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Sergio Raúl Castaño
Una gran oportunidad para escuchar a uno de los académicos más lúcidos de Argentina.
[Centro Pieper] El Centro de Humanidades Josef Pieper de Mar del Plata (Argentina), tiene el agrado de invitarlos a participar de la Conferencia del Dr. Sergio Raúl Castaño titulada “El Bien Común Político y la Función del Estado”.
Esta Conferencia se dictará el próximo viernes 08 de Noviembre a partir de las 20hs, modalidad presencial, en Santiago del Estero 3965 de la ciudad de Mar del Plata, Argentina.
¿Te la vas a perder?
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Sergio Raúl Castaño es Argentino. Es Doctor en Derecho Político (Universidad de Buenos Aires); Doctor en Filosofía (U. Abat Oliba – Barcelona). Postdoctorados en las Universidades de Barcelona y Würzburg; y en el Max-Planck-Institut für europäische Rechtsgeschichte.
Investigador Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (CONICET).
Catedrático de Teoría del Estado (Facultad de Derecho - Universidad Nacional del Comahue).
Director del Centro de Estudios Políticos (Facultad de Derecho - UNSTA).
Autor de 17 libros -sobre filosofía del derecho, filosofía política, derecho constitucional, derecho internacional público e historia política-, publicados en Italia (editorial Giuffrè, colección “Civiltà del Diritto”), España (EUNSA, Marcial Pons), México (UNAM, Derecho Global), Chile y Argentina; y de alrededor de 160 publicaciones científicas aparecidas en Europa, Hispanoamérica y Brasil. Editor y director de dos libros colectivos.
Ex Profesor de Teoría del Estado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Profesor de postgrado y de doctorado en la Universidad de Buenos Aires, UCA y UNSTA. Profesor invitado en Universidades de Argentina; en las Universidades: Pontificia, Santo Tomás, Los Andes, San Sebastián (Chile); Anáhuac (México); en la Internationale Akademie für Philosophie; en la de Abat Oliba y en la de Udine. Director académico de Diplomaturas en Universidades públicas de Argentina y Paraguay.
Ha sido director y jurado de tesis en Argentina y en el exterior; y miembro de la Comisión de ingreso en la Carrera de Investigador de CONICET.
Miembro de la Academia de Ciencias Morales, Políticas y Jurídicas de Tucumán; y de la Academia del Plata.
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Vuelvo a plantear la observación crítica que ya hice hace un tiempo, ahora en lo que concierne a esta conferencia. Lo que ocurre es que una crítica del expositor está lógicamente mal planteada. En efecto, en el minuto 37 se critica la posición que identifica al bien común con «el conjunto de condiciones para la perfección de las personas». Me refiero a esta crítica: que si se acepta que el bien común es la causa final de la comunidad política, luego no se puede afirmar que la causa es condición, pues la condición es el requisito o la disposición necesaria para el ejercicio de la causalidad, pero en cuanto tal no posee causalidad. Y se da un ejemplo: la existencia adecuada de las condiciones climáticas es condición para que se desarrolle una prueba deportiva, pero no es su causa.
ResponderEliminarDigo que la crítica está lógicamente mal planteada, porque nada impide que una condición de algo sea causa de otra cosa. La posición que concibe al bien común como el conjunto de condiciones necesarias para el perfeccionamiento de las personas no dice (o al menos no lo implica) que sea causa de tal perfeccionamiento, sino causa de la comunidad política, a la vez que condición de lo otro. La crítica parece adscribir a la posición el sostener que el bien común es a la vez causa y condición de lo mismo (como lo manifiesta el ejemplo dado), lo cual sería un hombre de paja respecto de lo que se pretende criticar. Si vamos al ejemplo, la existencia de determinadas condiciones climáticas puede ser condición para la realización de una determinada prueba deportiva y a la vez ser causa de otra cosa: por ejemplo, parece que podría ser causa final de una determinada sociedad ecologista, que buscara mantener o procurar unas determinadas condiciones climáticas (las cuales podrían ser, en otro orden, condición de alguna otra cosa, como de una prueba deportiva).
Lo otro criticable es lo último que se sostiene: «La Dignitatis humanae contradice la doctrina de la Cristiandad». Puede verse en este muy buen post, infocatolica.com/blog/praeclara.php/2405120343-la-libertad-religiosa-segun-d-1, cómo tal Declaración no contradice la doctrina tradicional (contra lo que sostienen tanto cierto progresismo, como cierto sedicente «tradicionalismo»...).
Cordial saludo.
In Domino.
Federico Ma.
Recién veo este comentario.
ResponderEliminarHagamos un esfuerzo por acceder a la verdad en sede tomista, por ser Tomás de Aquino una guía idónea para ello. Sin desviarnos de ese norte para tratar de salvar documentos. Porque el fin es conocer la realidad, lo cual excluye el creerse obligado a hacer juegos malabares para enderezar doctrinas y formulaciones cuestionables -o erróneas.
El bien común político es causa de la comunidad política, desde ya. Y también es causa del perfeccionamiento de los individuos y los grupos. Ni en un respecto ni en el otro es condición. Esto, para Santo Tomás. Y esto, también, en la misma realidad objetiva, en la que se confirman los principios tomistas del orden político y jurídico.
Hacer esa cesura en la función del bien común político es inviable. En la comunidad política los hombres alcanzan su perfección intramundana. Y la causa de esa comunidad es el bien común político, que es también causa final natural de los individuos y de los grupos nucleados en dicha comunidad.
En ningún plano (ni en el del pensamiento tomista ni en el de la realidad objetiva) cabe separar un fin que, por un lado, sería fin del orden político –y ello sin ser el máximo bien práctico participable: que sí lo es-; y, por otro, una mera condición para los fines individuales –o sea, que este bien común sería menos valioso que el particular. Y si se hiciera ese “tour de force” nos estaríamos aproximando a la posición liberal individualista, para la cual el bien político no es sino el reaseguro de los fines particulares. Pero para ello hay que negar la superioridad axiológica del bien común sobre el bien particular (y la politicidad natural). O sea: hay que negar al Aquinate y a la verdad objetiva del orden práctico.
Su ejemplo climático disocia lo que es indisociable: la prueba deportiva se identificaría con la inserción en el orden político, del cual el hombre es parte en formalidad práctica. De eso hablamos: de la prueba deportiva como práxis humana, no de meteorología.
Con respecto a la Dignitatis Humanae, le aconsejo, por lo pronto, una cosa: lea el número 2, y piense si ese texto responde a la doctrina de la tradición católica y al mismísimo derecho natural. Y, por favor, no caigamos en cuestiones de liza política -en este caso, de política eclesiástica. Esto no es cuestión de “tradicionalismo”, sino de verdad.