miércoles, 10 de octubre de 2012

La Ideología de Género - Inés Franck

La Ideología de Género
Inés Franck [1]


Material de Lectura para la Séptima  Clase Magistral del Curso "Cultura y Contracultura en Nuestro Tiempo"


El concepto de género

La palabra género o perspectiva de género es un lugar común que cada vez es más frecuentemente utilizado en documentos internacionales, en leyes nuevas que son aprobadas en los distintos países, en proyectos de ley que se presentan, en los contenidos educativos, entre otros ámbitos. Suele pensarse que se trata de otra manera de referirse a la división de los seres humanos en varones o mujeres y, así, género pasaría a ser un sinónimo de sexo (masculino y femenino).

Es, entonces, necesario aclarar que, según la connotación dada actualmente al vocablo, género no es sinónimo de sexo, al menos en los ámbitos en donde el término se ha resignificado, pocas décadas atrás. En efecto, al hablar de sexo masculino o femenino, nos referimos a una realidad biológica que separa a las personas en varones y mujeres. La palabra género, justamente, fue elaborada para destruir (“deconstruir”) la creencia de que existe una diferenciación biológica que separa a las personas. El "género" sería  una categoría superadora del sexo, que no responde a una diferenciación biológica, sino a una construcción cultural. 

Podemos decir entonces que, con el término género se hace referencia a "las relaciones entre mujeres y varones basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo". De esta manera se quiere afirmar que "las diferencias entre el varón y la mujer (...) no corresponden a una naturaleza fija que haga a unos seres humanos varones y a otros mujeres", sino que "son el producto de la cultura de un país y de una época determinados" [2].

El núcleo antropológico central de esta teoría consiste en que descarta la idea de naturaleza humana y la reemplaza por la de construcción cultural. El concepto de género asume esta libertad cultural absoluta, en la que las relaciones entre varones y mujeres están basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo.


La perspectiva de género

A través de la perspectiva de género este concepto así definido, es llevado en nuestros días a la totalidad de la cosmovisión social, con una pretensión transversalmente estructurante. 

Esta perspectiva consiste en una manera especial de ver el mundo, no ya con las categorías de femenino y masculino, sino a través del prisma de unos roles que van cambiando con la cultura, y que hoy incluyen además de la masculinidad y la feminidad, a la homosexualidad, el lesbianismo, el travestismo, el transexualismo. La aplicación de este concepto a la sociedad y la cultura es radicalmente revolucionario. Todas las categorías educativas, laborales, familiares, jurídicas, se ven centralmente afectadas por este cambio.

Varios factores se encuentran en el origen de esta perspectiva. En primer lugar, podemos identificar una particular concepción de la sociedad, que la interpreta desde un conflicto que ya no es entre clases sociales (como en el marxismo tradicional), sino entre géneros, en donde, durante muchos siglos los hombres habrían dominado e impuesto determinados roles a la mujer. Tras esta primera etapa histórica, habría sobrevenido otra en la que lo femenino habría logrado determinadas reivindicaciones, poniendo fin al predominio masculino (hegemonía). Se impondría ahora una tercera y última etapa, síntesis de las dos anteriores, en la que el nuevo concepto de género, superaría a los dos anteriores e inauguraría una era diferente. 

Este proceso habría construido a la persona y a la sociedad. Y se incluye en esta construcción a lo que se llama el cuerpo sexuado, el cual, así, se habría construido socialmente en el devenir histórico a través de las relaciones de poder entre los géneros. Un cambio en las relaciones de poder entre los géneros, daría como  consecuencia desde esta perspectiva una modificación en la concepción de la sexualidad, que debería tener su correlato en la actitud de las personas hacia la construcción de su propio cuerpo. En la base de estas ideas se encuentra la particular concepción del poder sostenida por el sociólogo francés Michel Foucault. Esta interpretación de la historia, basada en el conflicto irreconciliable entre los varones y las mujeres a través del tiempo, asume una pretensión de cientificidad.

Muy relacionado con la idea anterior, podemos mencionar las raíces de la perspectiva de género en la evolución del movimiento feminista. Luego de un primer momento del feminismo, el clásico, el de la reivindicación de determinados derechos fundamentales para la mujer, el movimiento sufre importantes virajes a través de los cuales, luego de reclamar la absoluta igualdad con el varón, que elimine toda distinción y, posteriormente, de enarbolar una supuesta superioridad femenina, evoluciona hasta engendrar al llamado feminismo de género [3]. A diferencia de los otros movimientos feministas, el feminismo del 'género' es una ideología que pretende abarcarlo todo. Adopta la idea de que el individuo es constituido por la cultura y el lenguaje de su sociedad, siendo llevado a experimentarse a sí mismo y al mundo circundante según la estructura cultural a la que pertenece. Así, tratándose de una construcción cultural, el individuo podría ser deconstruido y reconstruido según otros parámetros más adecuados a nuevas exigencias que la sociedad actual plantea: la mejora de la situación de la mujer, la eliminación de la fobia a la homosexualidad y el control de la fertilidad. En efecto, una nueva lectura de los individuos humanos haría de la sexualidad una cuestión privada, de preferencias y gustos individuales no cuestionables.

Estos roles socialmente construidos que habría que deconstruir, están ubicados en tres grandes niveles [4]:

     - La masculinidad y la feminidad: se considera que en realidad el ser humano nace sexualmente neutral y que luego habría sido socializado en varón o mujer.

     - Las relaciones familiares de paternidad, filiación, matrimonio: engendran diferencias de conducta y responsabilidades entre el varón y la mujer que son inadmisibles en una perspectiva de género ya que son la principal razón de que esta concepción sexista se propague.

   - Las ocupaciones y las profesiones: la sociedad asigna a varones y mujeres ocupaciones diferenciadas. Se trata de 'roles socialmente construidos' que también es necesario deconstruir


      La transversalización de la perspectiva de género

    El género se refiere, entonces, a los roles y responsabilidades de la mujer y del varón que son determinados socialmente. Esto quiere decir que la forma en que se nos percibe y se espera que pensemos y actuemos está condicionada por la forma en que la sociedad está organizada, no por nuestras diferencias biológicas. 
    
     Esto nos lleva al alcance más importante de la perspectiva de género: su transversalidad, esto es, la intención de integrar las cuestiones de género en la totalidad de los programas sociales. “La principal estrategia aplicada ha sido la transversalización de  la perspectiva de género en las políticas públicas, que ha resultado en la creación de instancias de género en distintos sectores y oficinas de carácter regional, así como en la formulación de nuevos lineamientos de políticas. Se destaca la labor destinada a incidir en la salud, el trabajo, la educación y la agricultura, y la creciente, pero aún débil, capacidad de coordinación con los ministerios e instituciones del ámbito económico, sobre todo los de hacienda, planificación, así como con los del campo de la política, que abarca la seguridad, la descentralización y el desarrollo regional”. “La estrategia de transversalización es el proceso de integración de la perspectiva de género en las políticas de desarrollo y consiste, en la práctica, en el examen de las consecuencias para mujeres y varones de cualquier tipo de acción pública planificada, incluidas la legislación, las políticas y los programas, en cualquier campo” [5].


Las conferencias internacionales sobre la Mujer

La perspectiva de género comienza a imponerse fundamentalmente a partir de las conferencias internacionales y regionales convocadas en torno a la temática de la mujer. Ya en la primera Conferencia Internacional sobre la Mujer (México, D.F., junio de 1975), la igualdad plena de género se encuentra entre los tres objetivos para desarrollar en este encuentro. Allí es también aprobado un plan de acción mundial, en que se presentaban directrices que debían seguir los gobiernos y la comunidad internacional en los diez años siguientes.

Pocos años más tarde, en 1979, la Asamblea General aprueba la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, a la que luego se añade un Protocolo Facultativo (1999). La cuarta Conferencia Internacional sobre la Mujer, llevada a cabo en 1985 en Beijing, invoca la necesidad de trasladar el centro de la atención de la mujer al concepto de género, afirmando que toda la estructura de la sociedad, y todas las relaciones entre los varones y las mujeres en el interior de esa estructura, tenían que ser reevaluadas, y que únicamente mediante esa reestructuración fundamental de la sociedad y sus instituciones sería posible potenciar plenamente el papel de la mujer para que ocupara el lugar que les correspondía como participante en pie de igualdad con el varón en todos los aspectos de la vida. La Conferencia aprobó por unanimidad la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing. Al aprobar la Plataforma de Acción de Beijing los gobiernos se comprometían a incluir de manera efectiva una dimensión de género en todas sus instituciones, políticas, procesos de planificación y de adopción de decisiones. Por su parte, la Conferencia del 2000 en Nueva York (Beijing + 5), expresa en su documento final el compromiso de seguir incorporando la perspectiva de género en todas las políticas y los programas. Se solicita, así, a los gobiernos, la incorporación de la perspectiva de género en las políticas macroeconómicas y de desarrollo social básicas y en los programas nacionales de desarrollo.


Las conferencias regionales

A nivel regional debemos mencionar las nueve Conferencias Regionales sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe, la última de las cuales titula al documento emanado de ella “Caminos hacia la equidad de género en América Latina y el Caribe”. En este documento se deja sentado que la estrategia de transversalización de la perspectiva de género en las políticas se reconoce como la más idónea. 

Interesante es citar aquí un párrafo de este documento, en el que se afirma que el proceso seguido por las políticas de género constituye un camino claro: visibilidad lograda mediante la acción del movimiento de las mujeres, elaboración conceptual y metodológica, construcción de argumentos, paso de la agenda social a la agenda política, reforma de marcos jurídicos, desarrollo institucional, adopción por parte de la opinión pública y puesta en práctica de estrategias que busquen atención y cambios. “Se trata de largos procesos históricos que alteran rutinas institucionales, valores y pautas culturales, pero que terminan instalándose en el sistema vigente como consecuencia de la modernidad y la voluntad política conjugadas por la acción deliberada del movimiento social de las mujeres. Su inserción en la estructura institucional abre nuevos desafíos y debates que no pueden darse por finalizados y que requieren una renovación permanente”. El documento hace también un desarrollo exhaustivo del concepto político de ‘empoderamiento’, que “hace referencia a la necesidad de generar cambios en las relaciones de poder entre varones y mujeres. El poder se entiende aquí como el acceso a recursos físicos e ideológicos en una relación social siempre presente. Se trata entonces de transformar las reglas del juego que establecen la distribución de la riqueza material y simbólica, la capacidad de decidir libremente en la sociedad y la familia, incluyendo la reingeniería del tiempo, en un proceso de búsqueda de la igualdad” [6].


Conclusión

Quisiera, para finalizar, referirme al tema de fondo que subyace en la perspectiva de género, esto es, la correcta y plena concepción de la relación entre el varón y la mujer. 

La perspectiva de género asume esta relación como esencialmente conflictiva, más aún, como una relación en donde el concepto central es el de poder o dominación

Sin ignorar las dificultades que muchas veces ha habido y sigue habiendo en el legítimo reconocimiento social e histórico de derechos y capacidades de la mujer, es también cierto que el desafío en este campo consiste en la valoración gozosa de la real complementariedad existente entre ambos sexos. Esta complementariedad encierra, por un lado, la igual dignidad y el llamado profundo a vivir y trabajar en comunión; y, por el otro, la percepción lógica de las diferencias entre los dos. Ambos aspectos son inseparables de una antropología que nos presenta un hombre que es, fundamentalmente, persona, con una determinada naturaleza, abierto al perfeccionamiento de la cultura, llamado a vivir en sociedad y en armonía con los demás. 

La ideología de género relativiza, cuando no niega directamente, estos conceptos, generando así una situación de conflicto y agresividad que, declamando la protección de los derechos de las mujeres, las encierra en un círculo ideologizado que no permite abordar los verdaderos problemas ni otorgarles su real dignidad. 


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BIBLIOGRAFIA SUGERIDA

- Conferencia Episcopal Peruana; “La ideología de género: sus peligros y alcances”.

- Congregación para la Doctrina de la Fe; “Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo”; 2004.

- Juan Pablo II; “Teología del cuerpo”.

- Scarinci de Delbosco, María Paola; “La identidad de la mujer: contrapuntos”; en UNIVERSITAS, 1, noviembre de 2005.

- IV Conferencia Internacional sobre la Mujer; Conclusiones; Pekín, 1995.

- IX Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe, Caminos hacia la equidad de género en América Latina y el Caribe”.

- “Familia y Perspectiva de género”, Autores varios, Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina, EDUCA, Buenos Aires, 2007.


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NOTAS

[1] ORGANIZACIÓN DE NACIONES UNIDAS, IV Conferencia Internacional sobre la Mujer, Pekín, 1995; Documento final.

[2] ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS, IV Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe; “Caminos hacia la equidad de género en América Latina y el Caribe”.

[3] Licenciada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, docente pro titular del Instituto de Ciencias Políticas de la Pontificia Universidad Católica Argentina, perito de la Comisión ad-hoc de Seguimiento Legislativo de la Conferencia Episcopal Argentina; co autora del libro “Familia y vida. Compendio de cuestiones legislativas”.

[4] Scarinci de Delbosco, María Paola; “La identidad de la mujer: contrapuntos”; en UNIVERSITAS, número 1°, noviembre de 2005.

[5] Con respecto a la desconstrucción de estos roles socialmente construidos, la Convención Interamericana de Belem do Pará (1993) obliga a los Estados partes a 'adoptar, en forma progresiva, medidas específicas, inclusive programas para (...) modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, incluyendo el diseño de programas de educación formales y no formales apropiados a todo nivel del proceso educativo, para contrarrestar prejuicios y costumbres y todo otro tipo de prácticas que se basen en la premisa de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los géneros o en los papeles estereotipados para el hombre y la mujer que legitimizan o exacerban la violencia contra la mujer'.

[6] IX Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe, “Caminos hacia la equidad de género en América Latina y el Caribe”.





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