[Centro Pieper] Por gentileza de un querido amigo sacerdote, llegó a mis manos el libro El infierno, de Monseñor de Ségur (obra aparecida en París en 1878) en su versión española publicada por la Editorial Ictión, en Buenos Aires, en 1980.
Se trata de uno de los más conocidos libros de Monseñor Louis Gastón Adrien de Ségur, más conocido como Monseñor de Ségur (nacido en París el 15 de abril de 1820 y fallecido en la misma ciudad el 9 de junio de 1881), prelado y escritor francés, célebre por sus numerosas obras religiosas y apologéticas en defensa de la fe católica.
Escrito en un lenguaje y en un estilo que hoy nos resulta poco familiar (diríase arcaico), la obra es, no obstante, de un gran valor, sobre todo, como lectura espiritual. En sus páginas el lector hodierno se encuentra con algo que, al presente, ha desaparecido casi por completo en las homilías y en los textos religiosos al uso: el infierno. Sí, el infierno, cuya existencia es dogma de fe, y al que debemos temer, no con temor servil sino con auténtico temor de Dios. Pero, repito, ya casi nadie se acuerda de su existencia. ¡Si hasta un Papa llegó a decir que esperaba que estuviese vacío!
Una mal entendida misericordia, muy corriente en el catolicismo actual, parece contradecir la sola idea de una condenación eterna, de un lugar o un estado horrible y perpetuo en el que es posible caer según se haya vivido en esta vida. Sin embargo, siguen vigentes los versos de Dante en los que el gran Poeta atribuye la existencia del infierno a la Justicia de Dios, a su Suma Potestad, su Suma Sabiduría y Primer Amor:
Giustizia mosse il mio alto fattore:
fecemi la divina podestate,
la somma sapienza e ‘l primo amore [1].