Mugica: Historia de una Impostura
Mario Caponnetto y Miguel De Lorenzo
Reproducimos en nuestro Blog del Centro Pieper este sustancioso artículo sobre el Padre Carlos Mugica, publicado originalmente en el Diario La Prensa de Buenos Aires, Argentina. Su exaltación es parte de un “Relato Setentista” Eclesiástico que no busca «reconciliarse con la verdad histórica», señalan sus autores.
[LaPrensa/CentroPieper] Este mes de mayo, el 11 para ser más precisos, se han cumplido cincuenta años del asesinato del Padre Carlos Mugica, el reconocido “cura villero” o “cura de los pobres” como suelen denominarlo sus panegiristas. El aniversario ha dado ocasión a una desmesurada exaltación de su figura: grandes homenajes eclesiásticos, derroche de elogios y ditirambos y hasta la instalación de una llamada “carpa misionera” frente a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires con la obvia autorización del Arzobispo García Cuerva y la activa participación del Vicario General Monseñor Carrara.
La Jerarquía Católica que, salvo pocas y honrosas excepciones, viene promoviendo desde hace tiempo una suerte de “relato setentista” eclesiástico (véase al respecto la obra en tres tomos La verdad los hará libres, una historia burdamente sesgada de los años setenta llevada a cabo directamente por encargo de la Conferencia Episcopal Argentina) no parece dispuesta a reconciliarse con la verdad histórica ni a admitir las antiguas complicidades de algunos de sus miembros con el terrorismo subversivo. Por el contrario, no oculta su empeño en mantener una impostura a tono con la “historia oficial” impuesta a palos desde hace cuarenta años. Contra esta falsificación, alertaba George Bernanós: “Existe una conspiración contra el mal, no para destruirlo, sino para disimularlo”.
Esto explica la exaltación de Mugica. Efectivamente, Mugica es una figura emblemática de ese “setentismo” ominoso y sangriento, metamorfoseado en epopeya, convertido en una imaginaria “lucha de liberación” en pro de los pobres. Porque digamos de una vez por todas la verdad: en esa historia real de los setenta, no la ficticia, una nada despreciable cantidad de católicos (obispos, sacerdotes, religiosas y laicos) fueron activos protagonistas y, por ende, responsables, de ese gran baño de sangre que nos sumió en el dolor y la muerte. Mugica fue, en este sentido, uno de los personajes más reconocidos (aunque no se le pueden atribuir las máximas responsabilidades); por eso hoy se ha convertido en la bandera enarbolada por vastos sectores católicos y la misma Jerarquía de la Iglesia en la Argentina, en ese intento de “disimular el mal” del que nos alertaba Bernanós.