Sobre el Anticristo
Josef Pieper
El Anticristo llevará a cabo una increíble potenciación del poder, no sólo en extensión sino en intensidad, y lo ejercerá en un sentido extremo. Su enorme éxito –aunque pasajero, pues ya fue derrotado– consistirá en una gran apostasía y persecución de los “buenos”. En esos días, se unirá todo lo que se llama mundo contra la única y verdadera Iglesia de Cristo.
1. En la tradición del pensamiento occidental acerca de la historia el estado final intratemporal tiene sobre todo un nombre: reinado del Anticristo. Es necesario, por tanto, interpretar con la mayor precisión posible el sentido de tal expresión.
En principio el nombre de «Anticristo» tiene un cierto eco extraño para el oído moderno. Pero lo que tal nombre connota y señala de realidades intrahistóricas sí que le es perfectamente familiar y bien conocido al hombre contemporáneo. Aunque por ese «hombre contemporáneo» no se ha de entender ciertamente toda persona que vive hoy en cualquier parte del mundo, sino más bien quien con el sentido despierto y diríamos que desde dentro ha conocido y vivido las últimas cosas ocurridas en la historia humana (los regímenes totalitarios, la «guerra total»).
En la historia espiritual de la «edad moderna» ha sucedido con la representación del Anticristo lo mismo que con la representación de un estado final intrahistórico y catastrófico. Todo ello pasaba por ser simplemente «la más tenebrosa edad media» [1]. Veinte años después de la “Historia de la humanidad” de Iselin, coetánea de la “Crítica de la razón pura” de Kant, publicó el suizo Corrodi una “Historia crítica del quiliasmo” (1781-1783), en cuyo prólogo se dice que «la historia de la exaltación es útil porque preserva de recaídas», además de que proporciona «abundante material para la diversión» [2]. Entre tanto esa falta de presentimiento reflexiva e ilustrada ha asumido más bien un carácter patético. Lo mismo puede decirse de la teología, incluso de la teología perfectamente eclesial y ortodoxa de aquella época, que suele poner todo el empeño en suscitar una actitud marcadamente ilustrada frente a las «antiguallas» de la concepción medieval del Anticristo, para lo cual se aducen argumentos muy «modernos». Así, un historiador de la Iglesia tan importante como Döllinger alude a la «ampliación geográfica del horizonte» para explicar lo difícilmente imaginable que resulta una persecución de la Iglesia a escala mundial [3]; para Döllinger es «algo casi inconcebible» [4] «un poder mundial que pudiera acabar al mismo tiempo con todas las Iglesias en todos los continentes y en las islas todas» [5]. Entre tanto ese «algo inconcebible» se ha convertido en algo evidente a todas luces para el hombre contemporáneo. Difícilmente habrá ninguna otra cosa con perspectivas de funcionar tan bien como esa simultaneidad de acontecimientos, debida a la técnica, en todos los puntos del planeta, incluidas las «islas». Sobre todo hoy ha desaparecido por completo la divertida superioridad que el siglo de la Ilustración adoptó frente a las representaciones medievales sobre la crueldad del régimen del Anticristo, que se rechazaban sin más como fantasías primitivas. Sin embargo, «después de Auschwitz», por ejemplo, el hombre sólo puede comprobar con sentimiento que de manera extraña allí hay «algo cierto», que, según la tradición medieval, el Anticristo lleva consigo un horno de destrucción [6], una representación que el reportero ilustrado encuentra tan primitiva como divertida.
2. ¿Qué es, pues, lo que en concreto afirma la representación del «reinado del Anticristo»?