miércoles, 10 de junio de 2020

La “Mujer” del Protoevangelio (Génesis 3, 15) - P. Stefano Manelli

La “Mujer” del Protoevangelio
(Génesis 3, 15)
P. Stefano Manelli


Extracto tomado de su libro "Mariología Bíblica".


Yo pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia: ella (ipsa) te aplastará la cabeza” [1].

El dato histórico de este texto fundamental del Génesis nos presenta un grandioso drama que se resuelve en la alegría de una promesa de salvación.

En los albores de la humanidad nuestros progenitores, Adán y Eva, viven felices en el Paraíso Terrenal. Pero la mujer, Eva, resulta capturada por las insidias de la serpiente tentadora; cae en la culpa y arrastra consigo también al hombre, Adán.

El momento es terrible. Todo está comprometido. El género humano, en sus progenitores, se encuentra perdido para siempre, si es que no hubiera un Redentor capaz de restaurar al hombre en la amistad con Dios.

En este punto, en la oscuridad tenebrosa del estado de culpa, se abre un hilo de luz proyectado al futuro: interviene Dios y preanuncia precisamente una “mujer” que, con su simiente, estará en la lucha contra la serpiente a la cual le aplastará la cabeza.

Es por ello que el texto del Génesis ha sido justamente definido como “Protoevangelio”, es decir, el primero y más importante anuncio profético de la buena nueva de la salvación del género humano.

Para la exégesis filológica, el texto del Génesis 3, 15, presenta una cuestión crítica sobre la “Mujer”. Escribe al respecto el Padre Testa: “¿Es la Mujer (hî`, ella) o más bien su linaje (hû, él) la que pisará la serpiente? La lectura femenina de algunos códices de la antigua versión latina (ipsa) pasó inmediatamente a La Vulgata como lo atestiguan los mejores códices: G (Turonensis) A (Amiatinus)”. Según el Padre Testa, mas bien “tan antigua y respetable Tradición” debería “ceder el paso a aquella masculina atestiguada por el texto masorético, por el Samaritano, y aún por la versión siríaca. En efecto, incluso si la lección consonántica actual hw` puede ser relacionada tanto como hû` (él) como hî` (ella) del cual era una escritura arcaica, parece que debe prevalecerla forma masculina sea por la forma verbal de “aplastará” (yasúfeka, pues el femenino hubiera requerido tesúfeka), sea por el sufijo proniminal masculino (-ennû y no –énnâh) junto al verbo “acechará” (“lo -y no la- acechará el talón”)”.

Sin embargo, según la filología, es un dato tenido por cierto hoy, que la traducción del pronombre ipsa, elegido por San Jerónimo, debe aceptarse como bien legítima, puesto que “desde el punto de vista filológico –afirma D. Scaiola– la lectura en femenino es posible por cuanto en el Pentateuco tenemos muchos pronombres masculinos para leerse (q`re) como femeninos” [2]; y respecto a las tres redacciones del pronombre del Gén 3, 15 –en hebrero, en griego (masculino, los Setenta) y en latín (femenino: la Vulgata)– la versión al masculino (ipse) conlleva “un pasaje gramaticalmente violento del neutro al masculino” como escribe Vanni, destacando que “la variante ipse, testimoniada por los códices O, S, T es manifiestamente una adaptación a los LXX y por lo tanto es sobre todo una confirmación de la autenticidad de ipsa”, por lo cual no se puede ciertamente “calificar como arbitraria una interpretación directamente mariológica” de Gén 3, 15 [3].

Por otra parte, la seriedad y competencia de San Jerónimo no pueden más que garantizar el valor de su traducción al femenino (ipsa), ya que bien se sabe que para asegurar la más exacta traducción y la más fiel interpretación de la Sagrada Escritura, San Jerónimo, como  escribe el Padre L. Ferrari “subraya la importancia del conocimiento de las lenguas hebrea y aramea para comprender las Escrituras y la superioridad del texto original sobre la traducción griega de los Setenta”, y para confirmación de esta extrema seriedad científica, el mismo San Jerónimo “compró a los hebreos los mejores manuscritos hebraicos y los confrontó eligiendo –con el método de la crítica textual– las escrituras que le parecen más cercanas al original” [4].

Además, respecto a la traducción de San Jerónimo al femenino (ipsa) según el más reciente estudio exegético de Settimio Manelli [5], es necesario, y es justo, volver a retomar la versión femenina que ha precedido a los estudios bíblicos veterotestamentarios a partir de Filón y de Flavio Josefo, del primer siglo después de Cristo. Este retomar es valorado también por los textos luminosos del poeta Prudencio, del apologeta Tertuliano, de San Ambrosio y San Juan Crisóstomo [6] ya presentados en su momento, por Cornelio A. Lapide, el gran exégeta del siglo XVI, que ha escrito los Commentaria in Scripturam Sacram [7], resolviendo también el problema del verbo en masculino (yashuph: conteret) por fuerza de la frecuente enálage (cambio) de los géneros en hebreo: “el masculino es usado en el lugar del femenino y viceversa, especialmente si subsiste una causa cualquiera o cualquier misterio, como de hecho aquí subsiste […] Esta afirmación encuentra confirmación también en los gramáticos recientes” [8].

En coincidencia con estos argumentos a favor de la validez del ipsa –concluye consecuentemente Settimio Manelli– se considera la gran antigüedad de la Vulgata, precedente al mismo TM (texto masorético) y el uso hecho por la Iglesia por alrededor de 1600 años” [9].


La Bula Dogmática “Ineffabilis Deus”

En la bula dogmática “Ineffabilis Deus” sobre la Inmaculada Concepción de María, el Papa Pío IX ha explicado así el contenido de verdad revelada del Protoevangelio: “Los Padres y los Escritores de la Iglesia, conscientes de las palabras celestiales, han enseñado que con el divino oráculo «pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y la simiente de ella», fue clara y abiertamente preanunciado el misericordioso Redentor del género humano, es decir, el Hijito Unigénito de Dios, Jesucristo, y designada su Santísima Madre, la Virgen María, y a la vez netamente expresada la mismísima enemistad del uno y la otra contra el demonio. De modo que, como Cristo, mediador entre Dios y los hombres, destruyó, tomando la naturaleza humana, el decreto de condena existente contra nosotros, clavándolo triunfalmente en la cruz, así la Santísima Virgen, unida a Él en estrechísimo e indisoluble vínculo, fue, junto con Él, la eterna enemiga de la venenosa serpiente, alcanzó plenísimo triunfo y le aplastó la cabeza con su pie virginal” [10].

En fin, como sintetiza el Papa Pio IX, según la Tradición (Padres y Escritores de la Iglesia) [11] y según el explícito Magisterio pontificio [12], en las palabras del Protoevangelio “clara y abiertamente” está preanunciado el Redentor, está señalada María Virgen, la Madre del Redentor, y está expresada tanto su enemistad contra el demonio como su triunfo total contra la venenosa serpiente. Consecuentemente está afirmado con toda certeza el contenido “mariológico”, además que mesiánico, del Protoevangelio.





Notas: 

[1] La traducción del texto elegido por nosotros es la de la Vulgata latina, según San Jerónimo, con el pronombre femenino ipsa referido directamente a la mujer, recordando que según el Concilio de Trento, para las cuestiones de fe, el texto de la Vulgata debe valer como texto inspirado en las disputas teológicas y en las predicaciones (Decr. de editione et usu Sacrorum Librorum, t. V, p. 91; ver también la Encíclica del Papa Pío XII, Divino afflante Spiritu).

[2] D. Scaiola, Testi tradizionali rivisitati (Gn 3, 15; Is 7, 14), en Theotokos VIII [2000] 563, en la nota Scaiola cita, de hecho, a P. Joûon, Grammaire d´hébreu biblique, Roma 1947, &16f. 39c.

[3] U. Vanni, La Donna della Genesi (3, 15) e La Donna dellÁpocalisse (12, 1) nella “Redemptoris Mater”, en Marianum 50 [1988] 428-429 nt. 14.

[4] P. L. Ferrari, Due millenni di lettura cristiana della Biblia, en A.A. V.V., Guida alla lettura della Biblia. Aproccio interdisciplinare all`Antico e al Nuovo Testamento, Cinisello Bálsamo 1995, p. 150. Véase también el cuidadoso estudio de T. M. Sennot, The Woman of Genesis, Massachussets, 1984.

[5] Settimio Manelli, Gén. 3, 15 e l`Immacolata Corredentrice, en Immacolata Mediatrix 5 [2005] pp 17-66.

[6] Cf. Settimio Manelli, op. cit., pp 56-58.

[7] París, 1848.

[8] Settimio Manelli, op. cit., p. 59.

[9] Op. cit. l.c., en la nota 88 el autor advierte advierte también el hecho de que los teólogos católicos deben “usar la Vulgata como texto válido e inspirado en las disputas teológicas, en las catequesis y en las predicaciones”. Cf. Concilio de Trento, Decr. De ditione et usu Sacrorum Librorum, ed. Soc. Goerres, t. V., p. 91s; “Divino afflante Spiritu”.

[10] A. Tondini, Le encicliche mariane, Roma 1950, p. 43. Hay que destacar que, en la misma Encíclica, cuatro veces el Papa repite que será María misma quien aplastará la cabeza a la serpiente con su pie virginal.

[11] Cf. D. Unger, Patristic interpretation of the Protoevangelium, en Marian Studies, Washington, vol. 12, pp. 111-164. Cf. También los tres volúmenes de T. Gallus, Interpretatio mariologica Protoevangelii, vol. I, Tempore post-patristico ad Concilium Tridentinum, Roma 1949; vol. II, A Concilio Tridentino usque ad annum 1660, Roma 1953; vol. III, Ab anno 1661 usque ad definitionem dogmaticum Immaculatae Conceptionis (1854), Roma 1954. El cuidado de la búsqueda bíblica a histórica hecha por el Padre Gallus ha garantizado de manera imponente la interpretación mariológica de Gen 3, 15 llevada constantemente adelante en la Iglesia. Baste decir, por ejemplo, que sobre 385 autores examinados por el Padre Gallus, 321 (es decir el 83%) sostienen el contenido mariológico del texto del Génesis, «y esto –comenta el Card. Bea– no obstante la oposición de los no católicos, el influjo del racionalismo y la insistencia siempre presente sobre el texto hebreo contrario al texto “ipsa” de la Vulgata» (A. Bea, Il Protovangelo (Gen 3, 15) nella tradizione exegetica, en L`Osservatore Romano, 30.X.1954, p. 1). Después de aquellos tres volúmenes del Padre Gallus continuó sus búsquedas en la exégesis protestante y publicó otros dos volúmenes, el primero sobre los líderes de la Reforma (Lutero, Zuinglio, Calvino), el segundo sobre estudiosos protestantes desde contemporáneos de Lutero hasta el siglo XVIII: Der Nachkomme der Frau in der Altlutheranischen Schriftauslegung Ester band, Klagenfurt 1964; Der Nachkomme der Frau in der Altlutheranischen Schriftauslegung Ein beitrag zur Geschichte der Exegese von Gen 3, 15, II band, Klagenfurt 1973. En este segundo volumen «El Padre Gallus –escribe Virgulin– refiere la exégesis de setenta profesores protestantes. Entre ellos hay plena concordancia sobre el significado mesiánico y mariológico de Gen 3, 15. Los seguidores de Lutero no hacen más que profundizar y precisar la exégesis del Reformador alemán. La simiente de la mujer es Cristo y sólo él. En la frase “la simiente de la mujer” está indicado el nacimiento virginal de Cristo por María, promesa confirmada por Isaías 7, 14» (S. Virgulin, Ricerche su Genesis 3, 15 del 1970 al 1977, en Marianum XL [1978] 28-29).

[12] Después de la Ineffabilis Deus, cf. León XII, Augustissimae Virginis, ASS 30, 1857, 129; San Pío X, Ad diem illum, ASS 36, 1904, 462; Divini Redemptoris, AAS 29, 1937, 96; Pío XII, Munificentissimus Deus, AAS 42, 1950, 768; Fulgens corona, AAS 45, 1953, 579.



Fuente: P. Stefano M. Pío Manelli, Mariología Bíblica,
Ediciones Del Alcázar, Buenos Aires 2015, págs. 17-21.
[Traducción del Italiano: P. Fr. Rafael María Rossi OP – Silvestre Tomás Carlos Cantagallo]



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