lunes, 22 de mayo de 2023

El «Corazón Racional» de San Anselmo presentado por Benedicto XVI: Clave de la Relación Espiritualidad-Estudio - P. Pedro Edmundo Gómez OSB

El «Corazón Racional» de San Anselmo presentado por Benedicto XVI:
Clave de la Relación Espiritualidad-Estudio
P. Pedro Edmundo Gómez OSB


Primera Conferencia del XVII Curso Anual 2023 del Centro Pieper titulado «Aproximación a los Doctores de la Iglesia».


[Centro Pieper] El Centro de Humanidades Josef Pieper de Mar del Plata (Argentina), tiene el agrado de invitarlos a participar de la transmisión de la Conferencia del P. Pedro Edmundo Gómez (Monje Benedictino) titulada “El «Corazón Racional» de San Anselmo presentado por Benedicto XVI: Clave de la Relación Espiritualidad-Estudio”

Esta Conferencia se transmitirá en vivo el próximo viernes 26 de Mayo a partir de las 19:30hs de Argentina. 

Podrá ser vista gratuitamente por el Canal de YouTube del Centro Pieper en el siguiente enlace:


O a través de la pantalla que se encuentra a continuación: 


¿Te la vas a perder?


San Anselmo fue un Monje Benedictino, Arzobispo de Canterbury en Inglaterra y Doctor de la Iglesia proclamado por el Papa Clemente XI en 1720. Nació en el año 1033 en Aosta (Piamonte - Italia). Es reconocido como el mayor Teólogo de su tiempo y como el “Padre de la Escolástica”. Fue un gran metafísico, un destacado predicador y un reformador de la vida monástica. Siempre inspirado en el “amor a la verdad”, y siendo ya Arzobispo, escribe: «Prefiero estar en desacuerdo con los hombres que de acuerdo con ellos, si ellos están en desacuerdo con Dios». Como Teólogo se le recuerda por importantes obras y su defensa de la Inmaculada Concepción, y como Filósofo por su célebre “argumento” de la existencia de Dios [desarrollado en su obra «Proslogion»]: por esto se lo considera un precursor de Santo Tomás de Aquino. Anselmo contaba con una piedad y caridad desbordante, acercándose con inteligencia y corazón a los misterios cristianos: «Haz, te lo ruego, Señor que yo sienta con el corazón lo que toco con la inteligencia», rezaba. También fue un hábil maestro para sus hermanos de la Orden de san Benito, a quienes enseñó Teología, así como también luchó incansablemente por conseguir la libertad de la Iglesia a pesar de sufrir dos veces el destierro. «Es necesario –decía él– impregnar cada vez más nuestra fe de inteligencia, en espera de la visión beatífica». Murió en el año 1109.

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El Rvmo. Padre Abad Pedro Edmundo Gómez OSB es Argentino, oriundo de la ciudad de Rosario de la Frontera, Provincia de Salta. Es Abad de la Abadía de Cristo Rey, El Siambón, Tucumán (Argentina), de la Congregación Benedictina de la Santa Cruz del Cono Sur. 

Es Profesor de Filosofía y Ciencias de la Educación por el Instituto Católico Superior de Córdoba. Es Licenciado en Filosofía por Universidad Católica de Córdoba. 

Es Miembro honorario de la Asociación  Civil de Investigaciones Filosóficas de Córdoba. Es Miembro de la Comisión Directiva de la Conferencia de Comunidades Monásticas del Cono Sur y del Consejo presbiteral de la Arquidiócesis de Tucumán.

Su área de investigación son los autores monásticos medievales de los siglos XI al XIII.


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Material de Lectura Sugerida:


Catequesis sobre San Anselmo
Benedicto XVI


Carta al Cardenal Biffi con Ocasión del IX Centenario de la Muerte de San Anselmo
Benedicto XVI


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P. Pedro Edmundo Gómez








4 comentarios:

  1. Al creyente le es posible desde las creaturas llegar a la contemplación de Dios y, también, le es posible hacerlo desde lo sagrado o consagrado y desde todo lo transido por Cristo y, por supuesto, que los estudios de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia están transidos de Cristo.
    El problema está en que hay que distinguir entre católicos iniciados y remisos y católicos santos y es un error pensar que la “idea” que el hombre adquiere de Dios y que el estar su inteligencia humana transida de Dios por medio, incluso, de lecturas profundas y piadosas pueda ser suficiente para elevarnos al conocimiento de Dios que tiene el santo.
    Hay que evitar el error de creer que existe un método o una ciencia al alcance del hombre para elevarse hasta Dios sin que se necesite de la ayuda personal de Dios en esta tarea.
    El peligro es caer en un gnosticismo o un intento de ser como dioses y con él repetir el pecado original originante de todos los demás pecados que, en la plenitud de los tiempos, se manifestó en el pecado original consumado en el deicidio de Cristo en la Cruz que Éste transformó en sacrificio para la salvación de muchos y que se extiende en toda la Historia de Salvación hasta llegar al pecado original esjatológico de los tiempos finales no sólo con la apostasía general sino con un nuevo mesianismo, la construcción de una Babel terrenal, el Imperio bestial y global del Anticristo y el Falso Profeta.
    No es suficiente que el hombre se cultive en el conocimiento de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia porque si no tiene caridad ese conocimiento nada es.
    Santo Tomás de Aquino nos advertía que un buen teólogo puede ser una mala persona.
    Es conveniente distinguir entre los conocimientos sobre Dios que tenemos u obtenemos de la Tradición, la Iglesia, las realidades inculturadas de Cristo, etc. De aquello que es la experiencia, contemplación o intuición de Dios que se da en el católico perfecto que ha llegado a la santidad.
    Aquellos conocimientos de los católicos remisos o iniciados todavía no son Dios, lo son y no lo son pero no desde el mismo punto de vista, debemos señalar que en el católico remiso o iniciado existe una “experiencia en germen” de Dios por la fe y los dones de inteligencia y sabiduría del Espíritu Santo por los que puede llegar a “entender para creer y creer para entender” y es una gracia que, en el principio, le es dada y no merecida.
    Por otra parte, puede transir de Cristo su inteligencia humana por medio de los conocimientos que se encuentran en las obras de los Santos Padres y Doctores, las Sagradas Escrituras, la liturgia, la música sacra, la oración, etc.
    Pero estos medios conveniente algunos y necesarios otros no son suficientes para elevar al católico remiso e iniciado a una verdadera experiencia, intuición y contemplación de Dios, todo lo que allí encuentran no es todavía Dios mismo aunque hay “una experiencia o contemplación en germen”, muchas veces, todo queda en “ideas sobre Dios” o en “entes de razón” sobre Dios y, por supuesto, una inteligencia transida de Dios es una inteligencia que se ensancha y eleva a lo trascendente pero esa inteligencia humana transida de Dios no es y nunca será capaz, “ella sola”, de llegar a la contemplación del santos y sus “ideas” de Dios no son Dios según lo enseña la misma teología de Dionisio Areopagita.

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  2. Para llegar a la verdadera contemplación de Dios, el hombre se debe dejar transir de Cristo en todo lo que es, ser otro Cristo, no vivir él sino dejarse vivir por Cristo, la verdadera contemplación de Dios no corresponde, principalmente, a la inteligencia humana, la inteligencia humana es capaz de contemplar las “esencias” de las cosas y formarse “ideas” pero ella sola no es la herramienta u organismo adecuado para la contemplación de Dios.
    La herramienta para lograr la contemplación de Dios pertenece al organismo sobrenatural de la gracia, no es una herramienta del hombre sino de Dios para que el hombre pueda ser santo y perfecto como lo es el Padre.
    A este organismo sobrenatural de la gracia corresponden los dones del Espíritu Santo de inteligencia y de sabiduría que son de moción divina, es decir, el santo, en principio, no debe interferir con esos dones sino dejarlos actuar y sólo cuando Dios quiere y si quiere, es Dios mismo el que genera la contemplación en el santo.
    Y esta “contemplación de Dios” que tienen los santos no puede transformarse en “ideas humanas” con las que los hombres puedan tener en su cabeza la esencia de Dios porque Dios no tiene esencia sino Ser y porque no puede la inteligencia humana tener en sí a todo lo que Dios es y, por ello, cuando los santos hablan de sus experiencias místicas utilizan un lenguaje poético y místico que no es el de la dogmática, un lenguaje que tampoco es capaz de contener a Dios.
    Entonces, ¿somos enanos sobre los hombros de gigantes?
    Depende de cómo se entiendan esas palabras si por las mismas se quiere decir que tenemos una filosofía y teológica católica mucho más desarrolladas y sobre las que podemos realizar mayores aportes, entonces, tenemos que reconocer la afirmación como verdadera.
    Si, con ello queremos decir que contamos con innumerables obras y medios para transir de Cristo nuestra inteligencia, también, es cierto y hasta conveniente para la santidad aunque no suficiente.
    Ahora, si por ello queremos decir que conocemos más a Dios que lo que lo conocieron los santos de todos los tiempos la afirmación es evidentemente falsa.
    Y el mayor conocimiento de Dios se ve en los frutos de la caridad y es un fruto de la caridad pero hay dos niveles de conocimientos de Dios el del católico remiso e iniciado y el del santo y uno es como una sombra o huella del otro.
    Entonces, es necesario que el hombre “intente” desarrollar todas las virtudes naturales, sobrenaturales e infusas pero no es suficiente porque muchos son los llamados y pocos los elegidos, entonces, el hombre no es el que por sus propios medios se alza hasta Dios sino el que es levantado por Dios y salvado de múltiples formas.
    Esto exige la ordenación completa del hombre a Dios y ello no puede hacerlo el hombre sin la ayuda de Dios y sin sufrir purificaciones y noches oscuras.
    Por lo que está muy bien transir la inteligencia y elevarla por la lectura y la escucha de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia pero, también, deben ser transidas la voluntad y las pasiones y todo ordenado a Dios y esto no se puede sin Dios pero ni siquiera eso es suficiente sino que necesitamos de sus mociones por medio de los dones del Espíritu Santo para poder ser santos y para tener la contemplación de lo divino.

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  3. Por lo que independiente de la necesidad que todo católico tiene de un guía espiritual para llegar a la santidad de manera que sea aconsejado conforme a la situación de su alma y de su cuerpo para entrar en una relación personal con Dios; el camino debe ser siempre la caridad y el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como nosotros mismos.
    Incluso, la intelectualidad debe ordenarse por amor a Dios y no por amor propio.
    Y puede suceder que no se progrese en la inteligencia de las cosas divinas por estar ordenando a uno mismo o porque se cree falsamente que en ese progreso todo depende de nosotros o porque la intelectualidad se transforma en una excusa para no dar el buen combate o porque Dios decide darle ese trabajo a otro (filósofo o teólogo) que puede incluso ser una mala persona (así como Caifás pudo profetizar), etc. y, entonces, nos entristecemos porque Dios eligió a otro para ese trabajo y no hacemos el trabajo para el que Dios nos eligió y, así, no nos santificamos.
    Entonces, surge toda una serie de tentaciones de acedia, pereza, curiosidad buscando un camino esotérico para llegar a Dios sin darnos cuenta de que la inteligencia y el hombre “solos” son incapaces por sí mismos de llegar a Dios y que debemos hacer lo que Dios manda y sólo lo podemos hacer por gracia divina y por Amor y esta es la forma de conocerlo y conocernos: “ama y haz lo que quieras”.
    Entonces, se busca un gnosticismo intelectualista, voluntarista, emotivo o irracional como un “reiterado” intento de conquistar el Cielo por los propios medios.
    Cuando lo que se debe hacer es negarse a sí mismo en el camino intelectual y aceptar las limitaciones humanas y personales y agradecer los dones que se poseen.
    Se busca por la inteligencia humana lo que sólo puede ser dado por los dones de inteligencia y de sabiduría del Espíritu Santo, es decir, por Dios mismo, si quiere, como, cuando y a quién Él quiera darlos.
    Cuando empieza la comprensión de que por nosotros mismo nada podemos en vez de pedir y orar y tener paciencia vamos a buscar otros métodos, otras opiniones y nos alejamos de Dios como Salomón, por la curiosidad.
    Incluso, es posible intentar hacer magia con las Sagradas Escrituras esto se llama cábala y, también, se puede desvirtuar todo lo que Dios ha puesto para nuestra salvación, incluso, los escritos de los Santos Padres y Doctores si su estudio no se ordena a Dios sino al orgullo personal o a la búsqueda esotérica de lo sobrenatural.
    Si queremos mayores conocimientos e “ideas” claras sobre Dios y transir nuestra inteligencia de Dios está bien pero que se comprenda que debe ser por amor a Dios y no principalmente por amor a nosotros y debe saberse que ese conocimiento, incluso, transido de Cristo no es suficiente para hacernos santos para que podamos decir que tenemos una experiencia viva de lo que es Dios similar al del católico perfecto.
    Es necesario ser santos para conocer verdaderamente a Dios, con una experiencia vivida y contemplativa que no es más que un anticipo de la visión beatífica porque, después de la muerte, será más perfecto conocerlo que amarlo por ser la inteligencia una potencia superior en el hombre a la voluntad y por ser los dones de inteligencia y sabiduría, en algunos aspectos, superiores a la virtud teologal de la caridad.

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  4. Por lo que el desarrollo y el ordenamiento debe ser en el hombre de todas las potencias, facultades, pasiones y de todas las virtudes (al mismo tiempo) a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, no podemos pretender profundizar la fe sin hacerlo con la caridad, la templanza, la fortaleza, la justicia, etc. porque las virtudes crecen junta como los dedos de una mano o no crecen.
    Porque el hombre es complejo pero Dios es simple, el hombre tiene el ser participado o creado pero Dios es el Ser, el hombre es persona humana pero Dios es la Santísima Trinidad y la distancia que separa al hombre caído de Dios es infinita y sólo Dios puede acortarla, por ello, fe y razón, inteligencia y amor, todo ello está bien, pero el Camino es siempre Cristo, verdadero hombre y verdadero Dios.
    Dejemos el comentario sujeto a correcciones por parte de los que saben más.

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