martes, 25 de septiembre de 2018

Quiero ser Modernista Posverdadiano - Pedro Luis Llera

Quiero ser Modernista Posverdadiano
Pedro Luis Llera


“Ahora podemos escoger libremente nuestro propio personaje –afirma Llera en este lúcido artículo– y el decorado que más nos guste: sin imposiciones, sin mandamientos, sin dogmas ni verdades irrefutables”.


[Modo ironía “on”]

[InfoCatólica/CentroPieper] Está decidido: quiero ser modernista. Después de tantos años, por fin he descubierto mi verdadero camino. Ya está bien de verdades dogmáticas, propias de fanáticos integristas. Yo pertenezco a la «Era de la Posverdad», que es la palabra de moda: la palabra del año para el Diccionario Oxford (registraré el término «posverdadiano» en la Sociedad General de Autores). 

¿Que no habían oído hablar de esta palabra? ¿Que no la conocían? Están ustedes «out». No están en la onda (ni buena ni mala: si la tienen buena, mándenmela). Han quedado ustedes desfasados, anticuados, carrozas, carcas… Permítanme humildemente que les ilustre: la posverdad significa que los hechos objetivos importan un bledo; lo que cuenta es lo que cada uno sienta o crea.

La posverdad representa el triunfo final del subjetivismo absoluto sobre la verdad objetiva. La validez universal de la norma moral objetiva ha quedado definitivamente abrogada. Algo es bueno si yo opino y siento que es bueno; y es malo, si siento lo contrario.

Otro tanto sucede con la percepción de la realidad. No existe una realidad objetiva, sino tantas realidades virtuales como individuos. Si yo me siento un pez y creo que soy un pez, entonces ¿por qué no voy a ser un pez? ¿Qué más da lo que diga la biología? La verdad científica no importa: solo cuenta lo que yo siento, lo que yo creo, lo que yo opino o lo que yo quiero. Esto es una especie de egolatría narcisista y hedonista. La posverdad, como diría mi buen amigo Néstor Mora, es líquida y poliédrica: es el triunfo de “Matrix”.

Yo quiero ser, definitivamente, posverdadiano. ¿Mandamientos, dogmas, sacramentos, doctrina? Eso ya no nos sirve. ¿Moral? ¡Vade retro! Lo bueno y lo malo no es aquello que dicta el Catecismo, sino lo que yo siento. El Catecismo, los Padres de la Iglesia, la Tradición, el Magisterio milenario de la Iglesia están pasados de moda. No están con los tiempos: «¡Los tiempos cambian y la Iglesia tiene que estar con los tiempos!». Es que no se enteran ustedes… De verdad…


*   *   *


[Ejemplo de Diálogo Posverdadiano: Estilo Sencillo]

- Los rigoristas con cara de pepinillo en vinagre se empeñan en defender que todo es blanco o negro. Pero no es así. Ni hablar. Hay una infinita gama de grises y hay que discernir…

- Vamos a ver: tú, ¿qué sientes?

- Yo vivo en adulterio pero me siento fenomenal y voy a seguir teniendo relaciones adúlteras porque me siento bien así. Me fastidia no comulgar cuando voy a Misa y siento que tengo derecho a comulgar.

- Pues nada… Pero, ¿no podría usted vivir en castidad y en continencia?

- ¡Huy, no! Eso perjudicaría la relación con mi pareja… A ver si me abandona por otro…

- Tiene usted razón. La Comunión no es un privilegio de los santos, sino medicina para los pecadores. Comulgue usted.

*   *   *


[Ejemplo de Diálogo Posverdadiano: Estilo Rebuscado]

- Los mandamientos, ¿no son criterios válidos de discernimiento? Yo creía que si los cumplías, ibas al Cielo y si no los cumplías, era pecado y te condenabas… Y los mandamientos dicen que ese señor vive en pecado mortal y que así no se puede comulgar…

- Así argumentan los que no han aprendido todavía que la fe es compasión y misericordia. Hay situaciones objetivas de pecado mortal que, según las circunstancias, pueden no serlo tanto y estar interiormente en estado de gracia. Entonces puedes comulgar. Lo importante no son las leyes o las normas, sino lo que te dice la propia conciencia. Los que ponen las leyes y las normas por encima del corazón son fariseos clericalistas. Como Caifás, que condenó al pobre Judas Iscariote. Pobrecillo Judas, el infeliz…

- Pero dice San Pablo que quien comulga en pecado mortal se gana su propia condenación…

- Eso era antes, cuando se hablaba del Infierno a todas horas. Los modernistas posverdadianos creemos (opinamos, sentimos) que Dios es tan bueno que nadie se condena. Dios nos perdona siempre y a todos. Todos vamos a ir al Cielo.

- Pero la confesión… ¿para qué sirve?

- Dios nos perdona siempre. Y si te confiesas, el cura te va a perdonar en cualquier caso. No hace falta propósito de la enmienda ni hay que cumplir ninguna penitencia.

- ¿Y la gracia?

- ¿Qué gracia ni qué niño muerto? «¡Otro mundo es posible!». Lo importante es que todos nos comprometamos con los pobres y con los excluidos; con los descartados de este mundo capitalista sin escrúpulos. Ahí es donde está Dios: menos rosarios, menos sagrarios y menos adoración eucarística. Eso es perder el tiempo: comprométete con una ONG que mole: si es pacifista, no violenta y ecologista, mejor que mejor. Porque el planeta, la Madre Tierra, está siendo expoliada por la voracidad de las multinacionales y quienes pagan las consecuencias del cambio climático siempre son los pobres, los excluidos, los descartados…

- Pero si el clima cambia, ¿no cambia igual para los ricos que para los pobres? Y ese planteamiento, ¿no es puro pelagianismo?

- Eso lo dice porque es usted un fascista y un negacionista. ¿Quién dice que esto sea pelagianismo?

- Alonso Gracián, por ejemplo… Luis Fernando Pérez Bustamante…

- ¡InfoCatólica!: ultraconservadores que se resisten a la primavera.

- Pero ¿lo que está llegando no es el invierno?

- ¡Rigorista! ¡Integrista dogmático! ¡Homófobo! Seguro que usted tampoco está a favor del matrimonio homosexual…

- Pero las relaciones homosexuales, ¿no estaban condenadas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento? ¿La fornicación y la lujuria ya no son pecados graves?

- Yo bendigo a cientos de perros y gatos todos los años, ¿no voy a bendecir el amor de los gays? Lo importante es que las personas se quieran. Jesús predicó el amor. Esas páginas hay que interpretarlas en el contexto patriarcal, machista y falócrata de la época. Hoy eso ya no vale. Eso aleja a los fieles de la Iglesia. La doctrina no la cambiamos (total para lo que sirve…). Pero tenemos que cambiar la ortopráxis para adaptarnos a la Era de la Posverdad.

- Y ¿qué me dice de las adopciones por parte de las parejas homosexuales?

- Estamos contra todo tipo de discriminación. A fin de cuentas, todos los hijos son de alguna manera adoptados y da igual que lo sean por parejas heterosexuales que homosexuales.

- ¿Y sobre los vientres de alquiler y la fecundación artificial?

- Grandes avances de la humanidad que liberan del sufrimiento a tantas parejas que no podían tener hijos.

- Pero en los procesos de fertilidad se descartan muchos embriones…

- Los embriones no son seres humanos.

- Vamos a ver: ¿la vida humana no comenzaba en el momento de la fecundación?

- Ni hablar.

- ¿Y qué me dice del aborto?

- ¿Quién soy yo para juzgar?

- ¿Y de la eutanasia?

- ¿Quién sabe lo que pasa en el interior de un ser humano que sufre? Todos tenemos derecho a una muerte digna. Ya ve que unos obispos de Canadá han pedido que se dé la extremaunción y la comunión a los que han pedido el suicidio asistido… Dios es compasivo.

- O sea que lo que me enseñaron de pequeño no sirve ya para nada… ¿El quinto Mandamiento, el sexto… entonces…?

- Reglas, leyes, mandamientos… Lo único que cuenta es la ternura de Dios. Antes había dogmas que tenías que creer por narices: eran tiempos oscurantistas y medievales. Decían que la Iglesia predicaba la Verdad y que no había salvación fuera de la Iglesia. ¡Menuda barbaridad! Eran fanáticos intransigentes; fariseos e inquisidores sin misericordia.

- Pero al menos, podremos seguir creyendo en el dogma de la transubstanciación…

- Ese concepto es de otros tiempos. Hoy en día ya no sirve.

- Pues yo sigo creyendo lo mismo de siempre… Y mi amiga Rafaela, igual…

- Pues váyase usted de la Iglesia. ¡Es usted un fanático ultraortodoxo y ultracatólico!

- Pero, ¿no era usted misericordioso?

- No con gentuza como usted. Ustedes sobran en la Iglesia. En la nueva Primavera, no hay lugar para fanáticos dogmáticos que creen que poseen la Verdad. ¿Qué es la Verdad? La Verdad no existe. Existen opiniones, sentimientos, emociones…

- Pues mi amigo Alonso Gracián opina que lo que usted dice es puro nominalismo…Que dice él –que es muy tomista– que son ustedes una banda de herejes…

- Pero si al Alonsillo ese no lo entiende nadie… La filosofía y el tomismo hoy no tienen sentido. La filosofía busca la verdad y la verdad no existe. La filosofía ha muerto. La vida es una gran farsa en la que cada uno representa su papel. Ahora podemos escoger libremente nuestro propio personaje y el decorado que más nos guste: sin imposiciones, sin mandamientos, sin dogmas ni verdades irrefutables. La vida es un sueño; muchas veces, una pesadilla. Viva y deje vivir.

- Tiene usted razón. Ya se lo decía yo el otro día al P. Jorge: soy un verdadero gilipollas por haberme pasado la vida defendiendo la doctrina de la Iglesia de toda la vida. ¡Estoy harto! Yo quiero que José Manuel Mortal me ofrezca un blog en Herejía Digital. Quiero ser como Kasper.

- ¿El fantasma de la película?

- No, no: el otro… El amigo de Marx… Me ha convencido usted: definitivamente me voy a hacer Modernista Posverdadiano.


[Modo ironía “off”]

Ahora, en serio. Lo que nos encontramos después de la verdad, es la mentira y la inmoralidad. Dios nos libre de caer en la herejía, de pactar con la mentalidad de este mundo. 

Que la Santísima Virgen nos ampare e interceda por nosotros, pobres pecadores, para que su Hijo nos conceda la gracia de permanecer firmes en la fe, en la esperanza y en la caridad. 

La verdad nos  hace libres. La mentira y la inmoralidad nos esclavizan y nos condenan. El pecado hay que combatirlo siempre.








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