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martes, 10 de abril de 2018

Que Enseña la Filosofía sobre la Dignidad y el Valor de la Vida - María Celestina Donadío Maggi de Gandolfi

Que Enseña la Filosofía sobre la Dignidad y el Valor de la Vida
María Celestina Donadío Maggi de Gandolfi


Donadío Maggi de Gandolfi es Doctora en Filosofía, Profesora Titular Ordinaria de Filosofía en la UCA (Facultad de Filosofía y Letras e Instituto de Bioética) e Investigadora Principal del CONICET. Ha desarrollado una extensa carrera docente desde 1968 hasta la actualidad en UCA, UBA, UNSTA y AUSTRAL. Es Socia Ordinaria de la Pontificia Accademia di S. Tommaso d'Aquino, Miembro del Comité de Ética (CONICET) y de varias sociedades científicas, entre las que se destacan: Sociedad Tomista Argentina; Sociedad Argentina de Filosofía y Corporación de Científicos Católicos. 


El gran desarrollo que a partir de la década del 80 ha tenido la bioética y particularmente la ética biomédica, ha suscitado el interrogante de cuáles sean los límites o hasta qué punto es lícito favorecer el dominio del hombre sobre el hombre en el campo de la medicina y de la biología. Tal despliegue ha sido proporcional a los descubrimientos, técnicas, nuevos métodos de investigación, de experimentación y de aplicación y, en forma más aguda, ante los avances científicos en ingeniería genética. Porque, la cuestión surge cuando tal intervención, de terapéutica pasa a ser "distorsionante" y "violenta" del curso natural de la vida humana.

La investigación sobre la vida, en biología o medicina no es solo experimental, como ocurre con las ciencias del mundo inorgánico y, por eso, no es neutra de valoración o normatividad éticas ni prescinde del carácter íntegro de la vida en sí misma y de la vida humana en particular. No obstante, toda investigación, todo conocimiento científico o cotidiano plasma una concepción de vida en la que están invertebrados juicios éticos, antropológicos, axiológicos y ontológicos, vivenciados en unos, más elaborados en otros. Tales juicios son solidarios de determinados modelos de pensamiento sobre lo qué es lo ético, el hombre, la vida y su modo de insertarse en la realidad.

Ocurre, entonces, el fenómeno de que las ciencias, en la práctica o en la investigación, traspasan los límites propios y empiezan a formular juicios filosóficos sobre qué es la vida, qué es el ser humano o qué es la realidad toda. Como elongación mediática, se instala en los formadores de opinión, en los medios de comunicación y en las redes sociales de todo tipo. Es la "globalización de lo que se ha de pensar aquí y ahora", sin reflexión ni depuración.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Las soledades del hombre según Héctor Brunamontini - Nicolás Martínez Sáez

Las soledades del hombre según Héctor Brunamontini
Prof. Nicolás Martínez Sáez


En el Blog “Migajas de la Filosofía” de Nicolás Martínez Sáez encontramos extractadas unas enseñanzas del querido Héctor Brunamontini sobre diversos tipos de soledad. A continuación transcribimos el artículo, con algunas leves modificaciones al estilo (los resaltados son nuestros), respetando cuidadosamente el sentido último de su enseñanza.


En una de sus meditaciones filosóficas el Prof. Héctor Brunamontini nos explicó “las soledades del hombre”. Aquí dejo un extracto:


De todo se nos puede privar, se nos puede encadenar, pero hay algo de lo que no se nos puede privar que es de la «interioridad». En esa interioridad encontramos, en el centro, la libertad; pero también habitan dos grandes posibilidades del hombre, cuyo ejercicio, cuya praxis, cuya canalización, muchos hombres, [o] no la hacen, o la hacen muy pocas veces en su vida: [nos referimos a] la soledad y el silencio.

Normalmente, cuando hablamos de la soledad nos estamos refiriendo a la soledad en un [único] sentido, no digo peyorativo sino en un sentido restrictivo. Entendemos normalmente por soledad… el aislamiento. El aislamiento también es una posibilidad para muchos hombres, pero la soledad puede presentarse en una forma plurifacética: hay [según creo] cuatro formas de soledad.

miércoles, 4 de febrero de 2009

La Ciudad Cristiana y el Nacimiento de los Hospitales - Horacio Boló


La Ciudad Cristiana y el Nacimiento de los Hospitales
Horacio Boló


“Para ser originales hay que volver a los orígenes” Gaudí


Los historiadores del siglo XX han presentado una imagen distorsionada de los hospitales anteriores a la modernidad como lugares dedicados a la limosna, pobremente equipados, preocupados por confortar a los enfermos en su dolor y no mucho por tratar médicamente sus dolencias. En 1936 el famoso historiador de la medicina Henry Sigerist sostenía que recién en la segunda mitad del siglo XVIII los hospitales empezaron a ser algo más que el refugio de los desocupados y los pobres. Lo mismo afirman varios autores contemporáneos que dicen que la diferencia es tan grande que las instituciones anteriores a la modernidad no merecen el nombre de hospitales. Desde el Iluminismo los intelectuales han ignorado los logros de las instituciones de caridad de la Edad Media. Al respecto basta recordar lo que hemos escrito sobre el tratamiento de los locos en la Edad Media. El famoso filósofo inglés John Locke llega a decir que “el que inventó la imprenta, descubrió el uso del compás... ha salvado más gente de la tumba que los que edificaron colegios, talleres y hospitales.” La verdad es otra. Un estudio hecho sobre el hospital de Santa María Nuova de la ciudad de Florencia ha demostrado que entre el 86 y el 91 % de los pacientes habían sido dados de alta entre los años 1502 y 1514. Los médicos de ese hospital llevaban un registro de los remedios administrados y para poder ejercer la medicina era necesario acreditar que se tenía experiencia en la práctica hospitalaria.

Pero los hospitales nacieron mucho antes.

Entendemos por hospital una institución pública o privada destinada específicamente al tratamiento de personas enfermas.

En las culturas precristianas no hubo ninguna institución semejante a nuestros hospitales. En los escritos de Hipócrates y de Galeno no se menciona ninguna institución dedicada al cuidado de los enfermos y tampoco se encuentra ninguna referencia en otras fuentes y Plutarco, que vivió entre los años 40 y 120 y habla con detalle de la práctica de la medicina no hace tampoco mención de los hospitales. Es necesario recordar que el Imperio Romano va a trasladar su capital a Bizancio (hoy Constantinopla) y es allí donde la Cristiandad va a dar origen a los hospitales. Muchos monasterios fundaron hospitales y hasta el siglo XV algunos los mantuvieron en funcionamiento. Los hospitales surgen del espíritu de caridad cristiana que impregna la sociedad de esa época. Los recursos económicos que antes se empleaban en la construcción de teatros, templos y circos se van a destinar a los hospitales y las ciudades se van a llenar de orgullo con ellos como antes de sus teatros.

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