
Algunos Recuerdos de Gerardo Medina
Cristian Rodríguez Iglesias
A 12 años de su partida
(Especial para el Centro Pieper)
[Centro Pieper] Al cumplirse un nuevo aniversario de la partida de este mundo de Gerardo Medina (1965-2013) y haciéndome eco de un especial pedido, comparto con ustedes algunos recuerdos de este querido amigo y primer Vicepresidente del Centro de Humanidades Josef Pieper de Mar del Plata, Argentina. Trataré de ser fiel a esos recuerdos, especialmente aquellos que pongan de manifiesto su talante humano y cristiano, y también de presentarlos más o menos cronológica y sintéticamente.
Conocí a Gerardo siendo estudiante universitario, en la ciudad de Mar del Plata, a fines de los años noventa. Nuestro Profesor de “Antropología Filosófica” de entonces, mi amigo el Pbro. Francis Patrick Kennedy [1], dictó algunas pocas clases de esa asignatura en la «Escuela Universitaria de Teología» (EUT) y presentó sorpresivamente su “reemplazo”. Tuvimos allí, en un aula de la EUT, nuestro primer encuentro con el Profesor Medina… con una muy buena impresión, por cierto. Se lo veía solvente, como que sabía de lo que hablaba. Y decía cosas que no escuchábamos comúnmente, con un fuerte apoyo en la doctrina tomista.
Santo Tomás de Aquino y la Oración
Gerardo Medina
Con el tiempo fuimos teniendo una relación más estrecha y nos hicimos buenos amigos: una amistad “en Santo Tomás”, como solía decirme. Desde allí descubrimos convergencias en otros temas de interés común que consideramos muy importantes: Dios, la Fe católica, la Contemplación, la vida intelectual, los grandes autores del occidente cristiano, la Patria, la familia, la vida humana, etc.
Tucumano de nacimiento –Gerardo había nacido en la capital de esa Provincia el 4 de octubre [2] de 1965–, para el momento en que lo conocí ya residía en Mar del Plata desde hacía unos meses. Casado con Ana, su amada esposa, nacieron luego sus tres hermosos hijos en esta misma ciudad: Camila, Tomás y Mateo.
Desde muy joven tuvo una marcada inclinación a la vida intelectual, siempre unida a la vida de fe. De hecho, por aquellos años se unió a la «Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino» (FASTA), donde permaneció hasta el final. También estudió y se recibió de Licenciado en Filosofía por la «Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino» (UNSTA) y de Bachiller Universitario en Teología por la «Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino y de la Religión Católica» (conocida comúnmente como Angelicum) de Roma, Italia [3].
De regreso en nuestro país, desde el año 1995 se desempeñó en la docencia media y universitaria. En un primer momento, fue adjunto del Dr. Mario Caponnetto [4] en la Cátedra de «Antropología Filosófica» en la Facultad de Psicología de la «Universidad del Salvador» (USAL) en Buenos Aires. Pero una vez establecido en Mar del Plata fue:
+ en la «Universidad FASTA» (UFASTA), Profesor de Filosofía, Director del Programa “Integración de los Saberes” e iniciador y Coordinador de la “Diplomatura en Pensamiento Tomista”;
+ en la «Escuela Universitaria de Teología» (EUT) del Obispado, Profesor de Filosofía y Profesor de Teología;
+ en la «Sociedad Internacional Tomás de Aquino (S.I.T.A.) – Sección Argentina», Vocal, Secretario General y Presidente;
+ en la «Asociación Teológica Tomás Moro», que fundamos con un grupo de alumnos y profesores de la carrera de teología, y en la «Comunidad Sapiencial Juan Pablo II - Para el Estudio y Divulgación de la Cultura Católica», Profesor y Asesor;
+ y en el «Centro de Humanidades Josef Pieper» fue Vicepresidente y Profesor.
Entre sus publicaciones, se destacan su “Curso de Antropología Filosófica” y su “Síntesis Filosófico-Teológica de la Cultura Católica”, que dictó parcialmente en forma de Curso en el «Multiespacio Cultural EL CAMINO» de la ciudad de Mar del Plata. Además, colaboró con la traducción al español de la Cuestión Disputada “De Spiritualibus Creaturis” de Santo Tomás de Aquino, junto a Germán Masserdotti y Mario Caponnetto, publicada en formato bilingüe por Editorial Gladius. También escribió algunos artículos en prestigiosas revistas nacionales.
Fuera del ámbito universitario, compartimos con Gerardo varios espacios dedicados al estudio y la contemplación. El primero fue la Delegación Mar del Plata de la SITA, que se formó casi al mismo tiempo en que se realizó el Congreso por el cual se fundó formalmente la SITA en Argentina, en septiembre del año 1998, en la Universidad FASTA de Mar del Plata –de hecho, figuramos como socios fundadores en su acta constitutiva–. Las reuniones se iniciaron por aquel tiempo en casas de familia. Luego, a partir del 2001, las hacíamos en «Casa de Asís – Centro de Evangelización de la Cultura», donde aprovechábamos hasta el ambiente del “parque” que rodeaba la Casa donde funcionaba este Centro para leer juntos a Santo Tomás. Allí nos reunimos varios años, hasta el 2005. De aquellos años recuerdo muy especialmente a Héctor Brunamontini –Profesor en Filosofía y una verdadera “institución” de nuestra ciudad–, junto también a Enilde González de Ravera, Profesora en Teología, Artista Plástica y Odontóloga, sólo por nombrar algunos de sus destacados participantes.
Homenaje al Profesor Héctor Brunamontini (1928-2011)
Pero fue precisamente en el Centro Pieper donde tuve el mayor contacto con él. Allí se ocupaba de lo académico con excelencia, y también de cualquier menester que fuera necesario. En palabras de Mario Caponnetto, “Gerardo era un combatiente, un miliciano para decirlo en el particular léxico de FASTA. Si bien lo que caracterizó y signó toda su vida fue una firme y acendrada vocación intelectual, sin embargo, no fue de aquellos intelectuales que, al decir de Péguy, pertenecen al «partido intelectual». Por el contario, fue un intelectual comprometido, animado del profundo sentido de una Fe combatiente, de una Fe hecha milicia acompañada de un espíritu de servicio y de entrega sin condiciones”. Y sí: siempre lo vimos muy dispuesto y entusiasta, con el buen ánimo que lo caracterizaba, sin quejarse, aportando ideas y proyectos que en algunos casos pudimos plasmar. Sobresalió por su buena doctrina y caridad –dos cosas que nunca separaba–, pues entendía que la mejor caridad es la verdad… y que la verdad, dicha con caridad, conquista más fácil el corazón de los hombres. Disfrutaba mucho cuando dictaba clases en nuestros Cursos, pues decía que allí podía desplegar plenamente su vocación intelectual.
Ciertamente Gerardo gustaba de la contemplación, que aprendió de su gran Maestro Santo Tomás de Aquino, a quien conocía finamente. Y también era capaz de “dar de lo contemplado”, de llevar a la contemplación. ¡Quienes fuimos sus alumnos damos fe de ello! Fue un hombre que había cultivado la virtud de la estudiosidad. Muy inteligente, se mantenía casi siempre sereno y silencioso. Tenía un talento especial, aunque se las ingeniaba para pasar lo más desapercibido posible. Podía explicar “fácil” y entendible, aquello que era difícil. Rodolfo Mendoza, en tono jocoso, le espetaba: “Gerardo, se te fue el barrilete metafísico”, porque rápidamente su pensamiento se elevaba hacia las altas cimas de la especulación filosófica y teológica. Pero nunca para complejizar, sino manteniendo la sencillez, sin mengua alguna de la profundidad en lo que decía: para que quienes lo escuchábamos pudiéramos deslizarnos por sus palabras y encontrarnos con la verdad. «En él la relación palabra pensamiento no corren en una maratón –señalaba nuestro común amigo Pablo Lihué Navas, en una entrevista que le hiciera en el 2012– sino que trotan a la par como compañeras y cómplices» [5].
Aristóteles y la Ciencia
Gerardo Medina
Si algo lo definía, diría que es la palabra “coherencia”. Lo vimos vivir centrado siempre en su familia, que era su gran tesoro y el ámbito privilegiado de sus mayores atenciones y desvelos. También, por supuesto, en la docencia. Allí, entre su hogar y los claustros universitarios –que eran los espacios donde se sentía pleno–, desplegó su misión más importante: hacer presente a Aquel a quien había ofrendado su vida desde su juventud. ¡Es que su fe sincera lo impregnaba todo en él! Hasta sus alumnos terminaban amando la filosofía y la teología, aunque hubieran tenido por algún tiempo desconfianzas, porque Gerardo era capaz de ejercer en ellos una poderosa atracción: la de aquel que vive lo que predica.
Verdadero ejemplo de vida cristiana, traslucía humildad, amabilidad, sencillez y entrega. Era hombre de oración y de lectura asidua de los Santos Evangelios. Le gustaba mucho rezar con los Salmos, pues decía que allí estaban representadas todas las posibles situaciones y dramas de la vida humana. Una vez me “confesó” que le gustaría escribir un libro con ellos, reescribiéndolos “en primera persona” para poder hacerlos más propios en la oración.
Su sonrisa fresca, su guitarra y su voz –siempre disponibles para las reuniones familiares y de amigos– ayudaban mucho a cultivar la eutrapelia. Estos momentos privilegiados quedaron grabados en la memoria y el corazón de muchos de nosotros… junto con los cantos folklóricos que, como buen tucumano, tenía incorporados a su vida desde niño –junto a algún que otro tanguito–… Además, estos momentos eran proclives a compartir un buen vino, uniéndolo a una vez con su pasión por la filosofía, tema casi obligado antes, durante y después de la guitarreada.
Supo ganarse los corazones de aquellos que lo conocieron. El de sus amigos, por supuesto. Y también el de algunos de sus enemigos. Porque los tuvo. Sobre todo en su labor Universitaria, aunque no únicamente. He estado a su lado en algunas situaciones que lo perjudicaron y lo hicieron sufrir. «No demos las causas para no herir a nadie», decía Medina en la entrevista que ya citamos, refiriéndose a un fracaso de la vida universitaria: valga esto para excusarnos de ahondar en detalles. Nos basta con decir, respecto de sus sufrimientos, que los tuvo y muchos. Quizás fue el modo más concreto de configurarse con su amado Cristo Crucificado, manteniendo la Fe hasta el final.
El Dr. Mario Caponnetto, quien fuera un leal amigo suyo en las buenas y en las malas, publicó en su momento unas líneas de la última carta que le escribió Gerardo y de la que tomamos el título para estos “recuerdos”. Allí, después de darle el parte respecto de la evolución de su mal (ya irreversible), le confesaba: “Fuera de esto me siento muy bien, sostenido por la oración de los amigos y tratando de convertirme cada día más. La enfermedad me brinda la ocasión de envolverme en Cristo y vivir siempre más atento a los contenidos del Reino de los cielos que a los de la tierra; me hace amigo de los ángeles y de los santos... son gracias que estoy recibiendo, aunque siga siendo un simple pecador. ¿A dónde me conduce todo esto? Sólo Dios lo sabe, en sus manos me encomiendo”. ¡Estas palabras reflejan el tipo de católico que era Gerardo! Mario las remata diciendo: “Y así cumplió el último servicio que Dios le había pedido. Por eso, estoy seguro de que, al llegar al Cielo, sólo dijo, simplemente. ¡A tus órdenes, Padre!”.
En la tarde-noche del 10 de Agosto [6] de 2013, Gerardo partió de este mundo, rodeado del afecto sincero de sus familiares y amigos, luego de recibir los auxilios de la Santa Religión. Él concluyó su carrera, libró el buen combate y ha comparecido bien dispuesto ante el Trono de la Misericordia. De hecho, tuve el honor –con un amigo común– de llevarle a su casa al Sacerdote que lo absolvió por última vez y le administró el Sacramento de la Unción de los Enfermos. ¡Estaba ya preparado! Luego, fue sólo una cuestión de tiempo…
Su desaparición física fue una gran pérdida. En primer lugar, para su esposa e hijos. Luego, para quienes lo queríamos y valorábamos como un amigo entrañable, porque eso es lo que fue.
Quienes tuvimos la dicha de ser alumnos suyos, también comprendimos de su mano la necesidad e importancia de tener “maestro” y aquello de que “sólo la Verdad nos hace libres”.
¡Agradezco a Dios por la vida de tan íntegro varón católico, que hizo todo para mayor gloria de Dios y salvación de las almas! Él hizo honor a la palabra amistad y nos enseñó a amar la Verdad y a vivir acorde con ella.
El dolor de su partida no empaña la esperanza de volver a vernos, por la gracia de Dios. ¡Hasta pronto querido amigo!
Lic. Cristian Rodríguez Iglesias
Presidente y Fundador del Centro Pieper
[Mar del Plata - Argentina]
Notas:
[1] F. P. Kennedy falleció también en 2013, pero el 23 de Mayo, unos meses antes que Gerardo. Cf. Pbro. Francis Patrick Kennedy. Breve Semblanza de su vida – Cristian Rodríguez Iglesias: http://fraternidadvidanueva.blogspot.com/2013/06/pbro-francis-patrick-kennedy-breve.html
[2] Día de San Francisco de Asís.
[3] Cursó también un Doctorado en Filosofía por la Universidad de Barcelona (UB), que lamentablemente no pudo finalizar.
[4] Actual Vicepresidente del Centro Pieper y habitual Docente en sus «Cursos sobre Historia del Pensamiento y la Cultura».
[5] Pueden leer esta magnífica entrevista aquí: https://centropieper.blogspot.com/2013/08/tenemos-que-lograr-que-los-jovenes-se.html
[6] Vísperas del día de Santa Clara de Asís.
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