martes, 29 de agosto de 2023

La Cultura Cristiana según Santo Tomás de Aquino - Fray Rafael Rossi OP

La Cultura Cristiana según Santo Tomás de Aquino
Fray Rafael Rossi OP


Octava Conferencia del XVII Curso Anual 2023 del Centro Pieper titulado «Aproximación a los Doctores de la Iglesia».


[Centro Pieper] El Centro de Humanidades Josef Pieper de Mar del Plata (Argentina), tiene el agrado de invitarlos a participar de la transmisión de la Conferencia titulada “La Cultura Cristiana según Santo Tomás de Aquino”

Esta Conferencia se transmitirá en vivo el próximo viernes 1 de Septiembre a partir de las 20hs de Argentina. 

Podrá ser vista gratuitamente por el Canal de YouTube del Centro Pieper en el siguiente enlace:


O a través de la pantalla que se encuentra a continuación:


¿Te la vas a perder?


Santo Tomás de Aquino «nació a principios de 1225 en el Castillo de Rocaseca, cerca de Aquino. Su padre, Landulfo, descendiente de los condes de Aquino, era señor de Rocaseca, y su madre, Teodora, era hija de los condes de Chieti. El matrimonio tuvo 12 hijos, siete varones y cinco mujeres. Tomás era el más pequeño de los varones.

Cuando tenía cinco años entró como oblato en el Monasterio de Montecasino, del que era abad Landulfo Sinibaldi, pariente de la familia, y allí permaneció nueve años, durante los cuales aprendió las primeras letras, la gramática latina y la italiana, la música, la poesía y la salmodia. El ambiente religioso en que vivía despertó en él una gran curiosidad por las cosas divinas. Preguntaba con frecuencia a sus maestros: quid est Deus?, ¿qué es Dios?

En 1239, Federico II se apoderó de Montecasino, expulsando de allí a los monjes, y convirtiéndolo en fortaleza. El joven Tomás tuvo que abandonar el Monasterio, y fue enviado a continuar sus estudios en la Universidad de Nápoles, que había sido fundada por el mismo Federico II el año 1224. Allí estudió el trivio con Pedro Martín de Dacia, y el quadrivio con Pedro de Hibernia. Durante sus estudios conoció a los dominicos, y tras la muerte de su padre, acaecida en 1243, pidió en 1244 el ingreso en la Orden. Tenía entonces muy cerca de los diecinueve años…

Poco después fue enviado a París, donde permaneció hasta 1248, estudiando bajo la dirección de Alberto Magno. Siguió a éste ese mismo año hasta Colonia, donde acababa de abrirse un nuevo Estudio General de la Orden, del que fue nombrado regente el propio Alberto, y allí prosiguió sus estudios hasta terminarlos en 1251, año en el que fue ordenado sacerdote. A esa etapa de sus estudios en Colonia corresponde la anécdota del apodo que le pusieron algunos de sus condiscípulos. Le llamaban el buey mudo de Sicilia, dada su gran estatura y su silencio y concentración. Pero bien pronto dio muestras de su extraordinario talento, en un acto escolástico del que fue protagonista. Alberto Magno, al finalizar dicho acto, exclamó: «Llamáis a éste el buey mudo, pero yo os aseguro que este buey dará tales mugidos con su doctrina que resonarán en el mundo entero»…

Murió el 7 de marzo de 1274 en la Abadía de Fosanova, cuando se dirigía, por orden del Papa, a tomar parte en el Concilio de Lyon» (Jesús García López)
 
 

domingo, 27 de agosto de 2023

Catequesis sobre Santo Tomás de Aquino - Benedicto XVI

Catequesis sobre Santo Tomás de Aquino
Benedicto XVI


Audiencias Generales correspondientes a los Miércoles 2 de Junio, 16 de Junio y 23 de Junio de 2010 [Nota del Centro Pieper: las “negritas” son nuestras].


[Primera Parte: Vida y Enseñanzas]

Después de algunas catequesis sobre el sacerdocio y mis últimos viajes, volvemos hoy a nuestro tema principal, es decir, a la meditación de algunos grandes pensadores de la Edad Media. Últimamente habíamos visto la gran figura de san Buenaventura, franciscano [Nota del Centro Pieper: ver aquí https://centropieper.blogspot.com/2023/07/catequesis-sobre-san-buenaventura-de.html], y hoy quiero hablar de aquel a quien la Iglesia llama el Doctor communis: se trata de santo Tomás de Aquino. Mi venerado predecesor, el Papa Juan Pablo II en su encíclica Fides et ratio recordó que «la Iglesia ha propuesto siempre a santo Tomás como maestro de pensamiento y modelo del modo correcto de hacer teología» (n. 43). No sorprende que, después de san Agustín, entre los escritores eclesiásticos mencionados en el Catecismo de la Iglesia católica, se cite a santo Tomás más que a ningún otro, hasta sesenta y una veces. También se le ha llamado el Doctor Angelicus, quizá por sus virtudes, en particular la sublimidad del pensamiento y la pureza de la vida.

Tomás nació entre 1224 y 1225 en el castillo que su familia, noble y rica, poseía en Roccasecca, en los alrededores de Aquino, cerca de la célebre abadía de Montecassino, donde sus padres lo enviaron para que recibiera los primeros elementos de su instrucción. Algunos años más tarde se trasladó a la capital del reino de Sicilia, Nápoles, donde Federico III había fundado una prestigiosa universidad. En ella se enseñaba, sin las limitaciones vigentes en otras partes, el pensamiento del filósofo griego Aristóteles, en quien el joven Tomás fue introducido y cuyo gran valor intuyó inmediatamente. Pero, sobre todo, en aquellos años trascurridos en Nápoles nació su vocación dominica. En efecto, Tomás quedó cautivado por el ideal de la Orden que santo Domingo había fundado pocos años antes. Sin embargo, cuando vistió el hábito dominico, su familia se opuso a esa elección, y se vio obligado a dejar el convento y a pasar algún tiempo con su familia.

En 1245, ya mayor de edad, pudo retomar su camino de respuesta a la llamada de Dios. Fue enviado a París para estudiar teología bajo la dirección de otro santo, Alberto Magno, del que hablé recientemente [Nota del Centro Pieper: ver aquí https://centropieper.blogspot.com/2023/06/catequesis-sobre-san-alberto-magno.html]. Alberto y Tomás entablaron una verdadera y profunda amistad, y aprendieron a estimarse y a quererse, hasta tal punto que Alberto quiso que su discípulo lo siguiera también a Colonia, donde los superiores de la Orden lo habían enviado a fundar un estudio teológico. En ese tiempo Tomás entró en contacto con todas las obras de Aristóteles y de sus comentaristas árabes, que Alberto ilustraba y explicaba.


Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia



martes, 1 de agosto de 2023

San Agustín de Hipona, la Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre - Héctor Delbosco

San Agustín de Hipona, la Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre
Héctor Delbosco


Séptima Conferencia del XVII Curso Anual 2023 del Centro Pieper titulado «Aproximación a los Doctores de la Iglesia».


[Centro Pieper] El Centro de Humanidades Josef Pieper de Mar del Plata (Argentina), tiene el agrado de invitarlos a participar de la transmisión de la Conferencia del Dr. Héctor Delbosco titulada “San Agustín de Hipona, la Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre”

Esta Conferencia se transmitirá en vivo el próximo viernes 4 de Agosto a partir de las 20:30hs de Argentina. 

Podrá ser vista gratuitamente por el Canal de YouTube del Centro Pieper en el siguiente enlace:

O a través de la pantalla que se encuentra a continuación:


¿Te la vas a perder?

San Agustín de Hipona «nació en el norte del África romana el 13 de noviembre del año 354, de padre pagano, llamado Patricio, luego convertido, y de una madre fervorosa en su fe cristiana, a quien conocemos y veneramos como Santa Mónica, quien lo educó en la fe. Tenía un hermano y una hermana, igualmente orientados por Mónica… 

San Agustín es un verdadero gigante en la historia de la Iglesia. Más aún, podemos decir en la historia de occidente. Sin duda, el más grande entre los Padres de la Iglesia latina. Un gigante que sigue teniendo mucho para decirnos a nosotros, tan alejados de él por el tiempo transcurrido. Al leer el libro de sus Confesiones, descubrimos que, a pesar de los siglos que nos separan de él, sigue siendo una personalidad entrañable, a quien sentimos bien próxima a nosotros y casi atemporal.

En él se dio una conjunción admirable del artista, del intelectual, del pastor de almas y del santo. Fue, en efecto, el artista sensible, para quien la belleza suprema era un poderoso imán; el intelectual de “corazón inquieto” y de pasmosa agudeza, sediento de verdad, que supo remontarse hasta el Dios uno y trino, fuente primera de toda verdad, para descansar finalmente en ella. Fue igualmente el pastor de almas, modelo de caridad pastoral y celo apostólico, cuyo ejemplo nos sigue estimulando. En su vida y en sus obras, se nos muestra como el santo enamorado de Dios, o más bien vencido por su amor. Su santidad personal se nutre de una búsqueda incesante de la verdad y la belleza, de cuya contemplación vive, y que él convierte en alimento de sus fieles» (Monseñor Antonio Marino)

 

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