lunes, 27 de enero de 2014

El Psicoanálisis de Freud y Lacan y sus Raíces Filosóficas [Audio] - Zelmira Seligmann

El Psicoanálisis de Freud y Lacan y sus Raíces Filosóficas
[Audio] 
Dra. Zelmira Seligmann


Audio de la Conferencia “El Psicoanálisis de Freud y Lacan y sus Raíces Filosóficas” dictada por la Dra. Zelmira Seligmann el Sábado 15 de Mayo del 2010, en el Multiespacio Cultural EL CAMINO de Mar del Plata, Argentina. 

Esta Conferencia, organizada por nuestro Centro Pieper (ver: http://centropieper.blogspot.com.ar/2010/05/el-psicoanalisis-de-freud-y-lacan-y-sus.html), fue parte del Curso sobre Historia del Pensamiento Contemporáneo que dictamos en el año 2010 (ver: http://centropieper.blogspot.com.ar/2010/03/pensamiento-contemporaneo-adelanto-del.html).

Zelmira Seligmann es Licenciada en Filosofía y Doctora en Filosofía por el Ateneo Pontificio “Regina Apostolorum” de Roma, Italia.

Es Licenciada en Psicología y Profesora de Psicología y Pedagogía por la Pontificia Universidad Católica Argentina "Santa Maria de los Buenos Aires" (UCA).

miércoles, 15 de enero de 2014

Educación, Tradición y Libertad. Una reflexión en torno al film “La Sociedad de los Poetas Muertos” - Fernando Romero Moreno

Educación, Tradición y Libertad
Una reflexión en torno al film “La Sociedad de los Poetas Muertos”
Fernando Romero Moreno [1]


Introducción


“Lo que en psicología no es tan antiguo como el mundo es falso”
Leonardo Castellani


Han pasado más de veinte años desde el estreno de la consagrada película de Peter Weir. Mucho es lo que se ha polemizado en torno a la misma. Dejando de lado su indudable valor artístico –de un “estilo profundo y preciosista (...) que ya parecía definitivamente enterrado” al decir del crítico de cine Juan Jesús de Cozar [2]–, nos interesa centrarnos aquí en los problemas psicológicos y morales que plantea, de hondas consecuencias en el mundo de la educación. 

La trama del film se desarrolla en un colegio norteamericano presentado como estética y éticamente “tradicional”, al cual concurren adolescentes varones de clase media alta. La historia transcurre a fines de los años 50 y ha sido sintetizada de la siguiente manera por De Cozar: “Estamos en 1959 en la Academia Welton, una estricta y prestigiosa escuela privada situada en Vermont (Nueva Inglaterra, USA). A ella se incorpora John Keating –antiguo alumno de la Academia– como profesor de Literatura en el curso de preparación para la Universidad. ‘Tradición, honor, disciplina, grandeza’ son los 4 pilares de la educación que se imparte en este colegio de élite. Pero Keating está dispuesto a romper, con sus peculiares métodos pedagógicos, estos principios: quiere inculcar en sus alumnos el amor por la libertad y la búsqueda de la belleza como principales linderos del camino que conduce a la realización del ser humano” [3]. 

Los temas principales son, al decir de Irene Martínez Zarandona, el “lenguaje poético, el romanticismo, la búsqueda de la identidad” y la “canalización de las posibilidades vocacionales” en el marco del “despertar adolescente”, a lo cual hay que sumar el cuestionamiento de las “prácticas rígidas y memorísticas de las escuelas tradicionales” [4]. 

miércoles, 1 de enero de 2014

Hacia la Santidad de la Inteligencia - P. Pie-Raymond Régamey

Hacia la Santidad de la Inteligencia
P. Pie-Raymond Régamey, OP


Pie-Raymond Régamey (1900-1996) fue un reconocido sacerdote dominico y un historiador del arte. Nacido en una familia protestante, se convirtió al catolicismo en 1926.


Integrar la actividad intelectual a la vida es algo que no se hace solo. 

Nos imaginamos de buen grado que nos basta elegir los estudios a los cuales nos parece conveniente dedicarnos y ordenar el tiempo que debemos consagrarles: durante ese tiempo se tratará solamente de una técnica intelectual, de un arte de conducir nuestras facultades de conocimiento y no de una virtud moral. La virtud se nos presenta entonces como algo exterior al estudio. Ella es “prudencia”. Es decir, que para este estudio debemos utilizar sabiamente el tiempo de que disponemos y nuestras demás posibilidades, según nuestras vocaciones, en nuestras situaciones concretas. ¿Qué más queremos? Santo Tomás nos sorprende cuando coloca una virtud moral presidiendo el estudio [1].

Nuestro asombro crece al constatar que él considera a esta virtud como una forma de templanza: no solamente desea que demos una sabia medida a nuestras tendencias espontáneas en los actos de conocimiento, piensa además que en éstos el acento debe colocarse sobre un freno. Pero, si la moral o la espiritualidad (es todo uno) tiene algo que ver en ellos, ¿no es más bien en un sentido opuesto? Sabemos muy bien cómo debemos sacudir nuestra pereza, estimularnos a fin de afrontar las dificultades, renovar sin cesar nuestro esfuerzo de atención, vencer las tentaciones de facilidad: la de registrar simplemente las nociones y la del funcionamiento rutinario de nuestra razón; es difícil aplicarnos y hacerlo para penetrar realmente lo que está en causa. Dicho de otra manera, si hay una virtud del estudio en sí mismo, parece que tendría que ser una especie de coraje. Ahora bien, no contento con querer que efectivamente haya una, santo Tomás hace de ella precisamente un freno de la curiosidad. ¿No es extraño? Desde el momento que uno permanece sabiamente en los límites que corresponden al estudio, ¿puede equivocarse al querer conocer cada vez más? Todos los grandes espíritus estimulan nuestro espíritu. San Agustín nos grita: Intellectum valde ama, “Desea mucho comprender”, y: “Busca como quien debe encontrar; encuentra como quien debe buscar todavía”. El mismo santo Tomás murió antes de los cincuenta años agotado por el exceso de trabajo. 

Todo se aclarará si comprendemos radicalmente la malicia de la curiosidad. Entonces veremos cuánta moderación hace falta para integrar el estudio a la vida y que es esa misma moderación la que debe presidir este estudio.

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