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viernes, 22 de noviembre de 2013

Honestidad para el Periodismo - Leonardo Castellani

Honestidad para el Periodismo
Leonardo Castellani


Presentamos a los lectores de nuestro Blog del Centro Pieper este artículo de Castellani (1899-1981) sobre el periodismo en Argentina y que recomendamos por su actualidad, a pesar de haber sido escrito hace más de medio siglo.


Soy periodista hijo de periodista. Durante veinte años he tenido una pluma, moviéndola cada día. No me arrepiento de ello. Estoy pues autorizado a hablar del periodismo; e incluso puedo decir que el periodismo puede ser una gran porquería; y que lleva incluida en su esencia una gran tara, que hace que lo sea con frecuencia. Esta tara se puede llamar «la licencia al pseudomaestro anónimo» o, como decía Kirkegor, «la Dictadura Anonimato».

En nuestros días el escritor se ve forzado a ser periodista, pues de otro modo no puede ganarse el sustento; muchos honestos y grandes escritores modernos han tenido que escribir sus libros en forma de artículos periodísticos después recopilados; y en algunos casos retrabajados: Luis Veuillot (el «perro rabioso», para los liberales), Chesterton, Belloc, Helio, Pieper, Dawson, Julio Camba... Es una nota de nuestra agradable época sostener al periodista, y no al autor de libros. El autor de libros es castigado de hecho al ser puesto debajo del otro, en lo que respecta a la subsistencia. El foliculario recibe salarios, seguros sociales y «jubilación». El moderno estado «totalario» (o «totalitario», si quieren hablar en bárbaro) lo utiliza para su necesaria propaganda; e incluso lo decora con el título de «cuarto poder del Estado»; cuando en realidad lo que hace es aservilarlo, alquilarlo y constreñirlo a la peor de las prostituciones. Naturalmente no podría hacerlo si no encontrase en la materia pasta dispuesta.

Se puede ejercitar el periodismo con honradez; ello pide un gran esfuerzo, que casi siempre conduce a un desastre, o si quieren ustedes a un martirio. Eso puede hacer el bien o por lo menos contrarrestar en todo o en parte el mal del periodismo. Hasta qué grado el periodismo edifica y no destruye, eso depende de su organización pública; y en el fondo, del grado de civilización de la nación en que se ejerce. En una nación encanallada, el periodismo será encanallado; en una nación desorganizada e informe, será desorganizado e informe; y en una nación dejada de la mano de Dios, será el acabóse perfecto casi necesariamente.

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