lunes, 20 de noviembre de 2023

“No prefiera nada antes que la Obra de Dios” (San Benito) - Jornadas Virtuales de Reflexión sobre Liturgia 2023

“No prefiera nada antes que la Obra de Dios” (San Benito)
Jornadas Virtuales de Reflexión sobre Liturgia 2023


Estas Jornadas, organizadas por el Centro de Humanidades Josef Pieper de Mar del Plata, pretenden aportar una reflexión al gran tema de la Liturgia.


[CP] El Centro de Humanidades Josef Pieper de Mar del Plata, Argentina, invita a sus Jornadas Virtuales de Reflexión sobre Liturgia 2023 que llevan por título “No prefiera nada antes que la Obra de Dios”, una frase de San Benito en su Regla (Cap. 43), que se desarrollarán el próximo 24, 25 y 26 de Noviembre.

Estas Jornadas, cuyas Conferencias se dictarán completamente en modo «Virtual», quieren recordar que la “Obra de Dios” –como llamaba San Benito a la Liturgia– tiene una importancia central tanto en la vida de toda comunidad eclesial como en la vida de todo bautizado. Pues, como señala el Papa Pío XII, «en toda acción litúrgica, juntamente con la Iglesia, está presente su divino Fundador: Jesucristo está presente en el augusto sacrificio del altar, ya en la persona de su ministro, ya, principalmente, bajo las especies eucarísticas; está presente en los sacramentos con la virtud que transfunde en ellos, para que sean instrumentos eficaces de santidad; está presente, finalmente, en las alabanzas y en las súplicas dirigidas a Dios, como está escrito: “Donde dos o tres se hallan congregados en mi nombre, allí me hallo yo en medio de ellos”». Por eso recuerda que «la sagrada liturgia», como la llama, «es, por consiguiente, el culto público que nuestro Redentor tributa al Padre como Cabeza de la Iglesia, y el que la sociedad de los fieles tributa a su Fundador y, por medio de Él, al Eterno Padre» (Pío XII, Encíclica Mediator Dei, 28-29). 

A continuación, detallamos el Programa Completo de las Jornadas, con los enlaces para ver las Conferencias en Vivo por el Canal del Centro Pieper en YouTube:


Viernes 24 de Noviembre

19hs “El Latín, Lengua de la Iglesia”
P. Brian Moore

       Puede ver la Conferencia aquí:




Sábado 25 de Noviembre

10hs “La Necesidad de los Sacramentos para la Salvación”
P. Jorge Hidalgo

       Puede ver la Conferencia aquí:




16hs “El Drama Litúrgico”
Pablo Marini

       Puede ver la Conferencia aquí:




19hs “Lo Mutable y lo Inmutable en la Liturgia – Una Reflexión acerca de los Cambios Litúrgicos”
Claudio Mayeregger

       Puede ver la Conferencia aquí:




Domingo 26 de Noviembre

19hs “Referencias Litúrgicas en el Catecismo de la Iglesia Católica”
P. Jonatan Gusmerotti

       Puede ver la Conferencia aquí:



martes, 7 de noviembre de 2023

Las Bases de la Salud Mental en San Francisco de Sales - Zelmira Seligmann

Las Bases de la Salud Mental en San Francisco de Sales
Zelmira Seligmann


Décimo tercera Conferencia del XVII Curso Anual 2023 del Centro Pieper titulado «Aproximación a los Doctores de la Iglesia».


[Centro Pieper] El Centro de Humanidades Josef Pieper de Mar del Plata (Argentina), tiene el agrado de invitarlos a participar de la transmisión de la Conferencia de la Dra. Zelmira Seligmann titulada “Las Bases de la Salud Mental en San Francisco de Sales”

Esta Conferencia se transmitirá en vivo el próximo viernes 10 de Noviembre a partir de las 19:30hs de Argentina. 

Podrá ser vista gratuitamente por el Canal de YouTube del Centro Pieper en el siguiente enlace:


O a través de la pantalla que se encuentra a continuación:


¿Te la vas a perder?

San Francisco de Sales vivió entre los siglos XVI y XVII. Nacido en 1567, de una noble familia francesa, cuando todavía era joven San Francisco, «tuvo una crisis profunda, mientras reflexionaba sobre el pensamiento de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino».

Esta crisis «lo llevó a interrogarse sobre su salvación eterna y el destino que Dios le tenía reservado, sufriendo como un verdadero drama espiritual las principales cuestiones teológicas de su tiempo». Así «se abandonó entonces al amor de Dios: amándolo, sin esperar nada, y al mismo tiempo, confiando en el amor divino. Este será el secreto de su vida».

Fue ordenado sacerdote en 1593 y consagrado obispo de Ginebra en 1602, «en un período en que la ciudad era bastión del Calvinismo. Apóstol, predicador, escritor, hombre de acción y de oración, empeñado en la controversia y en el diálogo con los protestantes, experimentó, más allá del necesario debate teológico, la eficacia de la relación personal y de la caridad».

«En su obra “Introducción a la vida devota”, dirige una invitación… Es la invitación a ser totalmente de Dios, viviendo en plenitud la presencia en el mundo y las tareas del propio estado».

«San Francisco de Sales es un testigo ejemplar del humanismo cristiano; con su estilo familiar, con parábolas que a veces tienen un estilo poético, recuerda que el ser humano lleva impresa en lo más profundo de sí la nostalgia de Dios y que sólo en Él encuentra la verdadera alegría y su realización más plena» (Benedicto XVI).

 

Catequesis sobre San Francisco de Sales - Benedicto XVI

Catequesis sobre San Francisco de Sales
Benedicto XVI


Audiencia General correspondiente al Miércoles 2 de Marzo de 2011


«Dios es el Dios del corazón humano» (Tratado del amor de Dios, I, XV): en estas palabras aparentemente sencillas captamos la huella de la espiritualidad de un gran maestro, del que quiero hablaros hoy, san Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia. Nació en 1567 en una región francesa fronteriza. Era hijo del señor de Boisy, una antigua y noble familia de Saboya. Vivió a caballo entre dos siglos, el XVI y el XVII, recogió en sí lo mejor de las enseñanzas y de las conquistas culturales del siglo que terminaba, reconciliando la herencia del humanismo con la tendencia hacia lo absoluto propia de las corrientes místicas. Su formación fue muy esmerada; en París hizo los estudios superiores, dedicándose también a la teología; y en la Universidad de Padua, los estudios de derecho, como deseaba su padre, que concluyó de forma brillante con el doctorado en utroque iure, derecho canónico y derecho civil. En su armoniosa juventud, reflexionando sobre el pensamiento de san Agustín y de santo Tomás de Aquino, tuvo una profunda crisis que lo indujo a interrogarse sobre su salvación eterna y sobre la predestinación de Dios con respecto a sí mismo, sufriendo como verdadero drama espiritual las principales cuestiones teológicas de su tiempo. Oraba intensamente, pero la duda lo atormentó de tal manera que durante varias semanas casi no logró comer ni dormir bien. En el culmen de la prueba, fue a la iglesia de los dominicos en París y, abriendo su corazón, rezó de esta manera: «Cualquier cosa que suceda, Señor, tú que tienes todo en tu mano, y cuyos caminos son justicia y verdad; cualquier cosa que tu hayas decidido para mí...; tú que eres siempre juez justo y Padre misericordioso, yo te amaré, Señor (...), te amaré aquí, oh Dios mío, y esperaré siempre en tu misericordia, y repetiré siempre tu alabanza... ¡Oh Señor Jesús, tú serás siempre mi esperanza y mi salvación en la tierra de los vivos!» (I Proc. Canon., vol. I, art. 4). A sus veinte años Francisco encontró la paz en la realidad radical y liberadora del amor de Dios: amarlo sin pedir nada a cambio y confiar en el amor divino; no preguntar más qué hará Dios conmigo: yo sencillamente lo amo, independientemente de lo que me dé o no me dé. Así encontró la paz y la cuestión de la predestinación –sobre la que se discutía en ese tiempo– se resolvió, porque él no buscaba más de lo que podía recibir de Dios; sencillamente lo amaba, se abandonaba a su bondad. Este fue el secreto de su vida, que se reflejará en su obra más importante: el Tratado del amor de Dios.

Venciendo la resistencia de su padre, Francisco siguió la llamada del Señor y, el 18 de diciembre de 1593, fue ordenado sacerdote. En 1602 se convirtió en obispo de Ginebra, en un período en el que la ciudad era el bastión del calvinismo, tanto que la sede episcopal se encontraba «en exilio» en Annecy. Pastor de una diócesis pobre y atormentada, en un enclave de montaña del que conocía bien tanto la dureza como la belleza, escribió: «[A Dios] lo encontré lleno de dulzura y ternura entre nuestras más altas y ásperas montañas, donde muchas almas sencillas lo amaban y lo adoraban con toda verdad y sinceridad; el corzo y el rebeco corrían de aquí para allá entre los hielos espantosos para anunciar sus alabanzas», (Carta a la madre de Chantal, octubre de 1606, en Oeuvres, ed. Mackey, t. XIII, p. 223). Y, sin embargo, fue inmensa la influencia de su vida y de su enseñanza en la Europa de la época y de los siglos siguientes. Es apóstol, predicador, escritor, hombre de acción y de oración; comprometido en hacer realidad los ideales del concilio de Trento; implicado en la controversia y en el diálogo con los protestantes, experimentando cada vez más la eficacia de la relación personal y de la caridad, más allá del necesario enfrentamiento teológico; encargado de misiones diplomáticas a nivel europeo, y de tareas sociales de mediación y reconciliación. Pero san Francisco de Sales es, sobre todo, un director de almas: el encuentro con una mujer joven, la señora de Charmoisy, lo impulsó a escribir uno de los libros más leídos de la edad moderna, la Introducción a la vida devota. De su profunda comunión espiritual con una personalidad excepcional, santa Juana Francisca de Chantal, nació una nueva familia religiosa, la Orden de la Visitación, caracterizada –como quiso el santo– por una consagración total a Dios vivida en la sencillez y la humildad, en hacer extraordinariamente bien las cosas ordinarias: «...quiero que mis Hijas –escribió– no tengan otro ideal que el de glorificar [a nuestro Señor] con su humildad» (Carta a mons. de Marquemond, junio de 1615). Murió en 1622, a los cincuenta y cinco años, tras una existencia marcada por la dureza de los tiempos y por los trabajos apostólicos.

La vida de san Francisco de Sales fue relativamente breve, pero de gran intensidad. La figura de este santo produce una impresión de extraña plenitud, demostrada con la serenidad de su búsqueda intelectual, pero también en la riqueza de sus afectos, en la «dulzura» de sus enseñanzas que han ejercido gran influencia en la conciencia cristiana. De la palabra «humanidad» encarnó distintas acepciones que, hoy como ayer, puede asumir este término: cultura y cortesía, libertad y ternura, nobleza y solidaridad. En su aspecto tenía algo de la majestad del paisaje en que vivió, conservando también su sencillez y su naturaleza. Las antiguas palabras y las imágenes con las que se expresaba resuenan inesperadamente, también en el oído del hombre de hoy, como una lengua nativa y familiar.


San Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia
Benedicto XVI


sábado, 4 de noviembre de 2023

La Mariología de San Francisco de Sales - Mons. Héctor Aguer

La Mariología de San Francisco de Sales
Mons. Héctor Aguer


«Este trabajo sobre la Mariología de San Francisco de Sales ha incluido numerosos pasajes de sus obras referidos a la Madre de Dios… para dejar bien en claro la doctrina y la subsiguiente devoción, en una época en la que se difundían las negaciones de la Reforma».


La Mariología del Santo Obispo de Ginebra es admirable por su amplitud, altura y profundidad [1]. Estas características que le atribuyo destacan su condición personalísima. En esa visión de la figura mariana es recogido, obviamente, el desarrollo alcanzado en el siglo XVII por la teología católica; sin embargo, San Francisco expone lo que su contemplación le ha permitido penetrar y deducir; son elementos nuevos que sorprenden por su agudeza, y a la vez porque prolongan homogéneamente la doctrina eclesial sobre María elaborada a lo largo de los siglos. Esta elaboración mariológica es quizá el caso más típico de desarrollo desde los datos originales, que contenían en formulaciones breves y concentradas la amplitud de la evolución ulterior que fue admitida y sancionada repetidamente por el magisterio conciliar y pontificio. El aporte de los santos, obra de su inteligencia de fe y de su amor contemplativo, ha sido fundamental en el proceso aludido.

En esta exposición procuro seguir un orden que dispone la enseñanza mariológica del autor –presente en tratados, sermones, cartas y “entretiens”– con un criterio teológico: dignidad y excelencia de la Madre de Dios expresada ya en sus nombres y títulos, privilegio de su redención inminente, causa próxima de su santidad, virginidad que es gloria de su Hijo Jesucristo, vida interior y presencia de su amor, humildad y confianza en los acontecimientos de la vida del Señor. [Asimismo] No descuida el Salesio la relación de María con nosotros y el culto que le debemos.

El nombre propio de María es Domina, Señora, pero ella es incomparable con Dios, por eso vale para ella, como para los ángeles y los hombres el Domine, non sum dignus. Ella es Señora pero también esclava [2]. El nombre de María significa estrella, ya que como las estrellas producen su luz virginalmente y sin detrimento alguno de ellas, Nuestra Señora produce la luz inaccesible de su bendito Hijo sin desmedro de su virginidad, sino que, por el contrario, luce más bella [3]. Las comparaciones con realidades de la naturaleza, conocidas según los aportes científicos de la época –que hoy día pueden parecernos curiosos y aun extravagantes–, son una constante en el estilo de Francisco de Sales. Afirma que comprendemos algo de la grandeza de María cuando la consideramos Reina del Cielo y de la Tierra, de los Ángeles y de los hombres; esos títulos que le atribuimos ayudan a nuestro pobre entendimiento a representarnos de algún modo aquella magnitud… ella es la Madre del Verbo eterno, y es necesario llamarla Madre de Dios. Sin embargo, el Evangelista (Lc 1, 40) la nota como la más humilde… [4]. Otro significado posible del nombre de la Virgen los multiplica Francisco con entusiasta devoción: Estrella del Mar o Mar amargo, Señora exaltada, ilustrada o ilustradora. Los diversos sentidos del nombre se unen a los títulos que María ha recibido [5], por ejemplo: Esposa y Amante. Un misterio como el de la Encarnación, en este contexto de la enumeración de los títulos, es expresado a la luz del Cantar de los Cantares: se la llama Esposa y se la hace suspirar exclamando “que me bese con un beso de su boca”; el beso representa la unión del Verbo con la naturaleza humana en el seno de la Virgen. Esta imagen no debe extrañar, ya que se suma a las múltiples interpretaciones místicas el libro más divino y más humano de la Biblia, en la línea de las tradiciones judía y cristiana. Es frecuente en la obra de Francisco la aplicación a María de textos del Cantar [6] no como ejercicio dialéctico sino como algo sentido, experimentado con intensa devoción.

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