Maestro Fabián Piscicelli: In Memoriam
(13 Diciembre 2018)
Cristian Rodríguez Iglesias
A una semana de su partida.
[FVN/ELCAMINO/CentroPieper] Claudio Fabián Piscicelli nació en Adolfo Gonzáles Chaves, Provincia de Buenos Aires, el 16 de Mayo de 1969. Fue el hijo mayor del matrimonio de Dolores Contreras y Néstor Piscicelli.
De joven fue Bombero Voluntario en el Cuartel de Gonzáles Chaves, comandado en aquella época por el Jefe Juan Gabino Atairo, figura señera y admirada por Fabián. Pero con Don Villarreal, su primer Profesor de Guitarra, fue descubriendo que su vocación más profunda estaba relacionada con la Música. A ella apostó desde su adolescencia. Y a ella dedicó toda su vida.
Fue en su ciudad natal que “Petro” –como lo llamaban sus amigos del lugar: el Corto, Patricio, Carolina, Verónica, el Flaco, el Turco, etc–, después de arduos ensayos, se convirtió en la primera guitarra del histórico conjunto “Los Dinámicos” del legendario Ulises Lasa.
Luego se mudó a Bahía Blanca, donde comenzó a estudiar seriamente las seis cuerdas en el Conservatorio de la ciudad. Finalmente radicado en Mar del Plata, se dedicó de lleno al estudio de la Guitarra Clásica Española, su principal amor. Fue allí, en el Conservatorio de Música Luis Gianneo, donde conoció a su primer gran Maestro Eduardo Isaac. Y en ese Conservatorio se recibió de Profesor y cursó también un Posgrado.
Su vida fue intensa. Participó de muchos proyectos musicales en la ciudad de Río Gallegos –donde trabajó varios años y trabó amistad con el destacado violinista Mariano Espínola–… Con el correr de los años, volvió a Mar del Plata y comenzó a trabajar en la zona: en General Madariaga, la “Ciudad Gaucha”, donde era Profesor en la Escuela de Arte; y también en Villa Gessell y Pinamar, en las Orquestas Municipales. Incursionó en este tiempo en la ejecución del Violín y la Viola. Memorable fue su paso por el “Cuarteto de Guitarras de Mar del Plata” junto a uno de sus queridos Profesores y amigo personal, José Longo, y junto a Élida Gaiero y Mónica de Spirito. Bellísimas interpretaciones grabadas en estudio quedan de esta formación.
Contó con la cercanía y amistad de muchas personas del ambiente musical y docente… Recuerdo algunos nombres como José Smiroldo, Jorge Armani, Julio Azcano, Juan Carlos Dorso, Bety Castro, Darío Landi –con quién por mucho tiempo constituyó un dúo–, Beto Fisher, Lita Martino, Claudio Videla, Alejandro Mossi… Especial mención quiero hacer de Jerónimo y familia, como también de Cecilia y familia, Analía y Emiliano, Sofía Montenegro, Pablo Clemente, Natalia Ariceta, Celeste Durando, María Eugenia Díaz, Mariana Genovese, Pedro Emanuel Guerrero Lobos, Claudia Bonzo, Rodrigo Luna, Victoria Segal, Ignacio Guerrero, Cecilia Ruiz, Lucia Osawa, María Peralta… y tantos otros que se podrían sumar a esta lista, que no pretende en modo alguno ser exhaustiva…
En lo personal, el primer recuerdo de Fabián que viene a mi mente fue de mediados de los años noventa en Mar del Plata, su ciudad por adopción. A causa de la Fe Católica, Dios cruzó nuestras vidas para siempre. Primero como amigos y, con el correr de los años, también como su cuñado.
Fabián manifestaba sumo interés por la Filosofía, la Teología, la Política, el Arte y las Ciencias. Gozaba escuchando conferencias del Padre Julio Meinvielle, del Padre Leonardo Castellani, del Dr. Antonio Caponnetto. Tuvo oportunidad de conocer personalmente al P. Alfredo Sáenz SJ, al P. Horacio Bojorge SJ, a Mons. Juan Claudio Sanahuja, al P. Ignacio Andereggen, al Prof. Claudio Mayeregger, al Dr. Roberto Castellano. Fue uno de los primeros en descubrir la existencia del Canal de YouTube TLV1 (Toda la Verdad Primero)… y lo decía con orgullo. Gozó de la amistad de varios maestros: el Dr. Rodolfo Mendoza, el Lic. Gerardo Medina, el Dr. Mario Caponnetto y su esposa Lis Genta.
En lo que a mí respecta, lo vi participar en Mar del Plata de varios proyectos que fueron enriqueciendo y configurando su formación humanística y cristiana. Fue miembro de “Fraternidad de Vida Nueva” (FVN), una agrupación católica con mucha influencia franciscana –en especial del Padre Pío de Pietrelcina, a quien Fabián descubrió allí y de quien era muy devoto–; de la “Sociedad Internacional Tomás de Aquino (SITA) – Sección Argentina”, donde conoció a dos grandes amigos suyos que ya nombramos, Mendoza y Medina; fue entusiasta de “Casa de Asís – Centro de Evangelización de la Cultura” (Alem 3723), un proyecto de FVN donde él participó de modo especial en la temporada 2002/2003 con un Ciclo de Tangos con Valores llamado “La Biblia y el Calefón”, junto a la cantante y amiga suya Marita Pérez Tarres; y desde su fundación, fue miembro de la Comisión Directiva del “Centro de Humanidades Josef Pieper”.
Su ardua batalla a favor de la fe y los valores que no perecen se hizo sentir en muchas personas y en diversos ámbitos. De hecho, fue un hombre inquieto siempre buscando justicia y embarcado en todas las causas que él consideraba nobles… Y logro mucho.
En estos días innumerables amigos suyos, compañeros, docentes y alumnos, por Facebook, por WhatsApp, nos han hecho llegar bellas palabras cargadas de afecto por Fabián. Otros han llamado o enviado mensajes de audio. Todos han manifestado un gran cariño y un mayor aprecio por su persona. ¡A todos agradecemos sinceramente!
A modo de muestra y en honor a la brevedad de este escrito, sólo transcribiremos el “recuerdo” de dos amigos suyos: uno del ámbito de la música y otro del ámbito de la filosofía…
El primer texto que queremos citar aquí es de Julio Azcano y fue publicado en su FaceBook. Comienza citando una frase de Fabián:
«“Pero qué necesidad hay de darte esta medialuna. Decime si no es decididamente criminal”… la charla, interrumpida por la rigidez indignante del panificado y una TV que transmitía en directo las imágenes del Tsunami en Tokio, volvía a su cauce metafísico. Hasta que el bus abandonase la estación de Madariaga… y Mar del Plata apareciese nublada y de media mañana a la izquierda de la ruta… Kant, Segovia, Santo Tomás de Aquino, Aristóteles y alguna indignación momentánea, como esta medialuna petrificada, seguirían dando que decir.
La noche anterior, mientras terminaba el verano de 2011, habíamos retomado la conversación que veníamos llevando hacía casi dos décadas. Con reglas de potrero en cuanto a temática y duración, quedaría picando en algún lugar. Hasta la próxima.
No era ni la primera vez ni la última que Fabián había movido cielo y tierra para invitarme a dar un Concierto. Era un ritual que se completaba así, charlando hasta el otro día y hasta la próxima vez. Siete años antes había sido en Río Gallegos y también fue varios años después. De vuelta por Pinamar, por Villa Gesell. Armó fechas para que toque con otros amigos. Filmó conciertos con Quique, con Jorge, sacó las fotos, difundió.
Lo recuerdo también mucho antes, visitándome por la casa de mis padres para escuchar cómo iba saliendo algún repertorio. Me valí de su orgullo de amigo y de su humildad, que nunca ahorró en elogios, cuando preparé mi primer recital.
Hasta el domingo pasado seguimos este diálogo. Justamente por acá me contó que estaba trabajando el Estudio 8 de Villa-Lobos, hablamos de guitarristas flamencos, le pasé algo de música. Como siempre me dijo que se alegraba y que la iba a escuchar.
Qué pena, qué dolor, que a la charla se le haya dado así, de golpe, por agarrar otro camino. Ojalá otros tengan la suerte de encontrársela»…
El segundo texto es de su entrañable amigo Mario Caponnetto, también publicado en FaceBook. Y reza lo siguiente:
«Hoy el Señor llamó a su presencia al querido amigo y hermano Fabián Piscicelli.
Fue una muerte súbita, de esas que no se esperan. Pero Fabián estaba preparado. Sabía que el Señor podía llamarlo en cualquier momento.
Creo que arrebató el cielo.
Tuvo una fe firme, vivida en serio.
Allí estará tocando acordes de guitarra, entre los ángeles, ante el Trono del Dios de los Ejércitos.
¡Hasta siempre, Fabián querido!»…
Para ir terminando, traigo a la memoria algunos de los buenos momentos que pudimos disfrutar juntos: las amicales cenas junto a mi tío Alberto –que lo quería muchísimo–; el vino que supimos compartir cada tanto; el amor a su familia, especialmente a su mamá, a su hermana y sus sobrinos, por quienes sentía verdadera devoción; la sonrisa cómplice cuando hablábamos de política en términos “políticamente incorrectos”; las charlas sobre el Maestro Julian Bream, que disfrutábamos escuchando juntos; Andrés Segovia, Manuel de Falla, Paco de Lucía, Tomatito, John Williams, Michel Petrucciani, Bill Evans, John McLauglin, Luciano Pavarotti, Jordi Savall, Beethoven, Bach, Vivaldi y Monteverdi; y cómo dejar de nombrar las fabulosas “Peñas” caseras –en casa o en la de algún amigo– con Marita, Javier, Andrés, Mariano, José, Juancito, Gerardo, Mario.
Su último momento musical con nosotros fue por partida doble el pasado viernes 30 de Noviembre acompañando a su amiga Marita: primero en la Librería San Pablo, con la presencia de gente entrañable, de familiares y amigos; y, luego, en el Multiespacio Cultural EL CAMINO, en el corte intermedio de un Café Cultural organizado por el Centro Pieper. En ese Multiespacio Fabián estudiaba, ensayaba… y nos cebaba unos ricos mates “amargos”… últimamente, mezclados con café.
Lo vi feliz muchas veces, disfrutando con sencillez de los buenos momentos, y siempre agradecido a Dios… También preocupado y con problemas –¡quien no!–… ¡pero muy feliz!
En el último adiós vinieron a saludarlo familiares, amigos, docentes, directivos y alumnos. Todos conmovidos, y casi todos marcados por una palabra o un gesto suyo… Así era él: inquieto, punzante, a veces distraído, sincero con sí mismo y con los demás... capaz de comprometerse y sostener la verdad aún en los ambientes más refractarios a ella.
El gran Místico y Poeta Español, San Juan de la Cruz, decía: “En la tarde de la vida, te examinarán en el amor”. Y Fabián amó. Amó intensamente…
Cuando llegó su momento de partir de este mundo, el pasado 13 de Diciembre, se encontraba preparado: había tenido una bella y profunda Confesión unos días antes con el querido Fray Javier, Sacerdote Dominico, en un Retiro Espiritual de FVN el Domingo 2 de Diciembre. Y en ese Retiro se Consagró, por segunda vez, al Sagrado Corazón de Jesús junto con otros miembros de la “Frater”.
Vemos hoy con consuelo –hay que decirlo–, que nuestro Señor Jesucristo cumplió en la vida de Fabián las Promesas que hizo a Santa Margarita para aquellos que fueran devotos de su Divino Corazón.
Sólo me queda por decir ¡hasta pronto querido hermano, amigo y cuñado!...
Y repetir una y mil veces un sentido: Deo gratias!
* * *
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