viernes, 6 de enero de 2023

Declaración sobre Benedicto XVI ante la noticia de su Muerte - Centro de Humanidades Josef Pieper [Mar del Plata - Argentina]

Declaración sobre Benedicto XVI ante la noticia de su Muerte
Centro de Humanidades Josef Pieper
[Mar del Plata – Argentina]
    

Joseph Ratzinger / Benedicto XVI (1927-2022)


[CP] El Papa Benedicto XVI ha sido llamado a la Casa del Padre. Es difícil sobreponerse a la sensación de orfandad en que nos deja su partida. Pero el ejemplo de su vida y el legado de su inmensa obra nos consuelan a la par que nos siguen confirmando en la Fe.
    
Tres grandes aspectos –entre muchos otros que pudieran señalarse– configuran ese gran legado.
    
En primer lugar, Benedicto XVI fue un auténtico Doctor de la Verdad Católica; uno de esos Doctores que Santo Tomás simboliza por medio de los montes regados desde el cielo por el Señor: altos, luminosos y fuertes [1]. Por eso, en toda su obra teológica esplende además de su fidelidad al depositum fidei, la armoniosa unidad de fe y razón. Benedicto fue el Papa del Logos, el sabio maestro que nos recordó en épocas oscuras como la nuestra el olvidado intellectus fidei, la inteligencia de la fe. Su célebre Discurso pronunciado en la Universidad de Ratisbona, el 12 de septiembre de 2006 –rechazado e incomprendido injustamente, duele decirlo, incluso por sectores de la misma Iglesia–, quedará, entre tantos otros muchos textos, como un precioso testimonio de su pensamiento. Allí nos recuerda que sigue siendo «necesario y razonable interrogarse sobre Dios por medio de la razón… en el contexto de la tradición de la fe cristiana» [2]. Y más todavía: ha indicado también que Santo Tomás de Aquino es un ejemplo de la necesaria relación y complementariedad entre fe y razón que, unidas, permiten llegar a la verdad y, así, a Dios [3].
    
Benedicto XVI fue, también, el Teólogo y el Papa de la Liturgia. Supo penetrar en el corazón mismo del sentido mistérico y sacro de la Liturgia Católica. Por eso, una de las líneas centrales de su Pontificado fue el propósito de una restauración de la Liturgia a través, principalmente, del Motu Proprio Summorum Pontificum que no sólo reconoció la plena vigencia del venerable Vetus Ordo como forma de la Lex orandi de la Iglesia Romana, sino que además lo propuso como el modelo en que debía inspirarse, en el futuro, una genuina reforma de la Liturgia a la vista de la desoladora devastación que ésta ha sufrido y sufre en nuestros días. Al respecto decía «Estoy convencido de que la crisis eclesial en la que nos encontramos depende en gran parte del hundimiento de la liturgia» [4]. 
    
Por último, Benedicto XVI fue el Papa de la Hermenéutica de la Continuidad con la que intentó cerrar el paso a cualquier lectura del Concilio Vaticano II que no estuviere en consonancia con la Sagrada Tradición. Así como Summorum Pontificum fue un loable intento de pacificar la Iglesia en el plano Litúrgico, la Hermenéutica de la Continuidad lo fue en el plano de la integridad doctrinal gravemente amenazada por tantos errores y herejías hoy presentes, como decía San Pío X, en las mismas venas de la Iglesia. Es que el único camino válido para los cristianos es el de «la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo» [5]. 
    
Por un inescrutable designio de la Divina Providencia, Benedicto XVI dejó este mundo el día en que la Liturgia celebra la festividad de San Silvestre I, Papa, que rigió la Iglesia en épocas difíciles. Por eso, queremos despedir al Santo Padre Benedicto XVI apropiándonos de las palabras que Dom Próspero Guéranger dedica a San Silvestre: 
Se desencadenarán contra la Iglesia furiosas tempestades; las olas de la herejía combatirán la barquilla de Pedro; Tú estarás ya en el seno de Dios; pero velarás con Pedro, por la pureza de la fe [6]. 
    
    
    
    Centro de Humanidades Josef Pieper
    Mar del Plata, 6 de enero de 2023
    Fiesta de la Epifanía del Señor 
    




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Notas:

[1] Santo Tomás de Aquino, Principium Rigans montes, c. 2

[2] Benedicto XVI, Discurso  en el Aula Magna de la Universidad de Ratisbona, martes 12 de septiembre de 2006 [durante el viaje apostólico a Baviera].

[3] Cf. Benedicto XVI, Audiencia General, miércoles 16 de Junio de 2010.

[4] Joseph Ratzinger, Mi Vida, Recuerdos (1927-1977), Ed. Encuentro, Madrid 1997, pág. 125.

[5] Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana, Jueves 22 de Diciembre de 2005.

[6] Dom Próspero Guéranger, El Año Litúrgico, Tomo I: Navidad y Adviento, Burgos 1934, pág 343. 






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7 comentarios:

  1. Me emocioné leyendo el texto. ¡Cuanta verdad! Sigan así siempre Centro Pieper. Ustedes tienen la "Pasión por la Verdad"

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  2. Como no recordar a Benedicto de un modo especial... Nos allanó el camino de la Misa Tradicional

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  3. ¿Benedicto es el Katejon? Lo sabremos en breve.... ¿Hasta donde avanzarán los "ideólogos" junto con los "caminos sinodales", que sólo buscan destruir el orden natural y cristiano para fomentar la contranatura y toda perversión en la Iglesia? Sepámoslo: la anti-Iglesia, junto con sus socios globalistas, seguirá avanzando

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  4. Gracias Centro Pieper por recordar así a Benedicto XVI

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  5. Que hermosa Declaración. Muy justa, muy equiibrada. Y por supuesto: desde los años 50 del siglo pasado, nadie siendo Papa defendió la Misa de siempre como Benedicto XVI.

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  6. Benedicto XVI conocía el paño de la Iglesia sabía cuándo asumió los problemas que podrían presentarse: “rueguen que el pastor no huya ante los lobos”, había advertido.
    Los obispos que respondían sólo a la Iglesia eran muy pocos, casi ninguno quiso recu-perar la tradición litúrgica y no mostrarse progresista o conservador.
    Lo cierto es que a Benedicto lo presionaron de muchas maneras para que renunciara, una de las presiones era someterlo a viajes agotadores para que enfermara y muriera como fue el viaje a México, se podría afirmar que no era esa la intención.
    La segunda presión fue la traición del mayordomo con los Vatileaks, es decir, el es-cándalo de un mayordomo de un papa vendiendo secretos del Vaticano y del papa. Era la pri-mera vez en la historia de la Iglesia en que ocurría algo así y no debió dejar muy contentos a los obispos.
    El tema de los Vatileaks se destapó en enero de 2012 y explotó con la publicación pos-terior del libro de Gianliugi Nuzzi “Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI” que revelaba informes sobre cardenales masones, obispos comprometidos como encubridores en casos de abusos, el lobby gay en la curia romana, chantajes a obispos homosexuales, curas que habían cometido abusos sexuales y problemas de corrupción financiera y de mala gestión.
    En ese robo de documentos del apartamento papal estuvo implicado el mayordomo de Benedicto XVI, Paolo Gabriele, que supuestamente recibió ayuda en la maniobra de parte de un alto jerarca del Vaticano y de una mujer y encontraron en la casa de Paolo Gabriele ochenta y dos (82) cajas de documentos originales o fotocopiados que pertenecían al Estado del Va-ticano, dos discos rígidos, un cheque por cien mil euros y pepitas de oro donados al papa Be-nedicto XVI y una edición de la Eneida valiosa de 1581.

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  7. O sea, en las presiones para que renunciara Benedicto había un intento de frenar esa avalancha de secretos. Pero el juicio a Paolo Gabriele primero terminó en una condena, luego, esa condena fue reducida a 18 meses y, por último, recibió el indulto de Benedicto quién tam-bién se ocupó de buscarle trabajo y falleció Paolo Gabriele a los 52 años.
    La tercera presión que recibió Benedicto XVI fue a nivel de organismos internaciona-les. En esa época se lo intentaba juzgar por cuatro casos de encubrimiento de abusos entre 1977 y 1981, casos armados para sacarlo de en medio.
    Recordemos que Benedicto fue partidario de la tolerancia cero en esos temas y que, entre otras cosas, en 2005 ordenó a Maciel de los Legionarios que se retirara por sus terribles crímenes.
    Pero entre 2011 a 2012 surgieron alrededor de ochocientos (800) casos de sacerdotes pederastas. La ONU había iniciado investigaciones por parte del Comité de Protección de los Derechos de los Niños de las Naciones Unidas (CRC).
    Se pretendía acusar a Benedicto por cuatro casos de encubrimiento de abuso entre 1977 y 1981 y llevarlo ante una Corte Internacional para fomentar la nueva Iglesia progresista ecologista y masona global de izquierda.
    La cuarta forma de presión hacia Benedicto y quizás la más importante fue la financie-ra. Días antes de que Benedicto XVI presentara una “inexistente renuncia” empezaron los problemas financieros que afectaban al Vaticano y a la Iglesia.
    Las presiones financieras comenzaron a hacerse sentir en enero de 2013 con la impo-sibilidad del museo del Vaticano y de otros establecimientos de recibir tarjetas de débito y crédito como forma de pago de los turistas lo que significaba afectar un ingreso de más de 120 millones de dólares.

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