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sábado, 8 de febrero de 2025

Escaramuzas Culturales - Ignacio Balcarce

Escaramuzas Culturales
Ignacio Balcarce


Reflexiones sobre la batalla cultural, el desmoronamiento woke, la nueva derecha y Davos.


[Centro Pieper] En las últimas semanas han aparecido signos que pueden entenderse como un agotamiento en la agenda del progresismo woke que deben invitarnos a reflexionar sobre los giros que acontecen en la denominada batalla cultural. Creo que lo importante a retener es que las facciones en disputa comparten los mismos principios, cosa que impide vislumbrar un horizonte de auténtica restauración cultural.
      
La ideología woke no es un retoño bolchevique sino un liberalismo llevado a sus últimas consecuencias.  Con esto ya tenemos los primeros trazos para un cuadro de situación, la batalla cultural enfrenta a liberales de izquierda contra liberales de derecha. O sea, el antagonismo es superficial. 

Por supuesto que el antiguo comunismo tampoco fue una alternativa real al liberalismo ya que contenía en sus raíces inmanentismo, naturalismo y racionalismo –bases de la modernidad ideológica que coinciden con la esencia del liberalismo–, pero sí es necesario advertir que el neomarxismo cultural actual es un marxismo devorado por la lógica y los hábitos liberales. Donde permanece poco marxismo y mucho liberalismo. 
      

domingo, 26 de mayo de 2024

Mugica: Historia de una Impostura - Mario Caponnetto y Miguel De Lorenzo

Mugica: Historia de una Impostura
Mario Caponnetto y Miguel De Lorenzo


Reproducimos en nuestro Blog del Centro Pieper este sustancioso artículo sobre el Padre Carlos Mugica, publicado originalmente en el Diario La Prensa de Buenos Aires, Argentina. Su exaltación es parte de un “Relato Setentista” Eclesiástico que no busca «reconciliarse con la verdad histórica», señalan sus autores.


[LaPrensa/CentroPieper] Este mes de mayo, el 11 para ser más precisos, se han cumplido cincuenta años del asesinato del Padre Carlos Mugica, el reconocido “cura villero” o “cura de los pobres” como suelen denominarlo sus panegiristas. El aniversario ha dado ocasión a una desmesurada exaltación de su figura: grandes homenajes eclesiásticos, derroche de elogios y ditirambos y hasta la instalación de una llamada “carpa misionera” frente a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires con la obvia autorización del Arzobispo García Cuerva y la activa participación del Vicario General Monseñor Carrara.

La Jerarquía Católica que, salvo pocas y honrosas excepciones, viene promoviendo desde hace tiempo una suerte de “relato setentista” eclesiástico (véase al respecto la obra en tres tomos La verdad los hará libres, una historia burdamente sesgada de los años setenta llevada a cabo directamente por encargo de la Conferencia Episcopal Argentina) no parece dispuesta a reconciliarse con la verdad histórica ni a admitir las antiguas complicidades de algunos de sus miembros con el terrorismo subversivo. Por el contrario, no oculta su empeño en mantener una impostura a tono con la “historia oficial” impuesta a palos desde hace cuarenta años. Contra esta falsificación, alertaba George Bernanós: “Existe una conspiración contra el mal, no para destruirlo, sino para disimularlo”.

Esto explica la exaltación de Mugica. Efectivamente, Mugica es una figura emblemática de ese “setentismo” ominoso y sangriento, metamorfoseado en epopeya, convertido en una imaginaria “lucha de liberación” en pro de los pobres. Porque digamos de una vez por todas la verdad: en esa historia real de los setenta, no la ficticia, una nada despreciable cantidad de católicos (obispos, sacerdotes, religiosas y laicos) fueron activos protagonistas y, por ende, responsables, de ese gran baño de sangre que nos sumió en el dolor y la muerte. Mugica fue, en este sentido, uno de los personajes más reconocidos (aunque no se le pueden atribuir las máximas responsabilidades); por eso hoy se ha convertido en la bandera enarbolada por vastos sectores católicos y la misma Jerarquía de la Iglesia en la Argentina, en ese intento de “disimular el mal” del que nos alertaba Bernanós.

martes, 15 de marzo de 2022

Misterio de Iniquidad y Liberalismo en las Enseñanzas del P. Leonardo Castellani - P. Horacio Bojorge

Misterio de Iniquidad y Liberalismo en las Enseñanzas del P. Leonardo Castellani
P. Horacio Bojorge


Ante un nuevo aniversario de la partida de este mundo del P. Castellani, fallecido el 15 de marzo de 1981, reproducimos en nuestro Blog del Centro Pieper un extracto de la Conferencia del P. Bojorge titulada “El Liberalismo es la Iniquidad” –dictada en el XI Encuentro de Formación Católica de Buenos Aires del año 2008, organizado por el Círculo de Formación San Bernardo de Claraval– donde recuerda sus valiosas y vigentes enseñanzas. [Las “negritas” son nuestras].


Entre nosotros, pocos han disertado, con la profusión y la profundidad del Padre Leonardo Castellani, sobre el misterio de la iniquidad en el contexto apocalíptico del Anticristo y también sobre el liberalismo como fenómeno apocalíptico relacionado con el misterio de la iniquidad.

Voy a recordar aquí un poco extensamente algunos pasajes de Castellani, que me parece sirven de repaso y confirmación de lo dicho, por expresar una visión coincidente con lo que he venido exponiendo. Espero también que sus dichos amenicen esta argumentación que ya va siendo demasiado larga.

El Misterio de la iniquidad –dice Castellani– es el odio a Dios y la adoración idolátrica del Hombre”.
 
Aunque en este lugar el Padre Castellani no establezca la ecuación con el liberalismo, ella es evidente. También el liberalismo se define adecuadamente como ‘negación de Dios y endiosamiento del hombre’.

Oigamos pues lo que nos dice el Padre Castellani sobre el Misterio de iniquidad comentando otras figuras del Apocalipsis conexas con este misterio:

viernes, 27 de agosto de 2021

Fenomenología del Progresismo - P. Julio Meinvielle

Fenomenología del Progresismo
P. Julio Meinvielle


El R. P. Dr. Julio Meinvielle (1905-1973) denuncia aquí el alud progresista de los años 60, que hizo que muchos bautizados –laicos y clérigos por igual– se involucraran en “lo temporal” olvidándose de “lo eterno”. Ofrecemos a los lectores del Blog del Centro Pieper este texto, convencidos de su vigencia y esperanzados también en que muchos católicos encontrarán luz suficiente para discernir algunas graves cuestiones de nuestro tiempo.


Esto no es una conferencia, es una conversación informal. Vamos a hablar del progresismo; en primer lugar, hemos de advertir que los que usan de un modo sistemático la palabra progresismo son los comunistas, porque para ellos, la historia se desarrolla en un proceso dialéctico que va de lo peor a lo mejor, así por ejemplo: para ellos la sociedad feudal va caminando en un proceso dialéctico hacia la sociedad burguesa o liberal y la burguesa hacia la socialista, y ésta hacia la comunista; pero progresismo, se puede entender también de un modo general como un camino de la sociedad hacia condiciones y estados mejores de desarrollo.

Nosotros vamos a hablar del progresismo, como fenómeno que se advierte hoy dentro de la Iglesia y que sobre todo se ha puesto de moda con motivo del Concilio Ecuménico Vaticano II. La prensa mundial ha dividido a los Padres conciliares en dos grandes corrientes: una, la de los innovadores y amigos de reformas, a los cuales ha llamado progresistas, y la otra, de Padres más bien preocupados de mantener las legítimas tradiciones, a quienes se ha calificado de conservadores, reaccionarios e integristas.

Al hablar aquí de progresismo, nos vamos a referir a un movimiento que se observa hoy en la Iglesia y que sostiene doctrinas y actitudes que deben ser consideradas como errores desviacionistas; advirtiendo que no todos los que se dicen progresistas deben ser calificados con este sentido censurable; los hay quienes no conociendo el contenido del término progresismo, tal como se está propagando hoy, se llaman progresistas pero buscan tan sólo un progreso legítimo y necesario dentro de la Iglesia.
 
Vamos a advertir también, que aunque el teilhardismo sea una versión del progresismo, pueden existir y existen de hecho, otras versiones de progresismo censurable.

jueves, 1 de febrero de 2018

Hay que Pagar un Precio Alto - P. Miguel Ángel Fuentes

Hay que Pagar un Precio Alto
P. Miguel Ángel Fuentes


El P. Fuentes es Licenciado en Teología por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angélicum) de Roma; y Doctor en Teología con especialización en Matrimonio y Familia, por el Instituto Giovanni Paolo II de la Universidad Lateranense de Roma [1]


El diario de la Conferencia Episcopal Italiana, «Avvenire», en su suplemento mensual “Noi, Famiglia & Vita”, ha publicado el 28 de enero pasado lo sustancial de la Conferencia del P. Maurizio Chiodi [2]… con una nota introductoria titulada “Del papa Montini a Francisco, desarrollo en la fidelidad”. Allí se sostiene que la posición de Chiodi (y por tanto la de muchos otros teólogos y prelados, incluidos obispos y cardenales) no debe entenderse como una “superación o una crítica de la «Humanae vitae»” sino “que pretende representar el desarrollo de una tradición”. Lo que al autor parece más que lógico puesto “que el papa Montini la concibió… no sin haber aclarado que se trataba de magisterio que no era ni infalible ni irreformable” (sic).

Necesito un médico. Porque al leer estas cosas experimento la sensación de que la cogitativa tiende a anudárseme. Me apeno por los que sufren de colon irritable.

Si entre lo que dice Pablo VI en la «Humanae vitae» (n. 12: “No le es lícito [non licet] al hombre romper por su propia iniciativa el nexo indisoluble y establecido por Dios, entre el significado de la unidad y el significado de la procreación que se contienen conjuntamente en el acto conyugal”) y lo que afirma Chiodi (“hay circunstancias… que precisamente por el bien de la responsabilidad, exigen contracepción”) [3] hay un “desarrollo” doctrinal, como nos quieren hacer creer, entonces se puede ordeñar una cabra y sacar de su ubre un whisky escocés. Esto sí que es flor de ordeñe. Los progresistas no creen en los milagros, pero ellos hacen unos que convertirían al mismo Faraón de Egipto.

viernes, 9 de diciembre de 2016

El Letargo de los Guardianes de la Fe - Dietrich Von Hildebrand

El Letargo de los Guardianes de la Fe
Dietrich Von Hildebrand


Reproducimos a continuación el primer capítulo del libro “The Devastated Vibeyard” [La Viña Devastada] de Dietrich Von Hildebrand, traducido de la versión inglesa del original en alemán “Der verwuestete Weinberg” del año 1973. El libro fue reeditado en inglés por “Roman Catholic Books”, New York, USA, en el año 1985.


Una de las enfermedades más horripilantes y difundidas en la Iglesia de hoy es el letargo de los Guardianes de la Fe de la Iglesia. No estoy pensando aquí en aquellos Obispos que son miembros de la “quinta columna”, que desean destruir la Iglesia desde adentro, o transformarla en algo completamente diferente. Estoy pensando en los Obispos mucho más numerosos que no tienen esas intenciones, pero que no hacen ningún uso de la autoridad cuando es el caso de intervenir contra teólogos o sacerdotes heréticos, o contra prácticas blasfemas de culto público. O cierran los ojos y tratan, al estilo de las avestruces, de ignorar tanto los tristes abusos como los llamados al deber de intervenir, o temen ser atacados por la prensa o los mass-media y difamados como reaccionarios, estrechos de mente o medievales. Temen a los hombres más que a Dios. Se les pueden aplicar las palabras de San Juan Bosco: “El poder de los hombres malos reside en la cobardía de los buenos”. 

Es verdad que el letargo de aquellos en posición de autoridad es una enfermedad de nuestros tiempos que está ampliamente difundida fuera de la Iglesia. Se la encuentra entre los padres, los rectores de colegios y universidades, las cabezas de otras numerosas organizaciones, los jueces, los jefes de estado y otros. Pero el hecho de que este mal haya penetrado hasta en la Iglesia es una clara indicación de que la lucha contra el espíritu del mundo ha sido reemplazada por [un] dejarse llevar por el espíritu de los tiempos en nombre del “aggiornamento”. Uno se ve forzado a pensar en el Pastor que abandona sus rebaños a los lobos cuando reflexiona sobre el letargo de tantos Obispos y Superiores que, aun siendo ortodoxos ellos mismos, no tienen el coraje de intervenir contra las más flagrantes herejías y abusos de todo tipo tanto en sus Diócesis como en sus Órdenes. 

Pero enfurece aún más el caso de ciertos Obispos, que mostrando este letargo hacia los herejes, asumen una actitud rigurosamente autoritaria hacia aquellos creyentes que están luchando por la ortodoxia, ¡haciendo lo que los Obispos deberían estar haciendo ellos mismos! Una vez me fue dada a leer una carta escrita por un hombre de alta posición en la Iglesia, dirigida a un grupo que había tomado heroicamente la causa de la verdadera Fe, de la pura, verdadera enseñanza de la Iglesia y del Papa. Ese grupo había vencido la “cobardía de los buenos” de la que hablaba San Juan Bosco, y de ese modo debían constituir la mayor alegría para los Obispos. La carta decía: «como buenos católicos, ustedes deben hacer una sola cosa: ser obedientes a todas las ordenanzas de su Obispo». 

Esta concepción de “buenos” católicos es particularmente sorprendente en momentos en que se enfatiza continuamente la mayoría de edad del laico moderno. Pero además es completamente falsa por esta razón: lo que es apropiado en tiempos en que no aparecen herejías en la Iglesia que no sean inmediatamente condenadas por Roma, se vuelve inapropiado y contrario a la conciencia en tiempos en que las herejías sin condenar prosperan dentro de la Iglesia, infectando hasta a ciertos Obispos que sin embargo permanecen en sus funciones. ¿Qué hubiera ocurrido si, por ejemplo, en tiempos del arrianismo, en que la mayoría de los Obispos eran arrianos, los fieles se hubieran limitado a ser agradables y obedientes a las ordenanzas de esos Obispos, en lugar de combatir la herejía? ¿No debe acaso la fidelidad a la verdadera enseñanza de la Iglesia tener prioridad sobre la sumisión al Obispo? ¿No es precisamente en virtud de la obediencia a la verdad Revelada que recibieron del Magisterio de la Iglesia que los fieles ofrecen resistencia a esas herejías? ¿No se supone que los fieles se aflijan cuando desde el púlpito se predican cosas completamente incompatibles con la enseñanza de la Iglesia? ¿O cuando se mantiene como profesores a teólogos que proclaman que la Iglesia debe aceptar el pluralismo en filosofía y teología, o que no hay supervivencia de la persona después de la muerte, o que niegan que la promiscuidad es un pecado, o inclusive toleran despliegues públicos de inmoralidad, demostrando así una lamentable falta de entendimiento de la hondamente cristiana virtud de la pureza? 

miércoles, 19 de octubre de 2016

Sobre Michele Federico Sciacca [Incluye Video] - Alberto Caturelli

Sobre Michele Federico Sciacca
[Incluye Video]
Alberto Caturelli


Alberto Caturelli [1927-2016] fue uno de los más grandes filósofos argentinos del siglo XX. El texto que reproducimos a continuación está tomado de su libro “La Historia Interior”. Al final de este post se puede ver un video grabado en su casa de Córdoba, en el año 2010, que quiere ser un Homenaje del Centro Pieper a él y a su esposa Celia.


El encuentro con Michele Federico Sciacca

El Padre Julio Meinvielle acababa de fundar el Colegio de Estudios Universitarios y la revista Diálogo de la que aparecieron sólo tres volúmenes. El trajo a la Argentina a Michele Federico Sciacca, de quien ya conocía su Sant`Agostino y L`existence de Dieu, traducción francesa de la parte principal de Filosofía e Metafísica, versión publicada por Louis Lavelle en 1951 en las ediciones Aubier y traducción de Régis Jolivet. Dicho sea de paso, aquella colección “Philosophie de 1`esprit” nos había puesto en contacto con Forest, Marcel, Paliard, Nédoncelle, Rene Le Senne y, en mi caso, muy especialmente con el grande escriturista judío católico Albert Frank-Duquesne; gracias a Meinvielle, pude conocer de este último obras como Satán y Cosmos et gloire, que ejercieron fuerte influjo en la elaboración de mi libro El hombre y la historia que concluí de escribir en junio de 1955.

Volvamos a Sciacca. Con ocasión de su presencia en Buenos Aires, el filósofo italiano fue invitado por la Universidad de Tucumán e, inmediatamente, por la de Córdoba. Así lo solicitó de Anquín, quien me dijo: “Sciacca es el hombre más inteligente de Europa”.

El 22 de julio por la noche, el profesor de Anquín y yo fuimos en un coche del rectorado de la Universidad a esperar a Sciacca a la estación de ferrocarril de Alta Córdoba. Allí nos encontramos: hombre físicamente pequeño y magro, vivacísimo, ojos atentos y penetrantes tras los gruesos cristales de miope. La amistad fue instantánea. Ocurrió algo insólito por estar reñido con las reglas sociales elementales: por respeto y dada mi juventud, debí dejar al profesor de Anquín con Sciacca en el asiento trasero e instalarme al lado del chofer. No sé por qué, no recuerdo el motivo, pero el profesor de Anquín fue adelante; yo debí instalarme detrás comenzando una intensa conversación con Sciacca. Le dejamos en el Hotel Bristol, hoy desaparecido, entre Rivera Indarte y 9 de Julio. Al día siguiente 23 fue su primera conferencia en el Salón de Grados que desbordaba de público. Y ocurrió nuevamente algo insólito: invité a Sciacca a cenar con nosotros, en nuestra casa de calle Duarte Quirós 880 y aceptó en el acto. Su conferencia sobre “Hegel y la crítica al hegelismo” fue espléndida y produjo una fuerte impresión en el auditorio.

viernes, 5 de febrero de 2016

¿Está Equivocado el Padre Bojorge? - Héctor H. Hernández

¿Está Equivocado el Padre Bojorge?
Héctor H. Hernández


Bojorge, Horacio, Teologías deicidas. El pensamiento de Juan Luis Segundo en su contexto, Reexamen, informe crítico, evaluación. 2da. Edición, Centro Cultural Fe y Razón, Montevideo, 2011, 373pp.  Es auspiciosa esta segunda edición, sobre todo teniendo presente que la primera, Encuentro, Madrid, 2000, fue de nada menos que 1.500 ejemplares.


Giro antropocéntrico, actualismo filosófico, historicismo y politización van de la mano
(p. 180).

A la inversión antropocéntrica del pensamiento corresponde una inversión de los afectos y las pertenencias, de las condenaciones y los elogios
(p. 233)

No se trata de rebajar la fe a la capacidad del incrédulo, sino de levantarlo a la fe
(p. 258)


Virtudes

Se lo regalé a un joven amigo profesor de filosofía del derecho y abogado encareciéndoselo porque 1) Es una crítica contundente y verdadera al pensamiento del teólogo de la liberación Juan Luis Segundo (en adelante JLS); 2) El criticado (“divulgador más que creador”, p. 15) desenvuelve todo un tipo de pensamiento en la Iglesia de hoy, de modo tal que estudiándolo se puede captar la problemática tanto del “modernismo teórico” como de sus vastas proyecciones morales, políticas, catequéticas litúrgicas y culturales; 3) Es un ejemplo para que los abogados aprendan el arte del alegato, con el agregado de que en el orden académico este volumen bien puede tomarse como paradigma de una buena tesis doctoral. Sea por los métodos utilizados; por el respeto total a la persona del autor objetado y a sus textos, prolijamente encomillados y jerarquizados; por el manejo de toda la bibliografía del autor y sobre él o sobre la tendencia general a que responde, prolijísimamente clasificada al final (pp. 369/380); por el manejo de autores judíos y protestantes (p. 78) para abonar sus conclusiones; por la develación, nada fácil, de los métodos “resbaladizos” utilizados por JLS y de sus contradicciones por lo que dice y por sus “silencios” (cfr. 92, 93, 327, 328, etc.); por  la detección de lo que el Magisterio Católico, -¡a pesar de todo lo que nos quejamos y de “censuras” que dejaron filtrar estos graves errores, p. 334!- ha condenado en el pensamiento segundista (Obispos del Uruguay, p. 329);  y sobre todo por la utilización certerísima de las confesiones del propio autor criticado. Así por ejemplo: “al calificar a Juan Luis Segundo de hereje no se lo injuria”, porque él mismo “se autocalificó de ´hereje declarado´”(p. 328). Pero esto último no es un encuentro feliz de un abogado, sino que está justificado que es una expresión coherente con una teología secularista que no es teología y es “deicida”.


domingo, 3 de noviembre de 2013

Vivir en Tiempo Futuro - Juan Manuel de Prada

Vivir en Tiempo Futuro
Juan Manuel de Prada


Hace cinco años aproximadamente publiqué… un artículo titulado “Las gafas de Castellani”, en el que narraba con alborozo el descubrimiento de un escritor argentino, Leonardo Castellani (1899-1981), cuya lectura me había dejado una profunda huella. O quizá sea más apropiado decir profunda herida: porque Castellani no solo me pareció un escritor muy dotado, con un estilo entre quijotesco y montaraz que no se parecía a ningún otro que hubiese leído antes, sino que transformó y trastornó por completo mi forma de ver las cosas, mi forma de vivir mi propia vocación literaria y mi fe religiosa. Hay escritores que, en coyunturas determinadas de nuestra existencia, ensanchan nuestro horizonte vital; y así me ocurrió a mí con Castellani, al que le había sido concedido el doloroso don de mirar más adentro y más allá de la apariencia de las cosas; y a quien, ya en vida, se le condenó al ostracismo. «Los hombres que viven en tiempo presente –escribió en cierta ocasión– rechazan instintivamente hacia la soledad al que vive en tiempo futuro». En medio de este rechazo y soledad vivió Castellani: rechazo que, en muchos momentos de su vida, fue auténtico calvario y casi muerte civil.

martes, 5 de marzo de 2013

¿Por qué me Convertí al Catolicismo? - Gilbert Keith Chesterton

¿Por qué me Convertí al Catolicismo?
Gilbert Keith Chesterton


Famoso Periodista, Novelista, Poeta y Crítico Literario nacido en 1874, es una figura única y genial en la Literatura Inglesa y uno de los autores modernos más frecuentemente citados. De él dijo su gran amigo Bernard Shaw: "un genio colosal" y el premio nobel T. S. Eliott quedó maravillado con su libro sobre Dickens. En 1922 se Convirtió al Catolicismo. Consagró toda su vida a la Literatura, dedicándose a ella por completo desde los veinte años. Antes había estudiado dibujo. Por parte de su madre, tenía sangre francesa. Se casó a los veinticinco años, sin tener descendencia. Murió en 1936. Su periodismo ejerció una atracción magnética mucho más poderosa que lo que de cualquier columnista o presentador de televisión podría esperarse hoy día.


Aunque sólo hace algunos años que soy católico, sé sin embargo que el problema "por qué soy católico" es muy distinto del problema "por qué me convertí al catolicismo". Tantas cosas han motivado mi conversión y tantas otras siguen surgiendo después... Todas ellas se ponen en evidencia solamente cuando la primera nos da el empujón que conduce a la conversión misma. 

Todas son también tan numerosas y tan distintas las unas de las otras, que, al cabo, el motivo originario y primordial puede llegar a parecernos casi insignificante y secundario. La "confirmación" de la fe, vale decir, su fortalecimiento y afirmación, puede venir, tanto en el sentido real como en el sentido ritual, después de la conversión. El convertido no suele recordar más tarde de qué modo aquellas razones se sucedían las unas a las otras. Pues pronto, muy pronto, este sinnúmero de motivos llega a fundirse para él en una sola y única razón. 

Existe entre los hombres una curiosa especie de agnósticos, ávidos escudriñadores del arte, que averiguan con sumo cuidado todo lo que en una catedral es antiguo y todo lo que en ella es nuevo. Los católicos, por el contrario, otorgan más importancia al hecho de si la catedral ha sido reconstruida para volver a servir como lo que es, es decir, como catedral. 

¡Una catedral! A ella se parece todo el edificio de mi fe; de esta fe mía que es demasiado grande para una descripción detallada; y de la que, sólo con gran esfuerzo, puedo determinar las edades de sus distintas piedras. 

miércoles, 27 de abril de 2011

La “Templanza” en Josef Pieper

La “Templanza” en Josef Pieper
Estudio Comunitario con Mesa de Libros, Documentos y Autores


Estimados:

Los invitamos a participar del cuarto Studium –Estudio Comunitario– del Centro Pieper, a realizarse el próximo martes 3 de Mayo a partir de las 18.30 hs. en el Centro Educativo FASTA, sito en Gascón 3145, de nuestra ciudad de Mar del Plata.

El tema que convoca en esta oportunidad es “La virtud de la Templanza según Josef Pieper”, continuando así el Estudio Comunitario con Mesa de Libros, Documentos y Autores que coordina el Centro Pieper bajo el lema: “Pasión por la verdad”.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Teologías Deicidas. El Pensamiento de Juan Luis Segundo en su Contexto - P. Horacio Bojorge

Teologías Deicidas
El Pensamiento de Juan Luis Segundo en su Contexto
R. P. Lic. Horacio Bojorge, SJ


Material de lectura obligatoria para la undécima Clase Magistral del Curso sobre Historia del Pensamiento Contemporáneo.


Introducción


1. Por qué un informe crítico

Desde el fallecimiento del jesuita uruguayo Juan Luis Segundo, el 17 de enero de 1996, desbordando lo habitual en los elogios fúnebres, se manifestó el empeño de exaltar, junto con su persona, su pensamiento. Dado que están interviniendo en la recomendación de sus obras y de su enseñanza, personas, instituciones y publicaciones representativas de la Compañía de Jesús, se suscita la fundada impresión de que la Compañía misma asume, respalda y difunde como propias las doctrinas de Juan Luis Segundo [1].

Ahora bien, este informe crítico muestra que el pensamiento de Segundo se inscribe dentro de corrientes históricas del pensamiento naturalista cuyas categorías él ha aceptado y padecido pasivamente más que repensado, pero que no por eso deja de compartir y, en consecuencia, de difundir. El pensamiento de este autor merece por eso objeciones que hacen aconsejable medir los elogios exagerados que algunos le tributan y emitir juicios más cautelosos y matizados. Si muchos lo aplauden es porque representa el pensamiento de la modernidad acerca de la fe y de la Iglesia y porque repite los motivos modernistas, aplicándolos a diversos temas y situaciones. No conviene, por eso, recomendarlo sin reservas, y menos asumirlo como propio o representativo de la Compañía de Jesús.

Como en toda obra humana, no todo parece malo o condenable en la obra de Juan Luis Segundo. Pero una larga experiencia ha enseñado a los pastores de la Iglesia que, como la piedra en el plato de arroz, el error más dañoso es el que viene mezclado con verdades [2]. Por eso se informa acerca de sus errores, con el fin de evitar que se siga sirviendo de este arroz en medio de alabanzas, como si fuera no sólo seguro sino excelente. Lejos de recomendarlo tan entusiastamente, correspondería avisar, por lo menos, para que se mastique con cuidado.

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