Prometeo Desencadenado o la Ideología Moderna
Enrique Díaz Araujo
Extenso y sustancioso artículo del destacado Abogado, Historiador y Escritor Argentino, Dr. Enrique Díaz Araujo (Mendoza, 25 Abril 1934 – La Plata, 4 Febrero 2021), que fuera publicado originalmente en la Revista «Idearium» de la Universidad de Mendoza, Argentina, y que ahora reproducimos en nuestro Blog del Centro Pieper. “La Ilustración aparece en sus páginas, ante todo –ha escrito Rafael Gambra–, como una negación: el repudio de la visión teocéntrica del mundo. La impiedad, «el odio a Dios» de Diderót o de Voltaire, no han sido, quizá, superados en otra época… Díaz Araujo señala también la relación entre las ideas enciclopedistas y el comunismo actual”[1]. Texto de lectura obligada para comprender la Ilustración y sus amargos frutos revolucionarios, que padecemos aún hoy.
«Prometeo: “En una palabra: yo abomino a todos esos dioses”.
Hermes: “Ya veo que grave dolencia te hace perder la razón”»
(Esquilo, Prometeo encadenado)
1.- La Ilustración. Concepto.
«La Revolución fue preparada por sus víctimas»
Joseph De Maistre
«En el fondo de todo problema político hay una cuestión teológica»
Juan Donoso Cortés
Las Ideologías –conjunto de ideas sistemáticas– son un fenómeno moderno de reemplazo de los antiguos conceptos e ideales. Cuando tienen connotación política, y generalmente la tienen, apuntan a la transformación radical de una realidad social dada. Es decir, que al menos en sus comienzos, todas las ideologías suelen ser “revolucionarias”. Lo son porque procuran el desplazamiento del orden establecido tradicionalmente por un nuevo orden [2]. Y porque el cambio deberá conducir a una organización más justa o más libre que las conocidas. Tal ambición intelectual conforma al encarnarse una variedad humana que, en la tipología política universal, es conocida como el “esprit révolutionnaire”, el “homme des gauches”, el “idealista” en sentido filosófico y el “romántico” en su acepción política. Esto es, el hombre que dispone a todas las potencialidades de su ser hacia la consecución de ese cambio profundo, cualitativo, radical de la sociedad en la que vive. Nada que no se adecúe como medio conducente a ese fin que busca le interesará. El fin es el “mundo mejor del futuro”, gobernado según los “principios” de la Ideología que se ha adueñado de su mente y de su corazón.
A pesar de su multiplicidad ese fenómeno moderno reconoce dos unidades genuinas del espíritu revolucionario: la primera, la establecida por los jacobinos de la Revolución Francesa de 1789 [3], y la segunda, la implantada por los bolcheviques de la Revolución Rusa de 1917 [4]. Entre ambos momentos toma figura esa “izquierda” que conmueve al mundo moderno con sus teorías y sus hechos. Esa ideología que principia por ganar la cabeza y que termina enseñoreándose del alma de sus adictos, presenta dos etapas sucesivas –a veces contrarias, pero nunca contradictorias–, la “liberal” y la “socialista”. Como se ha observado atinadamente, y como trataremos de resumirlo en este capítulo, esos períodos ideológicos ofrecen un mismo origen. Spengler, en “Años Decisivos”, dijo que el jacobismo es “la forma temprana” y el bolchevismo la “forma tardía” del mismo espíritu revolucionario. Porque ambas, en definitiva, se inspiran en la actitud del Prometeo mitológico, el rebelde ante los dioses.
Centrado así nuestro enfoque, conviene comenzar su estudio pormenorizado por la primera, no sólo en el orden cronológico sino especialmente en el lógico, de esas doctrinas de la Revolución: la Ilustración Francesa.