domingo, 7 de marzo de 2021

El Comentario de Santo Tomás al Libro de Job: Aportes para nuestra Vida Espiritual [Incluye Video] - P. Carlos Taubenschlag

El Comentario de Santo Tomás al Libro de Job: 
Aportes para nuestra Vida Espiritual
P. Carlos Taubenschlag


Agradecemos al Pbro. Dr. Carlos Alfredo Taubenschlag la autorización para publicar esta Conferencia suya en nuestro Blog del Centro de Humanidades Josef Pieper de Mar del Plata, Argentina. Se trata de un texto singular donde se resalta la figura de Santo Tomás como comentador bíblico, un aspecto todavía poco difundido de la magna obra del Aquinate. Conviene recordar, además, que la exégesis actual toma criterios suyos, elaborados en el siglo XIII: el Doctor Angélico se adelantó a nuestra época con siete siglos de anticipación.
      


I. Primera parte


Presentación


Adhiero personalmente a la frase del Hermano Reginaldo Garrigou-Lagrange, de la Orden de Predicadores: Santo Tomás tiene muchos admiradores pero pocos devotos. Me parece que esto se debe en parte a que la manera de presentar al Santo ha sido excesivamente parcial, y sólo desde la segunda mitad del siglo XX encontramos obras que presentan equilibradamente su vida, su obras, su pensamiento y su testimonio de santidad. Un ejemplo es la obra de James Weisheipl [1], de la que hace poco se editó una traducción al castellano. Digo que la presentación ha sido excesivamente parcial porque en general se ha puesto el acento en estudiar y dar a conocer al Santo Tomás teólogo y metafísico, al autor de las Sumas y de las Cuestiones, y en todo caso al comentarista de Aristóteles. Pero queda mucho por hacer con respecto al Santo Tomás exegeta o comentador de las Sagradas Escrituras. La popularidad de la Catena Aurea no prueba lo contrario, ya que no se trata de la manera de comentar que Santo Tomás aplica en Job y en las otras obras que mencionaré enseguida. Es muy importante que podamos integrar todas estas dimensiones de la personalidad del santo, para presentarlo en su realidad histórica concreta, en la riqueza de sus facetas.

Me pareció oportuno elegir la Expositio super Iob porque es una obra magna, del nivel de la Suma de Teología y de la Suma contra Gentiles, pero escrita en un lenguaje fácil de seguir y muy entretenido, que no presenta otra dificultad que la dificultad misma de la materia que se va considerando, y que nos presenta elementos acerca del proyecto de Dios sobre el varón y la mujer y de su Providencia sobre nosotros, que nos permitirán a lo largo de una lectura orante de todo el libro, organizar mejor los medios de nuestra vida espiritual, o por lo menos tener una visión de conjunto del sentido de las cosas que nos pasan. Mi intención es presentarles el Comentario de Santo Tomás a Job, a partir del texto que ha sido publicado por la Comisión Leonina en el tomo XXVI de las obras completas, bajo el título  Expositio super Iob ad litteram y contando con  la precisa introducción elaborada especialmente por Antoine Dondaine [2]. 
     
Apoyo mis conclusiones en mi propia meditación sobre el texto de Santo Tomás, en las pocas pero muy buenas páginas que Lorenzo Perotto dedica a presentar su traducción italiana de la Expositio [3], y en los aportes de un relativamente reciente ciclo de conferencias que dio en Milán, entre marzo y abril de 2001, el biblista Gianfranco Ravasi, que se ha dedicado mucho tiempo al Libro de Job y tiene su propia traducción del hebreo al italiano [4], cuya autoridad ha sido reconocida incluso por Schöckel.
No siempre nos resultan claras las intenciones de un autor al redactar su obra, dado que el diferente horizonte hermenéutico y el diferente contexto cultural exigen mucha atención antes de hacer paralelismos. En el caso de la Expositio tenemos la ventaja de que el mismo Santo Tomás afirma su principal intención en el Prólogo: “Intentamos, pues, a manera de compendio según nuestra posibilidad y confiando en contar con el auxilio divino, exponer este libro que se titula El beato Job, según su sentido literal: ya que sus misterios tan sutil y elocuentemente han sido desvelados por el beato papa Gregorio que nos parece que no hay nada más que agregar” [5].

Y como la obra que tratamos es una obra acerca de otra obra, un texto que visita otro texto, es claro que un paso obligado antes de visitar el texto de la Expositio es repasar los contenidos y el sentido mismo del Libro de Job, que seguramente habrán tenido la precaución de releer antes de venir a la conferencia.



II. Segunda parte:


El Libro de Job, un Libro Desestabilizador


Me parece que una manera sincera y clara de presentar este libro en un encuentro de espiritualidad es diciendo que se trata de un libro desestabilizador. Los temas que se suceden son difíciles de presentar y de asumir: la realidad del dolor, el hecho concreto del sufrimiento, la constatación del dolor del inocente y del bienestar del malvado, la indiferencia de Dios por lo que le pasa a la gente, en particular a sus hijos. El Libro de Job presenta estos argumentos, y una de las explicaciones sobre la dificultad para comprender la redacción y los cortes abruptos en los diálogos y monólogos, es que una piadosa autocensura expurgó el texto de las expresiones más lacerantes de dolor y de las imprecaciones contra Dios. Job sufre y es visitado por los amigos que empiezan intentando consolarlo, pero terminan diciéndole que si sufre bien merecido lo tiene porque algo habrá hecho. Job repite su convicción de ser inocente y reclama justicia a Dios. Dios se calla. Los amigos, que son los tres primeros interlocutores, y un cuarto interlocutor que aparece al final, ensayan recetas piadosas de consuelo, fórmulas de cortesía que queda bien decir delante del que sufre, pero sus palabras nos suenan huecas, como le sonaban huecas a Job. 
     
Son los amigos que intentan consolarnos en los momentos de cruz, pero sus argumentos ni prueban nada ni consuelan. Repiten prescripciones teológicas, desde las más tradicionalistas de Elifaz, Bildad y Sofar hasta las más modernas de Eliú, el joven teólogo innovador. Y todo inútilmente. Delante del dolor los consejos piadosos no sirven. Job proclama su inocencia, refuta a los presuntos amigos y ante el escándalo de todos llama a juicio a Dios mismo. Todo en un clima de tensión dramática, de maldiciones y de blasfemias atenuadas.
      
El llamado de Job a alguien que lo comprenda y le sea mediador ante un Dios ciego y mudo, está anticipando la figura y la misión del Redentor del hombre en el misterio de la encarnación, la presencia de Jesucristo Dios y Hombre en el mundo, que lleva Él mismo la cruz y muere crucificado en ella. Será un nuevo Job, pero un Job que libremente se hace cargo de un designio –como lo prueba admirablemente el Cuarto Evangelio, que por eso mismo se proclama cada Viernes Santo–, y no de un Job arrebatado por el huracán de los males a los que es expuesto por Satán con permiso de Dios. Los amigos de Job entran en pánico cuando Job exige a Dios una respuesta y entonces, inesperadamente, Dios mismo se hace presente. Dios habla y enfrenta en un juicio a Job, que queda sin respuesta para las numerosas preguntas de Dios, que benigno y dueño de sí, le va preguntando a Job dónde estaba cuando Él iba creando el cielo, la tierra y todas sus criaturas, en especial aquellas admirables que aparecen expresamente mencionadas, como Behemot y Leviatán. La obra se adentra en el misterio de Dios y por eso queda abierta. 
     
El Libro de Job es una obra abierta, no en el sentido de la opera aperta como la entiende Umberto Eco [6], como algo que debe completar aquel que interactúa con la obra, sino abierta porque siempre es incompleto nuestro acercamiento al misterio de Dios y al misterio de sus proyectos sobre nosotros. 
     
Ravasi, de quien ya hemos hablado, compara el Libro de Job con una de las esculturas inconclusas de Miguel Ángel, la Piedad Rondanini, hoy expuesta en el Castillo de los Sforza en Milán, el Castello Sforzesco. La escultura está a medio camino entre el bloque de mármol sin tallar y las figuras en tamaño natural de la Madre de pie que sostiene el cadáver de su Hijo, apenas encorvada por el peso muerto que sostiene, y que quedaron inconclusas. 
     
La obra no está terminada pero tiene una fuerza dramática admirable. Lo que está hecho sugiere lo que queda por hacer. Pero de todas maneras sigue siendo incierto el proyecto de Miguel Ángel. Con el Libro de Job Ravasi advierte algo semejante: el Libro de Job termina, pero el tema no se resuelve y queda planteado a un nivel más profundo. El dolor sigue siendo dolor, el inocente sigue sufriendo, y Dios sigue siendo Dios bueno y sabio. Lo maravilloso es que Dios no sólo entra en escena, sino que critica a los amigos de Job por no haber hablado rectamente de Él, como sí lo hizo su siervo Job [7]. Y los manda a todos a pedir por favor a Job que interceda por ellos. 
     
Los argumentos concretos utilizados a favor y en contra de las distintas posiciones quedan en segundo plano. La realidad histórica de la existencia de Job también. Lo que el autor sagrado ofrece en este texto, no sin la inspiración de Dios Espíritu Santo, es una ventana al misterio de Dios que dirige con amor y sabiduría los acontecimientos de su creación. La Providencia queda en el misterio porque la Providencia es la Providencia de Dios, que siempre queda en el misterio. 
     
Los que han hecho estudios bíblicos o los que al menos se han iniciado en exégesis sabrán a qué bibliografía recurrir. Yo me limito en esta presentación general a algunas ideas que ofrece el Libro del Pueblo de Dios y que nos pueden poner en tema.
     
“Por su excepcional valor poético y humano, el libro de Job ocupa un lugar destacado, no sólo dentro de la Biblia, sino también entre las obras maestras de la literatura universal. Su autor estaba perfectamente familiarizado con la tradición sapiencial de Israel y del Antiguo Oriente. Conocía a fondo los oráculos de los grandes profetas –especialmente las Confesiones de Jeremías y algunos escritos de Ezequiel– y había orado con los Salmos que se cantaban en el Templo de Jerusalén. Los viajes acrecentaron su experiencia y es probable que haya vivido algún tiempo en Egipto. Sobre todo, él sintió en carne propia el eterno problema del mal, que se plantea en toda su agudeza cuando el justo padece, mientras el impío goza de prosperidad” [8].
     
“Esta obra fue escrita a comienzos del siglo V a.C., y para componerla, el autor tomó como base un antiguo relato del folclore palestino, que narraba los terribles padecimientos de un hombre justo, cuya fidelidad a Dios en medio de la prueba le mereció una extraordinaria recompensa. Esta leyenda popular constituye el prólogo y el epílogo del libro. Al situar a su personaje en un país lejano, fuera de las fronteras de Israel, el autor sugiere que el drama de Job afecta a todos los hombres por igual” [9].
     
“No se puede comprender el Libro de Job sin tener en cuenta la enseñanza tradicional de los “sabios” israelitas acerca de la retribución divina. Según esa enseñanza, las buenas y las malas acciones de los hombres recibían necesariamente en este mundo el premio o el castigo merecidos. Esta era una consecuencia lógica de la fe en la justicia de Dios, cuando aún no se tenía noción de una retribución más allá de la muerte. Sin embargo, llegó el momento en que esta doctrina comenzó a hacerse insostenible, ya que bastaba abrir los ojos a la realidad para ver que la justicia y la felicidad no van siempre juntas en la vida presente. Y si no todos los sufrimientos son consecuencia del pecado (personal), ¿cómo se explican?” [10].
     
“Pero el autor no se contenta con poner en tela de juicio la doctrina tradicional de la retribución. Al reflexionar sobre las tribulaciones de Job –un justo que padece sin motivo aparente él critica la sabiduría de los antiguos “sabios” y la reduce a sus justos límites. Aquella sabiduría aspiraba a comprenderlo todo: el bien y el mal, la felicidad y la desgracia, la vida y la muerte. Esta aspiración era sin duda legítima, pero tendía a perder de vista la soberanía, la libertad y el insondable misterio de Dios. En el reproche que hace el Señor a los amigos de Job (42, 7), se rechaza implícitamente toda sabiduría que se erige en norma absoluta y pretende encerrar a Dios en las categorías de la justicia humana” [11].
     
“El personaje central de este libro llegó a descubrir el rostro del verdadero Dios a través del sufrimiento. Para ello tuvo que renunciar a su propia sabiduría y a su pretensión de considerarse justo. No es otro el camino que debe recorrer el cristiano, pero este lo hace iluminado por el mensaje de la cruz, que da un sentido totalmente nuevo al misterio del dolor humano” [12]. 
     
Tal vez a partir de estos datos podemos plantearnos si a las tradicionales cinco vías para alcanzar el conocimiento natural de Dios no se puede agregar una sexta vía, la vía del dolor, la vía del mysterium crucis, del misterio de la cruz, como parece dar a entender el Aquinate a lo largo de la Expositio. Podrá presentarse como vía del sufrimiento inocente, o vía de la cruz, según los enfoques, pero siempre son alusivas y el misterio al que nos abren es el del sentido del dolor y del mal en la historia de la humanidad y en la historia personal de cada creyente. De todas maneras no sería una vía en el sentido de las otras, sino per quandam analogiam, simplemente como camino existencial, no como razonamiento; como búsqueda de un sentido a partir del no-sentido del dolor del inocente, de las desgracias de los buenos y de la desahogada vida de los malos. Como veremos, este es el argumento central del Libro de Job tal como está en la Biblia y de la Expositio del Aquinate.
     
Así considerado, el Libro de Job no es en primer lugar un libro sobre la paciencia ni una invitación moral a crecer en las distintas virtudes tomando a Job como modelo, ni una escenificación que da vida a una proceso jurídico, con sus procedimientos y sus actores, como una especie de debate público, sino, como libro bíblico y libro sapiencial que es (no nos olvidemos que forma parte de los así llamados “libros sapienciales”) es un libro sobre el misterio de Dios y del sentido de su designio salvífico; no es un libro sobre la existencia de Dios, que es aceptada por Job y sus amigos, sino sobre su providencia sobre las cosas del mundo.
     
Santo Tomás justifica así el lugar del libro dentro de las Escrituras: “Después de la Ley dada por Dios, y después de los Profetas, entre los hagiográficos, esto es, entre los libros escritos con una sabiduría inspirada por el Espíritu de Dios con el fin de instruir a los hombres, en el primer lugar se coloca el Libro de Job: él está totalmente dedicado a mostrar con razonamientos probables que los acontecimientos humanos son regidos por la providencia divina” [13].
     
Siempre hay un sentido, siempre hay un proyecto de Dios, siempre hay un plan de Dios; esto forma parte del mensaje central de la obra. El libro nos habla de quién es Dios, de cómo es Dios, de cómo actúa con nosotros, de cómo gobierna, dirige, ordena, guía la marcha de la historia, siempre trascendente, siempre más alto, siempre inalcanzable. Nosotros, como Job, delante de lo que nos supera, delante del sentido que no comprendemos y que comprendemos como no-sentido, nos desorientamos, nos desubicamos, y pretendemos hacer valer nuestros derechos ante Dios. El dolor vivido y sufrido nos saca de quicio, nos hace excéntricos, en el sentido literal de que nos saca de nuestro centro y nos rebela contra Dios, contra los demás, contra nosotros mismos, contra la vida. El Comentario de Santo Tomás desarrolla todos estos temas mostrando que no podemos conocernos del todo, nunca desde lo racional, pero ni siquiera desde lo vivencial, y es desde ahí, desde la experiencia del dolor, que es intransferible en el que sufre y que es intransferible en el que ve sufrir, que podemos empezar a conocernos un poco más, descubrimos los impulsos que llevamos dentro, aprendemos a confiar en un sentido que existe pero que nos es velado. En este sentido hablaba más arriba de una vía para conocer a Dios a partir del misterio de la cruz, del mysterium crucis que vence el mysterium iniquitatis.
     
El rol de los demonios del Libro de Job, de los satanes que forman parte de la creación de Dios, como una especie de consejo de gobierno, precisamente, y en especial el rol de un Satán en particular, que en un libro judío del V siglo antes de Cristo tiene poco que ver con el satanás de la teología del Nuevo Testamento, está muy desarrollado. Este Satán del Antiguo Testamento consigue de Dios el permiso para torturar a Job, tratando de forzarlo a renegar de Dios y así demostrar que Job era piadoso porque las cosas le iban bien. No se ha escrito una historia de la tortura, pero de algún modo desde que existe la historia humana existe la tortura. El Libro de Job también ilumina este tema doloroso, que muestra uno de los peores aspectos de nosotros mismos: la decisión libre de hacer sufrir impunemente a una víctima inocente que no se puede defender.



III. Tercera parte


El Comentario de Santo Tomás a Job


Entrando ya en el Comentario de Santo Tomás, repasemos algunas opiniones de Antoine Dondaine en la introducción de la edición crítica leonina ya citada.


1. La exégesis bíblica como función básica de los maestros de teología en el s. XIII

Nos advierte Dondaine que en este tomo XXVI de la edición leonina la comisión que prepara el texto crítico del corpus tomasiano aborda un nuevo dominio de la actividad literaria y doctrinal del doctor Angélico: el de sus comentarios escriturísticos. El suceso de la Summa Teologiae y en general de sus grandes obras sistemáticas (como Super IV libros Sententiarum y Quaestiones disputatae) apartó la atención de los estudiosos de esta actividad exegética del Santo y de los frutos que podía producir. Incluso se la llegó a ver como un ornamento superfluo, inútil a la gloria de su autor y al avance de la teología.

Pero un conocimiento más exacto de las coyunturas temporales, institucionales y doctrinales en medio de las cuales apareció la obra de Santo Tomás, le restituye hoy su lugar fundamental en el conjunto original. No podemos olvidar, como estableció Denifle a fin del siglo XIX [14] y se confirmó a lo largo del siglo XX, que Tomás era, como todo Maestro en Teología en el siglo XIII, ante todo un magister in sacra pagina, y que su función esencial, en sus tres principales manifestaciones (lectura, disputatio, praedicatio), era la enseñanza de la Biblia.

A lo largo de su carrera docente, Santo Tomás leyó muchos libros de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Se han conservado los siguientes: el Comentario a Job, la Lectura sobre los tres nocturnos del Salterio, el Escrito sobre Isaías, el Escrito sobre Jeremías y las Lamentaciones, la Lectura sobre Mateo, la Lectura sobre Juan y el Comentario a las epístolas de San Pablo. Aunque no pertenece a las obras de la docencia, hay que incluir aquí, por el objeto que trata, el Comentario continuo a los Evangelios, encomendado por el Papa Urbano IV y más conocido como Catena aurea. Por otra parte, es una verdadera lástima que el Comentario auténtico al Cantar de los Cantares se haya perdido. Una edición que se puede encontrar en las librerías es absolutamente apócrifa y aprovecha la circunstancia de que nunca se conoció el original, lucrando con la curiosidad de los lectores.


2. La autenticidad de la obra y su título

Afortunadamente la cuestión de la autenticidad no ofrece ningún problema; esto es, la atribución de este Comentario a Job a Santo Tomás de Aquino es correcta y está atestiguada directamente por dos de sus alumnos y discípulos: Tolomeo de Lucca y Guillermo de Tocco. Dice Tolomeo de Lucca en su Historia ecclesiastica nova [15]: “En esta época, (del Papa Urbano IV) … Tomás … expuso Job”. Y Guillermo de Tocco, que fue alumno de Santo Tomás durante su enseñanza en Nápoles (1272-1273), nos deja un testimonio que es a la vez un elogio: “Escribió … literalmente sobre Job, lo que ningún doctor había tratado de hacer exponiendo la profundidad del sentido literal, al que ninguno había podido llegar” [16]. El testimonio de la tradición manuscrita asegura que a fin del s. XIII y a principios del XIV, la Expositio super Iob era considerada una de las obras de Tomás [17].

En cuanto al título, después de considerar varias familias de manuscritos diferentes y teniendo en cuenta incluso los inventarios de las obras y los apuntes que los libreros de París alquilaban a los copistas o vendían a los estudiantes, entre los cuales se contaba la Expositio, la edición crítica señala como título “Expositio super Iob ad litteram” [18]. 

En una lista publicada por Denifle en 1891, queda certificado que un librero de París, Andrés de Sens, alquilaba a los copistas los veinte fascículos de un comentario a Job del Hermano Tomás por 15 denarios [19]. Estos datos garantizan la atribución a Tomás, dado que el comercio de libros escolares estaba supervisado directamente por la Universidad. Si un librero reconocido por la Universidad alquilaba ya en esa época un ejemplar de la Expositio super Iob bajo el nombre del Hermano Tomás, significa que la autenticidad de la obra era indiscutible en el ambiente siempre exigente de la propiedad intelectual.


3. La fecha de composición

Las informaciones que tenemos se reducen a lo que nos dice Tolomeo de Lucca: “También escribió en época del mismo pontífice (Urbano IV) el libro Contra los gentiles y las Cuestiones del alma. Expuso Job y compuso algunos otros opúsculos” [20]. Esto significa, más exactamente, entre agosto de 1261 y octubre de 1264, al comienzo de la enseñanza de Tomás en la escuela dominicana junto a la Curia Pontificia, establecida por entonces en Orvieto. Se descarta expresamente que Tomás la hubiera escrito en París durante la segunda época de enseñanza parisina, y Dondaine expresa los motivos [21].
 
En cuanto al origen napolitano de la tradición manuscrita, más precisamente a partir del convento dominicano Santo Domingo Mayor en Nápoles, remitimos a la introducción del texto leonino ya que supera la intención de nuestra conferencia [22]; en cambio sí nos parece oportuno hacer presente que en la época de la redacción de la Expositio, Tomás estaba dando los últimos retoques (o incluso terminando) la Suma contra Gentiles, que había comenzado en París [23], y conviene poner de manifiesto los paralelismos entre ambas obras. 
     
La Contra Gentiles no es una obra polémica, y no refleja el áspero espíritu polemista de la segunda enseñanza de Tomás en París, sino una obra de sabiduría y de contemplación que sorprende al lector por la serenidad del discurso de Santo Tomás, que hace absolutamente abstracción de coyunturas temporales y de las ácidas referencias a los “moderni”, como llamaban entonces a los averroístas [24]. Sabemos que esas referencias en las que expresa su impaciencia y su indignación ante ciertas afirmaciones son una de las características del temperamento del Angélico que se manifiestan a menudo en sus escritos de controversia [25]. 
     
Nada de esto encontramos en la Expositio super Iob, que en su género particular de comentario a un texto bíblico, tiene la misma inspiración de fondo que la Contra Gentiles. En ambas obras se respira el mismo clima, la misma serenidad, la misma profundidad en la expresión de la verdad, la misma ausencia de referencia a coyunturas temporales. Además están los paralelismos temáticos: el misterio de la providencia, que es uno de los principales de la Expositio, está extensamente tratado en la Contra Gentiles. No sólo eso. En realidad, los textos sobre la providencia de la Contra Gentiles son los textos sistemáticos más largos y más profundos del Aquinate sobre el tema [26]. Es frecuente, por otra parte, que un autor que escribe o piensa simultáneamente varias obras, deje huellas de unas en las otras. Esto se verifica en nuestro caso, ya que hay alrededor de cincuenta citas del Libro de Job en los cuatro libros de la Contra Gentiles. Estas correspondencias son normales si las dos obras se compusieron en la misma época, aunque la Contra Gentiles respondía a las exigencias de la cátedra parisina y la Expositio era un trabajo privado en la corte pontificia de Orvieto.


4. El carácter de la Expositio
     
Como explica Dondaine, lo notable de esta obra es la evolución interpretativa que marca Santo Tomás con relación a los otros comentadores de las Escrituras, en una línea de interpretación textual que lo acerca a la exégesis contemporánea. Hasta entonces la Escritura se explicaba en orden a la enseñanza de la teología y sobre todo, a través de alegorías, en orden al aprovechamiento espiritual y moral. El sentido literal se reconocía, pero era como un trampolín para otros sentidos. Va a ser Santo Tomás el que innove deteniéndose en el valor del texto mismo y del sentido literal del texto como fundamento de los otros sentidos. No es que antes no se hubiera intentado nunca (pensemos por ejemplo en los algunos comentarios literales de San Agustín), pero fue después de esta obra del Aquinate cuando la exégesis literal recobró para siempre un peso propio en los estudios bíblicos. 
     
En el caso concreto de Job, el mérito de Tomás es mayor, ya que la obra por excelencia que hasta entonces comentaba Job era la del Papa San Gregorio Magno, estructurada precisamente como comentarios morales acerca del Libro de Job, dejando a la posteridad una referencia imposible de soslayar. La dificultad estaba en revertir la opinión del citado pontífice, que había propuesto evitar un comentario literal en el caso del Libro de Job. Lo afirma expresamente el San Gregorio en la carta dedicatoria del texto al obispo de Sevilla, San Leandro: “unas veces hemos dejado de exponer una abierta historia de las palabras para no terminar cayendo en cuestiones más oscuras, y otras no hemos querido hacer una interpretación según la letra para evitar que en vez de dar instrucción a los que leen termináramos haciéndolos caer en el error” [27]. Esta opinión de San Gregorio, acerca de la imposibilidad de encontrar un sentido literal a ciertos pasajes del libro, fue admitida como un dogma por los siglos posteriores [28]. Entre los ejemplos que se citaban al respecto estaba una de las imprecaciones de Job afligido sobre el día de su nacimiento, en el capítulo 3: Perezca el día en que nací, y la noche en que se dijo “ha sido concebido un hombre”
     
Algunos comentaristas, como Bruno de Asti y Rolando de Cremona, habían descartado ese y otros textos en cuanto a cualquier posible interpretación literal. Y hay constancias de que en un programa de estudio de la Sagrada Escritura confeccionado a mediados del s. XII, es decir, un siglo antes de la redacción de la Expositio, se deja para el último lugar la lectura de los Salmos, de Job y del Cantar de los cantares, ya que ninguno de ellos es susceptible de una interpretación útil y en ellos es el sentido alegórico el que tiene prioridad” [29]. 
     
Esta “tradición gregoriana” reinará hasta mediados del s. XIII, en que será superada por el genio de Santo Tomás. En algunos casos el recurso a las alegorías prescindiendo de las palabras, diluía de tal manera el texto que el oyente perdía de vista la intención general de la obra; la multiplicación de las divisiones y subdivisiones distraían más de lo que ayudaban; la acumulación de textos de las auctoritates (bíblicas o patrísticas) para ilustrar algunas palabras, obligaban a un esfuerzo constante para no dispersar la atención del versículo que de hecho se estaba interpretando; en conclusión, el sentido literal no sólo pasaba a un segundo plano sino que muchas veces era sacrificado al sentido espiritual y moral. La novedad de la Expositio de Santo Tomás fue romper con ese método exegético y comenzar a explicar el texto tal como estaba, con sobriedad, ateniéndose a su tenor literal [30].
     
Ya hemos citado al principio de la conferencia un fragmento del Prólogo en el que Santo Tomás afirma su intención principal: “Intentamos, pues, a manera de compendio según nuestra posibilidad y confiando en contar con el auxilio divino, exponer este libro que se titula El beato Job, según su sentido literal: ya que sus misterios tan sutil y elocuentemente han sido desvelados por el beato papa Gregorio que nos parece que no hay nada más que agregar” [31]. En el contexto de la historia de la exégesis, este fragmento es importante porque nos muestra que en la concepción del sentido de las Escrituras que tiene Santo Tomás, el sentido literal es el fundamento del sentido espiritual. 
     
Lo vuelve a afirmar inequívocamente en el capítulo I: “esto es propuesto simbólicamente y bajo enigma, según la costumbre de la Sagrada Escritura, que describe las cosas espirituales bajo figuras de cosas corporales … Y aunque las cosas espirituales se propongan bajo figuras de cosas corporales, aún esas cosas que se entienden de lo espiritual a través de las figuras sensibles, no pertenecen al sentido místico sino al sentido literal, ya que el sentido literal es el primero que se intenta con las palabras, ya se hable en sentido propio ya en sentido figurado” [32].
     
Para un teólogo como Santo Tomás, sólo el sentido literal puede ser objeto de reflexión científica; sólo el puede ser prueba en una argumentación racional teológica, porque significa inmediatamente lo que tenía en vista el autor del texto sagrado. Aborda el Libro de Job con la preocupación de redescubrir su verdadera significación, y apartándose de los comentarios alegóricos que oscurecían su sentido literal, explica versículo por versículo y a veces palabra por palabra, abriendo la inteligencia a la comprensión, sin apartarse del sentido de las palabras ni de las cosas, con una sabiduría  teológica y con una maestría dignas de sus mejores obras. En este sentido la Expositio in Iob, en su medida y en su contexto propio, puede compararse directamente con la Suma Contra Gentiles.


5. Tomás y la exégesis judía
     
Un tema insoslayable pero que sólo menciono para que lo trabajen los especialistas, es la dependencia de Santo Tomás de la exégesis judía. El diálogo inter-religioso no es un invento de hoy, y había centros culturales europeos, sobre todo a partir del s. XIII, -como se constata claramente en la Universidad de Nápoles por obra de Federico II-, que estaban abiertos a la cultura cristiana, judía y musulmana. Pocos años antes de la docencia parisina de Tomás, circulaba en el mundo culto un texto del Rabino Moisés Maimónides que desde Córdoba en España había llegado a ser conocido no sólo por judíos españoles sino por judíos, musulmanes y cristianos cultos de los centros universitarios de entonces. Me refiero a Dux neutrorum, también llamado Dux seu Director dubitatium aut perplexorum, que se divulgó en España como Guía de los perplejos. Dondaine cita a Maimónides según la versión latina medieval que conoció Santo Tomás, que se editó y publicó dos siglos y medio después en el Renacimiento, por A. Justiniano [33].



6. El tema principal de la Expositio según Santo Tomás y Maimónides


6. a) El planteo de la Guía de los perplejos
     
Inmediatamente a continuación de la referencia a la inspiración que Maimónides brinda a Santo Tomás sitúo la cuestión del tema principal de la Expositio, y ahora veremos porqué. La edición crítica leonina afirma que “la inspiración inicial de la Expositio viene irrefutablemente de la lectura de algunos capítulos de Dux neutrorum de Moisés Maimónides” [34]. Señala que es evidente el paralelo que hay entre el rápido resumen de las opiniones sobre el problema del gobierno divino -que hace Santo Tomás en el principio del Prólogo-, y el mismo tema, más desarrollado, en la Guía de los perplejos [35]. Allí el Rabino Moisés propone que en algunas cuestiones de difícil solución o insolubles porque superan la capacidad humana al adentrarse en el misterio de Dios, es necesario no pretender dar por agotada la discusión, sino limitarse a presentar los distintos aspectos del tema, a través del género literario de la discusión de los sabios sobre dichos temas que nos superan. Cuando en la Guía trata del conocimiento que Dios creador tiene de las criaturas y de cómo las gobierna, Maimónides alude al ejemplo de Job para afirmar que las cosas admirables que le suceden a Job son en realidad una parábola para manifestar las distintas opiniones de los hombres acerca del tema en cuestión [36]. Y uno de los temas en cuestión es si la Providencia –que judíos y cristianos aceptan, cada uno a su manera, abarca sólo las criaturas racionales o también a cada una de todas las criaturas, y qué lugar tiene el mal y el dolor físico y moral en el gobierno providencial del mundo, en particular el dolor y el sufrimiento del inocente.


6. b) Veamos algunos textos de Maimónides
     
Dice en el resumen preliminar que introduce el capítulo XXII de la Guía: “El libro de Job no tiene otro objeto que el de explicar la existencia del mal físico y moral en el mundo creado por Dios, fuente de todo bien. En el prólogo de este libro, los hijos de Dios representan el mundo superior, es decir, las Inteligencias y las esferas que son el bien absoluto, directamente emanado de Dios; Satán representa la privación que acompaña a la materia sublunar y es la fuente del mal” [37]. Y dice al comenzar propiamente el texto del capítulo XXII: “La historia de Job, tan extraña y tan sorprendente, se relaciona con el asunto en que nos ocupamos; quiero decir que ella es una parábola que tiene por objeto exponer las opiniones de los hombres sobre la Providencia…  En suma, que haya existido (Job) o no, los lectores en todo caso fueron sumidos en perplejidad por su historia tal como ella nos es contada; de modo que se ha objetado contra la ciencia y la Providencia de Dios lo que ya he mencionado, esto es, que el hombre virtuoso y perfecto, lleno de probidad en sus acciones, y que tiene el mayor cuidado en evitar los pecados, es sin embargo atacado, golpe sobre golpe, de grandes desgracias, en su fortuna, en sus hijos y en su persona, sin haberlo merecido por pecado alguno. Según ambas opiniones, que Job haya existido o no, el prólogo del libro … es para el hombre inteligente, indudablemente una parábola. Sin embargo, no es ella una parábola como otras, sino una parábola a la que se vinculan pensamientos profundos, cosas que forman el misterio del universo, y que sirve para aclarar oscuridades y para manifestar las más altas verdades. Te diré de ello todo lo que puede decirse. Y te referiré las palabras de los doctores que han despertado mi atención sobre todo lo que he podido comprender de esa importante parábola” [38].


6. c) Convergencias y divergencias entre Santo Tomás y Maimónides
     
Santo Tomás adopta el mismo punto de vista al principio de la Expositio: “Ya que … la intención de este libro está toda ordenada a mostrar de qué manera las cosas humanas son regidas por la providencia divina, se antepone como fundamento de toda la disputa cierta historia en la que se cuenta la múltiple aflicción de un hombre justo” [39]. Esto da un marco teológico para hacer el viaje textual por el Libro de Job sin desorientarnos ni pasar imprevisiblemente a las reflexiones morales y piadosas, que son secundarias en la intención del autor sagrado, tal como lo ve Santo Tomás. En realidad, el Prólogo mismo nos ponía en esa línea: “…  toda la intención del Libro de Job se resume en que a través de razones probables se manifieste que la divina providencia rige las cosas humanas” [40].
     
Maimónides y Tomás coinciden además, por lo menos en una primer aproximación, en que intentan una reflexión filosófica o sapiencial sobre el texto sagrado. Cuando Maimónides presenta el resumen preliminar que introduce el capítulo XXIII, dice: “Job y sus amigos están de acuerdo sobre la omnisciencia y la justicia de Dios; pero ellos difieren sobre la Providencia. La opinión de Job es análoga a la de Aristóteles; la opinión de Eliphaz, a la de los doctores; la opinión de Bildad, a la de los Motazales; la opinión de Sophar, a la de los Ascaritas; en fin, la opinión de Eliú, a la profesada por el autor de la presente obra” [41]. Santo Tomás sigue a lo largo de su comentario un camino paralelo, pero empieza a separarse de Maimónides cuando al rechazar como equivocada la opinión de Eliú, rechaza consecuentemente la de Maimónides mismo.
     
Otro texto que muestra una diferencia de postura teológica es el que pretende justificar las pruebas de Job. Para Maimónides la respuesta de Eliphaz era correcta ya que atribuía las pruebas al castigo de pecados que Job no reconocía, a manera de una pena debida: “La opinión de Eliphaz en esta tentación es una de las opiniones que se han mencionado acerca del cuidado (de las cosas) por parte del creador, ya que el (Eliphaz) dice que todo lo que le acontece a Job, sucede según lo debido, ya que él tenía pecados, por los cuales aquella pena era debida … Creo que la opinión que se atribuye a Job es similar a la opinión de Aristóteles, mientras que la opinión de Eliphaz es semejante a la nuestra” [42]. Pero Santo Tomás refuta esta justificación de las pruebas de Job que ofrecen Eliphaz y Maimónides  afirmando que las adversidades temporales no son la pena propia de los pecados, de lo que precisamente se trata en todo el libro [43].
     
Así se ponen los límites entre las posturas doctrinales de ambos autores, que Dondaine explica con detalle, mostrando que la referencia a la obra de Maimónides es en cuanto motivo inspirador, incluso de la manera de presentar algunos temas, pero no en cuanto a los contenidos [44]. Santo Tomás termina tomando bastante distancia de la obra como conjunto, cosa que no hace San Alberto Magno, que termina demostrándose mucho más deudor de Maimónides que Santo Tomás [45].


7. El método del comentario 
     
Como última parte de la conferencia elegí describir la manera en que Santo Tomás comenta el texto, porque simultáneamente nos dará pie para leer algunos fragmentos de la obra.
     
San Gregorio había visto en el Libro de Job una exhortación a la paciencia en las dificultades; según él, Dios permitía que el justo fuera flagelado para que se manifestara su constancia en el sufrimiento. Era un enfoque moralizante. Con Santo Tomás hay un giro copernicano (y muy audaz, al meterse en un camino que había sido descartado expresamente por San Gregorio y toda la tradición posterior que se apoyaba en su magna autoridad), y la historia de Job se transforma para Tomás en el tema de una discusión que ofrece al creyente profundizar en las raíces metafísicas del problema de la providencia. Los límites del debate son fijados por un hecho que se presenta como real: el objeto en discusión es el sufrimiento de un justo. Esta realidad del hecho es afirmada por Santo Tomás cuando reconociendo que para muchos la historia de Job es sólo parábola, y debe respetarse a quienes piensen así, para él es un hecho que hay que explicar y que se nos ofrece en la Biblia para sacar a luz distintos aspectos de la cuestión del gobierno del mundo. Las “perplejidades” comienzan –para poner de algún modo nuestra conferencia bajo la inspiración de Maimónides, cuando se pasa de los males y calamidades naturales al mal moral, que depende de la libertad, y al hecho comprobado de que evidentemente justos y pecadores sufren igualmente males físicos y morales.
     
Escribe Santo Tomás en el Prólogo: “Se procede en este libro para alcanzar el propósito, a partir de la suposición de que las cosas naturales son gobernadas por la providencia divina. Lo que más evidentemente parece impugnar la providencia de Dios acerca de las cosas humanas es la aflicción de los justos. Porque si ya en un primer momento parece irracional y contrario a la providencia que a los malos a veces les sucedan cosas buenas, lo que sin embargo puede tener alguna excusa en la misericordia divina, en cambio parece demoler totalmente los fundamentos de la providencia el que los justos sean afligidos sin causa. Se propone entonces para desarrollar la cuestión mencionada, una especie de caso de discusión: la múltiple y grave aflicción de cierto varón perfecto en todas las virtudes que es llamado Job” [46].
     
Para no oponerse a San Gregorio, a quien por otra parte admira y cuyo comentario alegórico elogia, encuentra una vía ingeniosa. San Gregorio descartaba la posibilidad de un comentario literal de frases como las que decían: “desaparezca el día que nací, … que aquella noche sea estéril, … que la maldigan los que maldicen los días…” [47] y otras directamente ofensivas contra Dios porque las encontraba blasfemas o impropias del santo Job que el autor sagrado proponía como ejemplo. Tomás dice que las frases literales de Job pueden tomarse por lo menos en tres sentidos, y que el análisis teológico va a depender de en cuál de los tres sentidos se deba interpretar la frase de Job en ese momento: a veces el discurso de Job nace del afecto de la sensibilidad, a veces de la deliberación racional contra sus amigos, y finalmente, a veces proviene de la inspiración divina. En esos casos, como la razón humana debe ser dirigida por la inspiración divina, Job mismo se corrige de los excesos expresados bajo la presión del dolor [48]. Este enfoque de los tres orígenes del discurso de Job le permite a Santo Tomás un acercamiento a los textos que siempre respeta el sentido literal pero que lo pone en contexto. Así se constituye en un precursor de ciertos aportes válidos de la filosofía hermenéutica en general y de la noción de horizonte hermenéutico en particular.


8. Género literario
     
El género literario que corresponde a un comentario literal permite a Santo Tomás abrirnos su corazón y su inteligencia con respecto a los temas más variados. Mientras en las Sumas y en las Cuestiones se empieza planteando temas determinados, y las citas y los ejemplos apuntan a iluminar ese tema determinado, aquí en cambio el tema es seguir la letra, y la letra abre posibilidades de reflexión en todos los órdenes del saber. De manera que resultaría poco útil, o por lo menos poco práctico, un índice de temas que quisiera ser estricto y minucioso. Porque aquí y allá se repiten y completan brevísimas alusiones a variadísimos temas. Esto hace la lectura mucho más atractiva para el que se deja llevar por el Maestro sin estar buscando la definición urgente y taxativa de alguna doctrina tomista. La obra puede ser leída entre nosotros como una obra espiritual para un lector de cultura media, supuesto que cuando se haga la traducción al castellano se haya optado por un lenguaje llano y accesible. Cada uno deberá ir haciéndose su propio índice de las reflexiones que el Santo propone. 


9. Un ejemplo de la manera de comentar en la Expositio y la iluminación del tema de la amistad

Para mostrarles un ejemplo concreto de la manera de comentar, elegí el tema de la amistad, que Santo Tomás desarrolla a partir de otro hecho presentado como real: los que parten de lejos para consolar a Job son amigos suyos, y van porque son sus amigos. Sabemos que para Santo Tomás la amistad es una de las formas de la caridad, y con ocasión de la visita de los tres amigos a Job para consolarlo por las calamidades que lo sorprendieron, nos deja algunas reflexiones que pueden ayudarnos más inmediatamente en nuestra vida espiritual que las proposiciones teológicas sobre la Providencia y el gobierno del mundo, necesitadas de mediaciones que se desarrollan a lo largo del texto pero en las que no podemos detenernos ahora. Los textos muestran al Santo Tomás amigo, y nos invitan a repensar nuestra manera de ser amigos y de vivir la amistad.
     
Dice al comentar el capítulo 1 del Libro de Job, desde el versículo 20 donde dice “Entonces Job se puso de pie y rasgó sus vestiduras…”: “Tengamos en cuenta que dice entonces, esto es, después de haber recibido la noticia de la muerte de los hijos, para evidenciar que él está más dolorido por perderlos a ellos y no a sus bienes. En efecto, es propio de un corazón duro y sin sentimientos no sufrir por los amigos desaparecidos, así como es propio de una persona virtuosa experimentar una pena, aunque no desconsiderada”.
     
Pasemos al capítulo 2, versículo 11, donde dice: “Habiéndose enterado los tres amigos de Job de todas las desventuras que se habían abatido sobre él, partieron cada uno de su región”. Comenta Tomás: “El diablo quería llevar a la exasperación el ánimo del beato Job, no sólo sirviéndose de la esposa sino también de los amigos, los cuales, aunque habían venido a consolarlo, prorrumpieron en palabras de reproche … Ya que son ellos los interlocutores de casi todo el debate que se desarrolla en este libro, tengamos en cuenta que estas tres personas pensaban como Job en un determinado aspecto, por lo que son llamados sus amigos; pero en otro aspecto todos y cada uno de los tres pensaban diferente de Job … Lo que sigue evidencia que estos tres amigos de Job habían venido con la intención de consolarlo: …los cuales se pusieron de acuerdo para ir a expresarle sus condolencias y consolarlo, comportándose así como verdaderos amigos que no lo abandonaban en el momento de la desventura. Está escrito en efecto: en la tristeza y en la maldad del hombre se conoce al amigo [49]. Mientras tanto, ya la visita misma de por sí le daba algún alivio a Job. 
     
Además lo consolaban con los hechos, haciéndole presente los signos de su compasión; es en efecto una cosa extremamente placentera ver un amigo y estar con él. Lo consolaban con los hechos dándole testimonio de su compasión; esta es precedida por un evento que la estimula, cuando se dice (v. 12): levantaron los ojos desde lejos, pero no lo reconocieron. El rostro de Job estaba de hecho irreconocible por las llagas, por su túnica y por el resto de la ropa, y además por la pérdida de los bienes; la expresión de lejos se refiere a la distancia desde la cual puede reconocerse un hombre. Esta transformación suscitó en los amigos la tristeza y la compasión que ellos le manifestaron de manera tangible; de hecho sigue y gritando, esto es, por el gran dolor, lloraron y se rasgaron las vestiduras, se arrojaron polvo sobre sus cabezas, como signo de humillación y de desolación, considerándose como golpeados ellos mismos por la aniquilación del amigo. Y agrega hacia el cielo, como queriendo suscitar la misericordia celeste con esa humillación. 
     
Tomemos nota de que la compasión de los amigos consigue un alivio, sea porque la desgracia es como un peso que se hace más liviano si se lleva entre muchos, sea –más todavía, porque cualquier tristeza puede endulzarse un poco si se le mezcla algo agradable. Ahora bien, da mucho placer constatar que alguien siente amistad por nosotros, lo que se aprecia especialmente por su solidaridad con nuestras desgracias, y por eso nos da consuelo. Los amigos no se limitaron a consolar a Job participando de su dolor, sino ofreciéndole también su compañía; de hecho el texto sigue (v. 13) permanecieron sentados junto a él, sobre la tierra, siete días y siete noches. Sin embargo esto no se entiende todo ese tiempo seguido, sino en determinadas horas, en cuanto angustiado como estaba, tenía necesidad de consuelo por un período prolongado. 
     
Sin embargo, todavía no le daban el tercer y más eficaz testimonio de consuelo, es decir, la palabra. Leemos, en efecto, ninguno, sin embargo, le dirigía la palabra. La causa de tal silencio es formulada en la frase que sigue, porque veían que su dolor era inmenso. La motivación de tal silencio se encuentra más en la valoración subjetiva de quien conforta que en el estado de ánimo del que sufre. Es verdad en efecto que cuando uno está aplastado por el dolor, no está atento a las palabras de quien le habla para consolarlo, por lo que un poeta dice: “quién, salvo un inconsciente, no se aparta para dejar que una madre llore el cadáver de su hijo” [50].  Job, en cambio, no estaba tan fuera de sí que no pudiera escuchar palabras de consuelo, sino más bien encontraba por sí mismo consuelo en la sabiduría, como resulta de sus palabras citadas más arriba”. Hasta aquí el texto de la Expositio



IV. Cuarta parte


Conclusión


Espero que esta breve presentación de la obra los entusiasme no sólo para leerla, sino para difundir los comentarios bíblicos de Santo Tomás, y así hagamos conocer un aspecto del Aquinate diferente del docente universitario, del académico polemista; un aspecto que nos ponga más en la línea de lo que él fue y quiso ser: un maestro de Sagrada Escritura, un fraile predicador, un hijo de Santo Domingo que vivió el carisma de la Orden, que es la gracia de la predicación; un santo al que le debemos más devoción que admiración. Muchas gracias.





Pbro. Dr. Carlos Alfredo Taubenschlag






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Notas:

[1] WEISHEIPL, JAMES A. Tommaso d´Aquino. Vita, pensiero, opere. Jaca Book (Milano 1987). Primer edición en inglés: Friar Thomas d´Aquino: his life, thought and work. Doubleday & Co. (New York 1974). 

[2] SANCTI THOMAE DE AQUINO. Opera Omnia iussu Leonis XIII P.M. edita. Tomus XXVI. Expositio super Iob ad litteram. Cura et Studio Fratrum Praedicatorum (Romae, ad Sanctae Sabinae 1965).

[3] S.TOMMASO D´AQUINO. Commento al Libro di Giobbe. Introduzione, traduzione e riflessioni conclusive a cura di Lorenzo Perotto. Edizioni Studio Dominicano (Bologna 1995).

[4] Las conferencias han sido publicadas en cuatro audiocassettes por el Centro editoriale dehoniano, Edizioni Dehoniane Bologna EDB (Bologna 2002).

[5] Intendimus enim compendiose secundum nostram possibilitatem, de divino auxilio fiduciam habentes, librum istum qui intitulatur Beati Iob, secundum litteralem sensum exponere; eius enim mysteria tam subtiliter et diserte beatus papa Gregorius nobis aperuit ut his nihil ultra addendum videatur (Prol. 96-102).

[6] ECO UMBERTO, OPERA APERTA. Forma e indeteminazione nelle poetiche contemporanee. Bompiani (Milano 1995).

[7] Cfr. Jb 42, 7: “…el Señor dijo a Elifaz de Temán: mi ira se ha encendido contra ti y contra tus dos amigos, porque no han dicho la verdad acerca de mí, como mi servidor Job”. Libro del Pueblo de Dios, Fundación Palabra de Vida – San Pablo (Madrid 1995).

[8] Libro del Pueblo de Dios. Introducción a Job, pág. 922

[9] Ibid.

[10] Ibid.

[11] Ibid.

[12] Ibid.

[13] Prol. 51-57: “… et ideo post Legem datam et Prophetas, in numero hagiographorum, idest librorum per Spiritum Dei sapienter ad eruditionem hominum conscriptorum, primus ponit liber Iob, cuius tota intentio circa hoc versatur ut per probabiles rationes ostendatur res humanas divina providentia regi”.

[14] DENIFLE H. Revue Thomiste 2 (1894) 149-161.

[15] Lib. XXII c.24: isto autem tempore (scil. Papae Urbani IV), … Thomas … exposuit Iob.

[16] GUI Bernardo, Legenda sancti Thomae de Aquino: Scripsit … super Iob ad litteram, quem nullus doctor litteraliter tentavit exponere propter profunditatem sensus litterae, ad quem nullus potuit pervenire. In quo opera, quasi inter Iob et amicos suos arbiter fuisset de communi concordia positus, sic respondit ex utraque parte ad singula, velut si quislibet quod proponebat arguere, potuisset ei oretenus revelare. 

[17] Dondaine 15* (los números con asterisco corresponden a las páginas de la introducción del texto crítico leonino).

[18] Dondaine 15* y 31*.

[19] La lista fue publicada por H. Denifle y Ae.  Chatelain: Chartularium Universitatis Parisienses, t. II (Parisiis 1981) n. 642. El Comentario o Postilla es mencionado en la pág. 108. Cf.  Dondaine 15*.

[20] Archivum Fratrum Praedicatorum 31 (1961) p. 151: Scripsit etiam tempore eiusdem pontificis (à savoir Urbain IV) librum Contra gentiles et questiones de anima. Exposuit Iob et quedam alia opuscula fecit.

[21] Dondaine 17*.

[22] Dondaine 19*.

[23] GAUTHIER A., Introduction à “Contra Gentiles” (traduction française de R. Bernier et M. Corvez), t. I (Paris 1961) pp. 32-59.

[24] Tanto los conceptualizaban como “modernos” que el Padre Cornelio Fabro, en un curso en el Angelicum de Roma en 1988, al simplificar en un ejemplo la descripción de la situación en la universidad de París en la época de Santo Tomás  llama a los averroístas los  “progresistas” de entonces, mientras que los agustinianos eran los “conservadores” (Colloquio 19 ottobre 1988, all´Istituto  San Tommaso d´Aquino). Y Ravasi afirma en las conferencias citadas que mientras los tres amigos de Job representan la teología tradicional, Eliú representa la teología innovadora.

[25] Dondaine 17*.

[26] CG III, 64-113.

[27] SANCTI GREGORII MAGNI. Moralium libri XXXV. Epistola. PL 75, 513 D.

[28] Dondaine 26*.

[29] “…ad ultimum Psalterium, et Iob, et Cantica canticorum, in quibus quia nullus intellectus ad litteram utilis est, de Christo et Ecclesia statim primo legantur” (Anonymi epistola ad Hugonem amicum), en E. Martène-U. Durand, Thesaurus novus anecdotorum, t. I (Parisiis 1717, col. 489).

[30] Dondaine 26*.

[31] “Intendimus enim compendiose secundum nostram possibilitatem, de divino auxilio fiduciam habentes, librum istum qui intitulatur Beati Iob, secundum litteralem sensum exponere; eius enim mysteria tam subtiliter et diserte beatus papa Gregorius nobis aperuit ut his nihil ultra addendum videatur”  (Prol. 96-102).

[32] Cap. I 223-234.

[33] Rabi Mossei Aegyptii Dux seu Director dubitantium aut perplexorum (Parisiis 1520). Dondaine toma, por su parte, a manera de corrección, algunas lecciones del codex Vat., Ottob. Lat. 644.

[34] Dondaine 27*.

[35] Dux neutrorum III, 18: Opiniones hominum circa curam…

[36] “In hac autem questione et in omnibus aliis questionibus que non possunt demonstrari, necesse est ut disputetur de eis et procedatur talibus viis qualis est ista quam disputavimus in hac questione, scilicet in scientia creatoris quantum ad omnia que sunt extra ipsum. Ratio mirabilis de Iob attinet rationi in qua sumus, scilicet quod est parabola ad ostendendum hominum opiniones in cura” (III, caps. 22-23).

[37] AA.VV. Maimónides. Edición de la Sociedad Hebraica Argentina con motivo del 8º centenario del nacimiento de Maimónides (Buenos Aires 1935). Selección de textos de la Guía de los perplejos, p. 417.

[38] Idem  p.417-418.

[39] Cfr. I, 1-6: “Quia … intentio huius libri tota ordinatur ad ostendendum qualiter res humanae providentia divina regantur, praemittitur quasi totius disputationis fundamentum quaedam historia in qua cuiusdam viri iusti multiplex afflictio recitatur”.

[40] “… ponitur liber Iob, cuius tota intentio circa hoc versatur ut per probabiles rationes ostendatur res humanas divina providentia regi” (Prologus 55-57).

[41] AA.VV.,  Maimónides, 423.

[42] III, 23 (En Dondaine está citado erróneamente el cap. 24).

[43] “Adversitas temporalis non est propria poena peccatorum, de quo fere in toto libro quaestio erit” (I 522).

[44] Dondaine 26*-27*.

[45] Dondaine 28*.

[46] Prol 58-71.

[47] Jb 3, 1-8.

[48] Ch. 39, 370-379.

[49] Ecl (Sir) 12, 8-9, en el Libro del Pueblo de Dios: No es en las buenas cuando se conoce al amigo, ni en las malas se oculta el enemigo. En las buenas los enemigos se entristecen, y en las malas hasta el amigo se aleja.

[50] OVIDIO, Remedia amoris,  v. 127.





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El Comentario de Santo Tomás al Libro de Job
P. Carlos Taubenschlag






1 comentario:

  1. Es obligatoria para todo católico de buena fe la lectura en Adelante la Fe de la entrevista a Viganó porque suministra ciertas verdades que todo hombre debe tener presente para conocer la realidad en que vive, la entrevista se publicó hoy 09/03/21 y pedimos que difundan la misma para su lectura y para que los católicos comiencen a pensar y no fingir una ingenuidad con la que está empedrado el camino al infierno.

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