miércoles, 30 de agosto de 2017

Trece Razones, una Crítica - Guillermo E. Gini y M. Josefina Bosch

Trece Razones, una Crítica
Guillermo E. Gini y M. Josefina Bosch


Este ensayo crítico sobre la  serie “Por 13 Razones” de Netflix –escrito en primera persona– tiene por autores a los Profesores G. E. Gini y M. J. Bosch [1]. Con su permiso expreso, hoy lo publicamos en nuestro Blog del Centro Pieper a modo de aporte al debate sobre la conveniencia de recomendar o no esta polémica serie de televisión, que es una de las que más difusión ha tenido entre los adolescentes de todo el mundo.


Tomé la decisión de ver toda la serie y escribir un comentario por pedido de mis alumnos. Varios me pidieron mi opinión cuando la serie estaba de moda y muchos de ellos, especialmente las chicas, estaban viéndola. No tenía mucho interés en hacerlo, pero me llamó la atención cuántos de mis alumnos la seguían con pasión, y las reacciones que en ellos provocaba. Era mucho más atractiva para las mujeres que para los varones: a ojo de buen cubero pude medir que un 80% de mis alumnas la habían visto o la estaban viendo, mientras que menos del 40 % de los varones. Esto me intrigó. También que, cuando pregunté a algunas alumnas cómo se sentían al verla, me dijeron que terminaban cada capítulo con un nudo en el estómago o sintiéndose angustiadas, pero a la vez necesitaban seguir viéndola. Algunas también me dijeron que reaccionaron hablando más con sus madres, consecuencia que me pareció positiva. 

Sé que esta crítica llega tarde desde el punto de vista de la prevención, pues muchos jóvenes ya la han visto –con los efectos positivos y negativos que esto pueda tener para ellos–. Pero creo que no es tarde para brindarles algunas herramientas de análisis que los lleve a una mayor comprensión de lo que consumieron y les sirva para elegir qué ver, y entender más profundamente, lo que vean en el futuro. También le puede servir a algunos padres para calibrar lo que vieron sus hijos y hablar con ellos, y tal vez para ser un poco más cuidadosos en los permisos que otorgan y lo que se ve en televisión –o en los celulares, tablets y notebooks–, en sus familias. Por otra parte, las series perduran colgadas en Internet así que puede servir preventivamente para los niños que se hagan adolescentes en los años por venir. 
  
Como lo cortés no quita lo valiente, comenzaré señalando los aspectos positivos de la serie y, en segundo lugar, explicaré los negativos. Dejaré al arbitrio del lector la decisión sobre si lo positivo tiene suficiente peso como para superar los aspectos negativos. 

[¡Advertencia!: hay muchos spoilers]


Reconocimientos

La historia es muy atractiva para los adolescentes y está bien llevada. En este sentido varios alumnos me comentaron que lo que se veía en la serie se correspondía con aspectos de sus vidas –sería interesante saber cuáles aspectos de sus vidas. Esta identificación con facetas de la vida de los personajes es lo que, junto con la trama, produce el enganche. 

Contra lo que se dijo en algunos medios, la serie no avala el suicidio de la protagonista femenina (Hannah Baker), ni pretende justificarlo. El suicidio de la adolescente es presentado como un mal que hay que prevenir, y de ahí la exposición de tantas “razones”, al punto que llega a ser inverosímil que a una misma persona le sucedan tantas cosas. 

La serie critica fuertemente el acoso escolar al que algunos jóvenes son sometidos por sus compañeros de escuela, y también el uso inadecuado de las tecnologías de comunicación. 

Como tiene muchos personajes adultos, es muy difícil generalizar. Sin embargo, podemos afirmar que los adultos de mayor presencia en la serie y en la vida de los protagonistas, los padres de Hannah y Clay Jensen, son presentados de manera positiva. En el caso de Hannah, sus padres son un matrimonio de farmacéuticos que lucha para sobrevivir frente a las grandes cadenas de farmacias. Es evidente que se quieren y que aman a su hija a la que educan y miman –a veces en exceso–. Por momentos están un poco abrumados por su situación económica. La serie arranca cuando su hija ya ha cometido suicidio, por lo que en el presente de la serie –que permanentemente hace flashback–, luchan con su angustia. La madre de Hannah quiere averiguar la verdad y hacer responsable al colegio si corresponde. El padre tiene más dudas sobre el carácter de su hija y quiere dejar el tema atrás y volver a empezar. Esto es fuente de tensiones entre ellos que siempre se resuelven positivamente. Los padres de Clay tienen un mejor pasar. Ambos son universitarios. La madre es abogada y es contratada para defender al colegio, le preocupan las reglas y se interesa por escuchar a su hijo y educarlo. El padre se dedica a la investigación –por lo que permanece más tiempo en la casa–, es un poco más librepensador y piensa que su hijo está pasando por una etapa difícil pero que en algún momento terminará. Se llevan bien, aunque tienen sus diferencias. Por momentos tienen un excesivo respeto de la intimidad de su hijo, en otros parecen un tanto obsesivos, particularmente la madre y en relación con un episodio psiquiátrico del pasado. Ambos matrimonios se preocupan por conversar con sus hijos y tratan de escucharlos, pero los adolescentes les cierran la puerta, ya sea literalmente (una escena que se repite varias veces a lo largo de la serie) o por medio de mentiras. 

En este punto planteo una preocupación: los alumnos que hablaron conmigo de la serie en general dijeron que los adultos no escuchaban a los hijos, y aparentemente no se percataron de cómo los jóvenes destruían la comunicación por medio de la mentira. La serie contiene una fuerte crítica al mundo de mentiras y dobles vidas que llevan muchos adolescentes, pero esto parece ser muy difícil de aceptar para ellos. (Entre los personajes “buenos” de la serie hay una chica, Skye Miller, que es la encarnación de lo auténtico, no tiene doble vida ni miente y le parece importante expresar lo que se piensa y siente. Por eso usa piercings por todas partes, tatuajes, se viste mal y pertenece a una familia que se puede suponer de poco dinero ya que la chica tiene que trabajar en un café todas las tardes. Todo un cliché). 

Por último, lo que creo que es lo más positivo en la serie, es la idea de la importancia de la verdad, cómo la verdad sana y libera. Esto se aprecia en la escena final, cuando el grupo de “los buenos” han resuelto ser valientes, romper el silencio y el velo de mentiras y revelar los casetes con la historia narrada por Hannah. Al final se los ve alegres, en un auto, recorriendo una ruta, resueltos a revelar la verdad, aunque inseguros de las consecuencias finales de sus actos. A pesar de que estoy describiendo los aspectos positivos, en honor a la verdad, debo hacer una advertencia sobre este punto. Esta idea es importante y positiva, es evangélica si se quiere, pero aparece teñida por muchas falsedades a las que nos referiremos enseguida. 


Aspectos Negativos

En una serie que pretende postular que la verdad es importante y libera, es una pena que comience haciendo lo contrario con un título engañoso. La serie no da, en ningún momento, razones para justificar el suicidio. Hannah relata sus muchas desventuras –en las cuales muchas veces ella tiene responsabilidad– y va repartiendo culpas de su malestar. Al final de la historia Hannah ha sido burlada, manoseada, ha presenciado una violación de una compañera sin hacer nada por ella y, finalmente, tras perder una suma de dinero de sus padres, sumida en un extraño estupor, ha sido violada ella también. No recurre a sus padres que están preocupados y a la vez angustiados por la situación económica, sino a un tutor escolar. Ella siente que él no la escucha –lo cual no es real–, y entonces decide suicidarse, pero primero escribe el guion de siete horas de grabación acusando a todos por todo lo que le pasa, graba los casetes –que adorna primorosamente–, e idea una forma de vengarse al enviarlos a los culpables para que los escuchen y se sientan mal. Todo esto, además de inverosímil, es muy emotivo, pero poco razonable. 

Si bien la serie engancha, como dije en la sección anterior, va tomando algunos aspectos de culebrón y el final es totalmente inadmisible: Hannah va a la casa del muchacho que ha violado a su compañera en su presencia. Allí se suma a una fiesta en ausencia de los padres, y se mete en un yacusi en ropa interior. Cuando el dueño de casa, del que sabe que es violador y además proveedor de drogas en la escuela, se mete en el yacusi con ella con evidentes intenciones, y los demás se van, ella hace un fútil intento de salir, pero finalmente se queda y termina siendo violada. ¿Qué chica sería tan necia para terminar en esa situación? 

Una de las cosas que más me disgustó de la serie es la falta de héroes. Hannah no es una heroína. Tiene un carácter complicado, completamente autocentrado. Sólo se preocupa por sí misma y por lo que ella siente. Es más importante lo que ella siente que la realidad. Esto se ve perfectamente, entre muchas, en la escena en que está por tener relaciones con Clay. Él está verdaderamente enamorado de ella y la trata bien. Ella está enamorada de él. Pero cuando Clay ya ha recibido todas las señales de que puede avanzar, los sentimientos de Hannah se interponen y finalmente lo rechaza. Clay la respeta pero, como es lógico, se va sintiéndose rechazado y humillado. Sin embargo, cuando escucha los casetes, Clay es supuestamente responsable de no haberse quedado e insistido en tener relaciones, eso es lo que según Hannah debería haber hecho. Clay no tiene derecho a sentirse humillado, sólo importan los sentimientos de Hannah. Y Clay no tiene derecho en parte porque es varón, pero sobre esto escribiré más adelante. Creo que es un punto muy relevante para interpretar la serie entender que para los directores los sentimientos de Hannah son más importantes que la realidad. No importa si sus sentimientos se ajustan a lo que realmente sucede, los sentimientos son más verdaderos que la realidad. 

Tampoco es Hannah muy virtuosa. Es manipuladora, como se ve en uno de los primeros capítulos cuando usa a Clay para provocar celos en el galancito que a ella realmente le gusta, Justin. También es mentirosa, ya que muchísimas veces miente a sus padres y otros personajes para conseguir lo que quiere. Roba de la farmacia de sus padres. Se emborracha y entabla una relación homosexual con una compañera a pesar de que en su vida diaria es heterosexual. Nunca perdona y es vengativa. 

Clay es el protagonista masculino, lo que uno llamaría un buen chico. Es un poco “nerd”, ya que es estudioso y tiene en su cuarto pegado un poster del universo, es poco deportista, trabaja para ganarse su dinero personal y se ve afectado por un carácter notoriamente secundario. Nunca reacciona como corresponde en el momento que corresponde. En definitiva, es un cobarde. A medida que va escuchando los casetes la rabia y la culpa lo van impulsando a luchar y ser valiente, pero la mayor parte del tiempo es simplemente cobarde. No hace nada contra Hannah y está preocupado por ella, se siente mal cuando en el colegio la molestan, pero nunca la defiende realmente y siempre busca quedar bien. No es capaz de decirle la verdad ni a sus padres ni a Hannah. Cuando la furia crece, su primer acto de “valentía” es rayarle el auto –a escondidas– al menos culpable de los “malos” de la serie, aunque es cierto que luego se hace cargo. Quizá lo mejor de 13 razones, con sus bemoles, sea el crecimiento moral de Clay. 

La falta de virtudes y el pobre carácter moral de los personajes mancha incluso al mejor alumno de la escuela, Marcus Cole, quien sólo está preocupado por mantener su promedio para conseguir una buena universidad, pero gusta de estar en el grupo de los cancheros y es capaz de manosear a Hannah al mismo tiempo que hipócritamente forma parte del tribunal ético del colegio. 

El único personaje que tiene algunas características heroicas es un muchacho latino manifiestamente homosexual: Tony Padilla. Él es el ángel vengador de Hannah, a quien ella le ha comisionado valerse de cualquier medio para que todos los culpables escuchen los casetes y sepan que son los autores morales del crimen. Tiene un poderoso auto rojo, un padre hispano bien macho (cliché si los hay) y no tiene miedo de enfrentarse violentamente con nadie, defendiendo a Clay de sus enemigos en varias ocasiones. Sin embargo, no es lo suficientemente valiente como para contarle la verdad a los padres de Hannah. Uno podría legítimamente preguntarse por qué Hannah le confía a Tony esta misión, ya que en los innumerables flashbacks nunca se muestra que entre ellos haya una amistad profunda. Y la serie responde a esta pregunta literalmente: él nunca mira a Hannah como los varones la miran, no se siente atraído por ella ni hace comentarios internos o externos sobre su cuerpo. Esta respuesta revela lo que es, en mi opinión una de las principales rémoras de la serie: su fuerte feminismo. Ser un varón normal, que le atraigan las formas de un cuerpo femenino y que eso quede de manifiesto está mal. Desde el punto de vista de la serie es lo mismo un comentario sobre el cuerpo de una chica que la publicación de ese comentario en una gacetilla escolar clandestina y que la violación de la chica. Hannah no soporta ni siquiera que le digan un piropo sobre la belleza de sus ojos. La naturaleza del varón es algo malo, una galantería referida al cuerpo es machismo. Tal vez esto explique por qué son muchos menos los varones que se sienten atraídos por la serie que las chicas. 

En cambio, la homosexualidad aparece completamente normalizada. No cae la serie en la estupidez de presentar a los homosexuales como los buenos -los hay buenos y malos-, sino que simplemente hay una gran cantidad de personajes homosexuales que participan de distintos roles secundarios. Uno de ellos es culpable de haber publicado contra la voluntad de Hannah un poema en que ella revela lo mal que se siente, sin el nombre de la autora. Cuando en clase de comunicación se discute el poema, los compañeros inadvertidamente la ofenden porque afirman que es el trabajo de una persona enferma. Una chica gay es culpable de traicionar a Hannah para ocultar que las protagonistas de las fotos de una relación homosexual entre mujeres son ellas. Los padres de esta jovencita son dos varones homosexuales que tienen una muy buena y pública relación de pareja, pero aun así ella no quiere salir del placard para que los padres no vuelvan a sufrir las persecuciones del pasado. En la serie, la homosexualidad aparece completamente normalizada, aunque no del todo aceptada por todos los muchachos: todavía hay discriminadores. 

Lo que no es nada normal es la religión. No está. Ningún muchacho tiene vida religiosa de denominación alguna. Esto llama la atención dado que la trama gira en torno el suicidio de una adolescente y el consuelo que trae la fe en la vida eterna es un tema relevante que podría haberse desarrollado aún para “desmitificarlo”. En el mundo de “13 razones” la religión ya fue. 

Un cliché rotundo de la serie es el villano: Bryce Walker. Se trata del muchacho más rico de la escuela que vive en la casa sobre la colina, donde tiene pileta, yacusi y quincho. Es blanco, rubio, atlético y sin defectos físicos visibles. Sus padres están perpetuamente ausentes, esquiando en Aspen, y él hace lo que quiere. Con su dinero provee fiestas, compra marihuana, mantiene un auto deportivo y ayuda a sus amigos, especialmente a Justin que es pobre y tiene una vida familiar muy difícil. Hasta logra que éste, prisionero de los muchos favores que le debe, le permita violar a su novia Jess, alcoholizada hasta la inconsciencia. Al mismo tiempo es uno de los deportistas de la escuela y por supuesto que es violento –en uno de los últimos capítulos Bryce le da una tremenda e innecesaria paliza a Clay que está tratando de hacerle reconocer que violó a Hannah. Pero bueno, tenía que haber un villano realmente villano y este es el prototipo del marxismo cultural contemporáneo. Justin le permite violar a su novia sin esforzarse demasiado por impedirlo, pero es pobre y por eso, en definitiva, es víctima. Bryce es rico, y por lo tanto es malo sin excusas. 

La mirada sobre los educadores es muy negativa: los docentes son estúpidamente ingenuos, o sólo se preocupan de sí mismos, o simplemente son hipócritas a los que lo único que les interesa es que las olas levantadas por el suicidio de Hannah no afecten demasiado las finanzas del sistema escolar. Las clases de comunicación y la consejería escolar son inútiles y los alumnos las desprecian. No hay un solo educador que sea presentado como una influencia positiva en los jóvenes. El más respetado es el entrenador de básquet, que exige algún tipo de orden en la vida de sus jugadores, pero no es tan difícil de engañar. 

Mucho se ha dicho sobre la crudeza de las escenas de violación y suicidio, y es verdad, son muy crudas, innecesariamente crudas y explícitas. Forma parte del clima oscuro que caracteriza casi toda la serie. 

Por último, quiero volver al tema de la verdad. Es cierto que la serie sostiene que la verdad es importante y que libera, pero ¿qué es la verdad para la serie? Ciertamente no es la realidad, por lo menos no en el sentido de que haya una naturaleza de las cosas. Tampoco en un sentido que nos permita distinguir unos hechos de otros: Hannah acusa por igual al muchacho que publicó una foto sugiriendo cosas que no pasaron, al que le trató de tocar sus partes íntimas, al que le roba los mensajes de apoyo en su bolsita de la clase de comunicación, a la chica que manejando un poco alcoholizada volteó un cartel de “pare” –lo que posteriormente provocó un accidente fatal–, y al que violó a su amiga y a ella. La diferencia en calidad de los hechos queda aplanada por la indiferenciación de los sentimientos de Hannah. Probablemente “la verdad” se identifique con “los sentimientos de Hannah”, aunque la cuestión, en mi opinión, queda confusa. Ahora bien, ¿es bueno en una época tan emotivista enseñar que los sentimientos son el tamiz por el cual debe pasar la realidad? ¿No sería mejor lo contrario: enseñar que la realidad es el tamiz por el cual deben pasar nuestros sentimientos para ver si son adecuados? Nuestros sentimientos son parte de la realidad, pero sólo son ordenados, verdaderos y buenos en la medida en que se ajustan a lo que realmente sucede. Creo que esta es una enseñanza muy importante que debemos transmitir a nuestros hijos y alumnos, pero la serie enseña todo lo contrario. 


A Modo de Conclusión

Como escribí al comienzo de este breve ensayo de crítica, dejo el juicio sobre la bondad o maldad de la serie a los lectores. Simplemente quiero cerrar con una referencia a dos educadores de fuste. C. S. Lewis, en “La abolición del hombre” dedica una primera conferencia a tratar sobre la correcta educación de los sentimientos y explica por qué es algo muy importante. Por otra parte, el P. Etcheverry Boneo, en sus “Meditaciones para universitarios” explica claramente cómo muchas de las ideas contemporáneas llegan a la mente de las personas no por una exposición clara que apela a la inteligencia sino por una solicitud de los sentimientos. Creo que son dos buenas herramientas para encarar esta serie y cualquier otra de las que Netflix, Amazon Prime y los medios en general nos proponen.





Nota:

[1] [Nota del Centro Pieper: Guillermo E. Gini es Profesor en Historia por la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) y Magister en Políticas Públicas por la Universidad Torcuato Di Tella. María Josefina Bosch es Profesora en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA)].



[Especial para el Centro Pieper de Mar del Plata, Argentina]





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