Benedicto XVI habla sobre el Vaticano II
-Antología de Textos-
A Modo de Introducción
El Vaticano II, a cincuenta años de su inauguración, sigue dando que hablar. Y la maraña de las opiniones sobre su verdadero alcance hacen difícil la comprensión adecuada de ese acontecimiento eclesial, uno de los más importantes del siglo XX.
Ríos de tinta corrieron para referirse a él... Y en esa descomunal producción bibliográfica han quedado sedimentadas algunas preguntas cruciales: ¿hay una Iglesia “preconciliar” y otra “posconciliar”?; el Vaticano II ¿se lee en “continuidad”, o en “discontinuidad y ruptura”, o en “contraposición” con la Doctrina bimilenaria de la Iglesia?; ¿su “letra” y su “espíritu” concuerdan?; ¿cómo debe entenderse la llamada “apertura al mundo”? Estos son, ciertamente, algunos de los interrogantes más repetidos desde los años sesenta hasta nuestros días.
Para advertir todo lo que está en juego, hemos seleccionado siete textos donde “Benedicto XVI habla sobre el Vaticano II” y que ponen blanco sobre negro respecto de su correcta y necesaria comprensión. Sus palabras son, de alguna manera, una respuesta a aquellas preguntas.
Así y todo, es probable que todavía falte mucho para afianzar este valiosísimo trabajo hermenéutico iniciado por el gran Papa Alemán. Pero su luminoso Magisterio es un signo de esperanza en la tarea emprendida y un gran aliento para la que todavía falta.
Confiemos. Christus Vincit!
Cristian Rodríguez Iglesias
Mar del Plata - Argentina
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1.- Hacia una Hermenéutica Correcta del Concilio Vaticano II
Discurso con Ocasión de las Felicitaciones Navideñas a la Curia Romana (2005)
«El último acontecimiento de este año sobre el que quisiera reflexionar en esta ocasión es la celebración de la clausura del concilio Vaticano II hace cuarenta años. Ese recuerdo suscita la pregunta: ¿cuál ha sido el resultado del Concilio? ¿Ha sido recibido de modo correcto? En la recepción del Concilio, ¿qué se ha hecho bien?, ¿qué ha sido insuficiente o equivocado?, ¿qué queda aún por hacer?
Nadie puede negar que, en vastas partes de la Iglesia, la recepción del Concilio se ha realizado de un modo más bien difícil, aunque no queremos aplicar a lo que ha sucedido en estos años la descripción que hace san Basilio, el gran doctor de la Iglesia, de la situación de la Iglesia después del concilio de Nicea: la compara con una batalla naval en la oscuridad de la tempestad, diciendo entre otras cosas: “El grito ronco de los que por la discordia se alzan unos contra otros, las charlas incomprensibles, el ruido confuso de los gritos ininterrumpidos ha llenado ya casi toda la Iglesia, tergiversando, por exceso o por defecto, la recta doctrina de la fe...” (De Spiritu Sancto XXX, 77: PG 32, 213 A; Sch 17 bis, p. 524). No queremos aplicar precisamente esta descripción dramática a la situación del posconcilio, pero refleja algo de lo que ha acontecido.
Surge la pregunta: ¿Por qué la recepción del Concilio, en grandes zonas de la Iglesia, se ha realizado hasta ahora de un modo tan difícil? Pues bien, todo depende de la correcta interpretación del Concilio o, como diríamos hoy, de su correcta hermenéutica, de la correcta clave de lectura y aplicación. Los problemas de la recepción han surgido del hecho de que se han confrontado dos hermenéuticas contrarias y se ha entablado una lucha entre ellas. Una ha causado confusión; la otra, de forma silenciosa pero cada vez más visible, ha dado y da frutos.