Breve Meditación sobre la Universidad y el Maestro
Mario Caponnetto
[Especial para el Centro Pieper]
En nuestro tiempo se plantean, con frecuencia, preguntas tales como: ¿Qué es la Universidad? ¿Cuál es su misión? ¿Qué significa, hoy, ser maestro? ¿Qué es enseñar y qué enseñar? Es fácil advertir que todas ellas son preguntas esenciales, de gran calado, que van a lo profundo y vital de nuestra existencia universitaria.
1. Para entender qué cosa sea la Universidad es necesario tener en cuenta que ella, en su origen, no fue sino la plasmación institucional de una idea arquitectónica que alentó y animó el espíritu medieval. Tal idea podemos definirla como la unidad orgánica y viva del saber que se traduce en la primacía de la sabiduría, la asunción sapiencial de todas las disciplinas científicas y un clima de diálogo fecundo y permanente entre fe y razón, "las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad" (Fides et ratio, 1).
De acuerdo con esta idea, que está en el origen mismo de la Universidad, la ciencia descansa sobre el supuesto firme de que nuestro intelecto resuelve todas sus concepciones en el ser: lo que no es no puede ser conocido; esta es la clave de todo conocimiento científico y, es a la vez, la cifra de la unidad de las ciencias, unidad analógica como analógico es el ser sobre el que reposa el conocimiento. Toda ciencia, cualquiera sea su objeto y su método, dice esta capital y fundamental referencia al ser, a la realidad cognoscible; y es gracias a esta referencia que podemos establecer -para todo el amplio campo del conocimiento científico- un principio de unidad, de distinción y de ordenación jerárquica.
Las diversas formas de racionalismo, de cientificismo o de irracionalismo que dominan, hoy, en nuestra cultura, representan una grave fractura de la unidad del saber. La preeminencia del pensamiento sobre el ser (idealismo), la reducción de la ciencia a un único tipo de saber científico (positivismo o cientificismo) o el rechazo de la razón (existencialismos irracionalistas), sin perjuicio de incuestionables aportes positivos que han de reconocérsele, han llevado a la par que a un oscurecimiento del fundamento del saber a una fragmentación y dispersión de las ciencias lo que configura una situación que podemos caracterizar como la pérdida del verdadero horizonte científico.