esa intención) «no hay otro camino que el de la experiencia para conocer íntimamente las cosas» puede entenderse en un sentido por completo aceptable. En todo caso, no tiene objeto ni merece la pena obstinarse en defender el carácter «filosófico» de las múltiples formas ensayísticas o sistematizadoras de un pensamiento meramente especulativo-constructivo.

Por otra parte, es un error mucho más frecuente de lo que se cree el considerar esa frase acerca de la experiencia como frase experimental, o sea nacida a su vez de la experiencia. Esto aparece claro en seguida, si no a primera vista. Quien la sostiene como verdad admite por ello mismo que nuestras convicciones básicas se apoyan necesariamente -y con entera legitimidad- en algo más que la experiencia, aunque también, por supuesto, en esta última.

¿Qué significa «experiencia»? Me atrevo a sugerir la siguiente respuesta provisional: Experiencia es conocimiento en razón de un contacto directo con la realidad. Este contacto se da -casi nadie lo pone ya en duda- no sólo (aunque sí principalmente) en la percepción sensorial, donde, como se dice en el primer párrafo de la Crítica de la razón pura, los objetos realmente «tocan nuestros sentidos». En efecto, «experimentamos» algo no sólo cuando nuestra mano palpa lo tangible o nuestros ojos ven lo manifiesto. Todo el hombre corporal es el reflector infinitamente diferenciado y sensible de ese contacto con la realidad y, como tal, un único órgano de posible experiencia.

Entrada destacada

«¡Nada más que Tú, Señor!» (Non nisi Te, Domine) - Legado de Santo Tomás de Aquino, a 750 años de su muerte - XVIII Curso Anual 2024 del Centro Pieper

«¡Nada más que Tú, Señor!» (Non nisi Te, Domine) Legado de Santo Tomás de Aquino, a 750 años de su muerte Centro Pieper XVIII Curso Anual 20...