martes, 3 de febrero de 2009

El ser Maestro es Heroico - Mons. Héctor Aguer

El ser Maestro es ser Heroico
Mons. Héctor Aguer



Reflexión del Arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”, en su emisión del sábado 11 de setiembre de 2004


Este sábado es el Día del Maestro. ¿Lo recordaban? Afortunadamente este día no ha perdido ni cambiado su título y es grato porque uno ha notado que, en general, el nombre "maestro" no suena con mucha frecuencia y se suele hablar más bien, sobre todo en los medios de comunicación, de docente, que es un título mucho más genérico, o de trabajadores de la educación. Pero no es lo mismo.

Mencionar al maestro o a la maestra es que el magisterio no es sólo un trabajo o una profesión. Lo es, sin duda, alguna pero es mucho más.

Ahora todos notan, y los maestros creo que son los primeros en advertirlo, que han perdido categoría y ubicación social. Cuando yo era un niño, en cambio, el maestro o la maestra era un verdadero personaje en la pequeña comunidad en la cual se desempeñaban y también en la gran comunidad nacional.

En las ultimas décadas, poco a poco, la figura del docente, como se lo llama en general, ha ido perdiendo relevancia y se encuentran muchas veces sometidos a situaciones de grave injusticia. Actualmente la profesión y su ejercicio constituyen figuras de riesgo, pero hay que rescatar el sentido vocacional del magisterio más que un oficio, más que una profesión o que un trabajo, porque ser maestro implica una vocación.

¿Qué es lo que hace un maestro? ¿Instruye simplemente, enseña, transmite conocimientos? Mucho más, porque un maestro educa, y educar es una tarea nobilísima que esta en continuidad inmediata con la función paterna y materna de engendrar. Por eso, antaño, solía pensarse a la maestra como la segunda mamá con algo de romántico en ello. Pero vaya si lo saben bien tantas maestras de hoy día, que tienen -para usar el vocabulario psicológico- que tratar de contener durante horas a chicos que no sólo no tienen recursos suficientes para ser educados como corresponde sino que a veces ni siquiera tienen lo necesario para nutrirse bien.

Son muchos los maestros y maestras que heroicamente desempeñan su tarea como una vocación. Vocación de educar, y educar alude a sacar del interior de la potencialidad de un niño o de un adolescente aquello que queremos que sea: un hombre o una mujer de bien y, en el ámbito de la educación católica, un buen cristiano.

Todos tenemos memoria de algún maestro o de alguna maestra que ha grabado su recuerdo profundamente en nuestra personalidad. La recordamos con gratitud y, a lo largo de la historia, ha habido también grandes maestros. Pero hay un Maestro por excelencia. En los evangelios en 41 oportunidades a Jesús se lo designa con este sustantivo: “didástalos”. que significa "maestro". Vaya si tienen gran Patrono los maestros y maestras de esta tierra.

Por eso a Él, al Maestro por excelencia, a Nuestro Señor Jesucristo, le pedimos hoy que bendiga copiosamente a todos los maestros y maestras de nuestra Argentina.





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