domingo, 2 de octubre de 2016

Comentario del Libro del Profeta Isaías - Prólogo y Collationes [Incluye Video] - Santo Tomás de Aquino

Comentario del Libro del Profeta Isaías
Prólogo y Collationes [Incluye Video]
Santo Tomás de Aquino


Texto leído en el Curso de “Introducción a la Vida y Obra de Santo Tomás de Aquino” dictado por el Dr. Mario Caponnetto en el “Curso Tomista 2016” del Centro Pieper de Mar del Plata. Es parte del “Documento de Trabajo” de la Segunda Clase.


Prólogo 

Escribe la visión y exponla sobre unas tablas, para que quien leyere lo haga de corrido; porque es todavía una visión lejana y aparecerá en el final. Habacuc II, 2, 3.


De estas palabras, tres cosas pueden deducirse acerca del Libro del Profeta Isaías, que tenemos entre manos, a saber, el autor, el modo y la materia.

Respecto del Autor, a su vez, se han de establecer tres cosas: el Autor mismo, el Ministro del Autor y el Oficio del Ministro o su don.

El Autor se muestra en la orden que es dada al que habla; y es por eso que antes dice (Habacuc II, 2): Me respondió el Señor y dijo: escribe la visión, etc. En efecto, el Autor de la Sagrada Escritura es el Espíritu Santo. También, más abajo, Isaías XLVIII, 15: Ahora, el Señor me envió; y en Pedro II, I, 21: pues ninguna profecía ha venido por voluntad humana, etc.; el Espíritu, en efecto, habla los misterios, como se dice en Corintios I, XIV, 2

El Ministro se muestra en el acto del que escribe pues dice: escribe. La lengua del profeta fue órgano del Espíritu Santo, como dice el Salmo 44, 2: Mi lengua es como ágil pluma de escribano; y en Corintios I, III, 4, 5: Pero, ¿quién es Apolo, quién Pablo? Ministros suyos a quienes creísteis.

El Oficio del Ministro se muestra en el privilegio de la visión: dice, en efecto, la visión. Pues el que hoy es llamado Profeta, antiguamente se llamaba vidente, como se dice en Samuel I, IX, 9; y en Números XII, 6: Si hubiere entre vosotros un profeta del Señor, me apareceré a él en visión o le hablaré en sueños. El Autor, por tanto, resulta evidente.

Pero el Modo se muestra en lo que sigue, y exponla sobre unas tablillas. En efecto, el modo de esta profecía es claro y abierto. Por eso se dice en el Prólogo [Nota del Centro Pieper: Se refiere al Prólogo de San Jerónimo que precede a la versión latina de la Vulgata]: no parece vaticinar acerca de cosas futuras sino más bien contar la historia de cosas pasadas.

Ahora bien, en lo que hace al modo, tres cosas se consideran: la exposición de la visión, la razón de la exposición y el provecho consiguiente.

Lo primero, la exposición de la visión, se muestra en lo que dice: exponla (la visión). Ahora bien, lo visto, o la visión, es expuesto por el Profeta de un triple modo. En primer lugar, por medio de adecuadas metáforas; en segundo término, por la expresión del discurso, tercero, por la belleza de las palabras; y en estas tres cosas este Profeta sobresale por sobre los otros.

Emplea, en efecto, bellas y cuidadas metáforas las que, ciertamente, nos son necesarias en virtud de la connaturalidad del sentido respecto de la razón, pues es natural a nuestra razón conocer a partir de las realidades sensibles por lo que percibe con más agudeza las cosas cuyas imágenes ve por el sentido. Por eso Dionisio, en su segunda Carta a Tito, demuestra que las figuras sensibles son necesarias en las Sagradas Escrituras: cuando quienquiera oye palabras claras, recompone en sí mismo una cierta figura que lo conduce de la mano a la inteligencia de la teología. Oseas XII, 10: me hice conocer por manos de los profetas

Sobresale, también, Isaías, en la expresión del discurso, de modo que no parece anunciar una profecía sino componer un Evangelio, como se dice en el Prólogo de San Jerónimo. Por eso, dice de sí mismo, más abajo, Isaías XL, 9: no temas, levanta tu voz, di a las ciudades de Judea: he aquí vuestro Dios

También sobresale por la belleza de las palabras como noble varón de distinguida elocuencia, según se dice en el Prólogo y en Proverbios XV, 2: la lengua del sabio adorna la ciencia

A continuación trata de la razón de esta exposición cuando dice: sobre unas tablillas. Existen, en efecto, las tablas de la ley, las tablas del corazón de piedra y las tablas del corazón de carne. II Corintios III, 3: Sois una carta de Cristo, escrita por nuestro ministerio [...] escrita no en tablas de piedra sino en tablas de un corazón de carne.

Las primeras tablas de la Ley fueron escritas por el dedo de Dios, como se dice en Éxodo XXI, 18, y por eso la Escritura es profunda y obscura y está llena de muchos misterios. Por esto fue necesario que se escribiesen junto a esas tablas, por el dedo del hombre, una profecía clara para explicarlas; se lee más abajo, en Isaías VIII, 1: toma por ti mismo un libro grande y escribe en él con estilo de hombre.

Pero de las segundas tablas, esto es, de las tablas del corazón de piedra, fue necesario escribir claramente a fin de confutar los errores. Mateo XV, 7, 8: bien profetizó de vosotros Isaías diciendo: este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí

De las terceras tablas, a saber, las de corazones carnales, fue necesario escribir claramente a fin de instruir. Nehemías 8, 8: señalad en el Libro de la Ley de Dios distinta y abiertamente para entender; y prosigue: y entendieron cuando leyeron.

El provecho de la exposición se muestra en esto que sigue: para que quien leyere lo haga de corrido. Leer de corrido, en efecto, es llegar hasta el final rápidamente, recorriendo lo escrito. Ahora bien, el final es triple, a saber, el final de la ley, el final de los mandamientos y el final de la vida.

El final de la ley es Cristo para la justificación de todo creyente, según se dice en Romanos X, 4. El final de los mandamientos es la caridad, como leemos en I Timoteo, I, 5. El final de la vida es la muerte. Mateo XXIV, 13: el que perseverare hasta el fin se salvará. Por eso dice: que quien leyere lo haga de corrido; como si dijese que quien leyere, sin impedimento de duda, de corrido, creyendo en Cristo, creyendo ame y en el amor persevere.

La Materia del libro viene tratada en lo que sigue: porque es todavía una visión lejana. La materia de este libro es principalmente la aparición del Hijo de Dios por eso se lee en la Iglesia en el tiempo de Adviento.

Pero la aparición del Hijo de Dios es triple. La primera, en la carne, hecho hombre. Tito III, 4: aparecieron la benignidad y la humanidad de nuestro Dios salvador. La segunda, en la fe por la que el mundo creyó en Él. Tito II, 11, 12: apareció la gracia de nuestro Dios Salvador que nos instruye. La tercera, por la que aparecerá en la visión por la glorificación. I Juan III, 2: sabemos que cuando aparezca seremos semejantes a Él.

Estas apariciones son, pues, la materia de este libro. Por eso se dice en el Prólogo que toda su preocupación es el advenimiento de Cristo y el llamado de las naciones. Pero Cristo, que posteriormente se manifestó con certeza, en los tiempos del Profeta permanecía aún lejano. Lejano, en efecto, por Excelso en la igualdad de la majestad. Job XXXVI, 25, 26: cada uno lo mira desde lejos; he aquí el Dios grande que vence nuestra ciencia. Lejano, también, por escondido en el Designio eterno del Padre. Efesios III, 9: se ha dispensado el misterio escondido por los siglos en Dios. Lejano, además, por demorado en la espera de los Padres. Hebreos XI, 13: todos estos murieron en la fe sin haber alcanzado las promesas sino viéndolas a lo lejos

Pero sabemos de modo cierto que lo que estaba lejos se hizo cercano porque lo Excelso se hizo ínfimo ya que el Verbo se hizo carne, Juan I, 14. Lo que estaba escondido se hizo manifiesto porque el Unigénito que está en el seno del Padre, Él mismo  lo ha contado (Juan I, 18). Lo que permanecía demorado comenzó ya a ser poseído por los santos en la gloria. Mateo XXV, 34: venid benditos de mi Padre, recibid el reino que os estaba preparado desde el origen del mundo

Por tanto, es como si el Profeta pudiera decir: lo que todavía se ve a lo lejos aparecerá en el final. Pues, en efecto, hubo una primera aparición al final de la ley porque, como se lee en Gálatas IV, 4: cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios su Hijo nacido de mujer, nacido bajo la ley. La segunda aparición tuvo lugar al final de la idolatría. Isaías XIX, 1: he aquí que el Señor asciende sobre una nube ligera y entra en Egipto, y los ídolos de Egipto se tambalean ante su presencia. Mas la tercera aparición será en el final de toda miseria cuando Dios enjugue los ojos de los santos y no habrá más luto, ni fatigas, ni dolor alguno pues todo lo viejo habrá pasado, Apocalipsis XXI, 4

Y estas son las realidades últimas de las que se dice en Eclesiástico XLVIII, 27, 28, respecto de Isaías: con un gran espíritu vio todo lo postrero y consoló a los afligidos de Sion hasta la eternidad; y mostró el porvenir y las cosas escondidas antes de que sucedieran.


Collationes 

Capítulo XLVI, Versículo 1:
Bel se desploma, Nebó se derrumba, sus ídolos van sobre animales y bestias de carga, llevados como fardos sobre un animal desfallecido.

El pecado agobia:

a) por la preocupación en pensar el mal; Proverbios 4, 16: no duermen si no obran el mal, se les quita el sueño si no han hecho caer a alguno.

b) por el trabajo en realizarlo; Sabiduría 5, 7: estamos fatigados de andar por caminos de iniquidad.

c) por la confusión al repensarlo; Romanos 6, 21: ¿Qué frutos cosechasteis entonces de aquellas cosas que al presente os avergüenzan? 

d) por la frustración de la esperanza; Proverbios 10, 28: La espera de los justos es alegría, la esperanza de los malos fracasará.


Capítulo XLVI, Versículo 8:
Recordad esto, volved prevaricadores al corazón.

Volved al corazón:

a) como al solio del juicio para examinarte; Salmo 76, 7: de noche lo pienso en mis adentros y meditándolo me pregunto

b) como al principio de la vida, para que la custodies; Proverbios 4, 23: guarda tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida.

c) como al auditorio de la divina locución, para que atiendas diligentemente; Oseas, 2, 16: la llevaré al desierto y hablaré a su corazón.

d) como al tesoro de las palabras divinas; Salmo 118, 11: en mi corazón escondo tus consignas.

e) como al cenáculo de la divina paz y refección; Salmo 84, 9: Dios anuncia la paz a su pueblo.



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Comentario de Santo Tomás al Libro de Isaías y Collationes
Mario Caponnetto



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Para leer el Plan del Curso de "Introducción a la Vida y a la Obra de Santo Tomás de Aquino" que dicta el Dr. Mario Caponnetto en el Centro Pieper: 


Para seguir este Curso a distancia -vía internet-, escribir a:
cristianigle@hotmail.com







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