martes, 18 de febrero de 2020

Pedro Luis Barcia y la Restauración Necesaria - Agustín De Beitia

Pedro Luis Barcia y la Restauración Necesaria
Agustín De Beitia


Nostálgico de todo lo valioso que perdimos en medio de la agitación y la trivialidad, Barcia urge a nutrirse de los clásicos, recuperar el asombro en la lectura y restablecer una enseñanza abierta a lo sobrenatural.


[LaPrensa/CP] Viene de celebrar los diez años del Instituto de Cultura Cudes, donde dirige la Diplomatura en Cultura Argentina, y acaba de reeditar su ensayo “Leopoldo Marechal. Palabra trascendente y plenitud de sentido”, mientras entrega a la imprenta otras dos obras y tiene otras entre manos de las que prefiere no hablar. Incansable, apasionado, afable como siempre, Pedro Luis Barcia recibe a «La Prensa» en la Academia Nacional de Educación, de la que fue presidente (2012-2016), para dialogar sobre estos temas que lo ocupan y otros que disparan la conversación. Barcia -que presidió también la Academia Argentina de Letras (2001-2013), y es lingüista, investigador y profesor- analiza el presente, se lamenta de las cosas valiosas que hemos perdido en medio de la agitación y la trivialidad, cuando no por efecto de una cuidadosa obra de demolición, y apunta la necesidad de recuperar una enseñanza con una dimensión sobrenatural.


Agustín De Beitia: En su discurso en el aniversario del Cudes usted se definió como un “nostálgico de lo desaparecido” y habló de la necesidad de una restauración. ¿Por qué?

Pedro Luis Barcia: Nostalgia en griego es lamento por lo que no se tiene, por lo que se perdió. Pero lo que se perdió y era valioso. Porque la vida consiste en ir perdiendo cosas todo el tiempo. La concepción primera que yo manejo respecto de qué cosa es el proceso cultural que deberíamos iniciar es restaurar aquello que tiene validez, que tiene peso, que tiene significación, y que hemos perdido en medio de la agitación y la trivialidad. Una precipitación que se ve favorecida por el ritmo de la vida y por la dependencia electrónica, y una trivialidad que nos llega por el bombardeo permanente que los medios nos hacen sobre cosas insustanciales, y que a uno progresivamente lo gobiernan. Cuando digo restauración estoy reaccionando contra la tendencia neofílica del argentino que es creer que lo último que sale es lo que vale.


ADB: No debe haber muchos restauracionistas. Nuestra época más bien glorifica el progreso. 

PLB: El encandilamiento viene del campo de la técnica. En la técnica puede ser que esto se dé así, aunque no siempre se da. Pero en el campo de la cultura y en el de la educación se está metiendo este neofilismo como si fuera realmente valioso lo que le ofrecen, cuando muchas veces eso ni siquiera está evaluado. Caemos demasiado fácil en el entusiasmo por la innovación. La palabra innovación significa nada más que algo no estaba antes y está ahora. Significa que es nuevo. Pero lo nuevo puede ser una enfermedad (risas). Hoy se ve todo lo nuevo como virtuoso. En el campo de la cultura importan una serie de restauraciones. 


ADB: ¿Por ejemplo? 

PLB: Yo restauraría ese curso que tuvimos en el secundario cuando éramos muchachos, de síntesis de la cultura argentina, que hay que integrar con la cultura universal. Lo que importa es una creativa y personal asimilación del legado de la cultura universal pero hecho en casa. El que empezó con esto entre nosotros fue Lugones, que no llegó a hacer una fusión, pero sí se nutrió sin complejos de todo aquello. Los otros dos son Marechal, que lo hace desde una unidad de concepción teológico-filosófica articulada, y genera una producción basada en la tradición occidental y oriental, pero con toques propios, y Borges, que no tiene esa concepción de base, pero tiene un atractivo particular. Esto, en lo que respecta a la literatura. Porque en las artes plásticas está Pettoruti, y otros más. La idea es partir de una obra actual e ir hacia atrás. Es decir, partir de “Adán Buenosayres” y rastrear cuáles son las fuentes que nutren a la novela. De ese modo se aprende que hay cosas muy antiguas que tienen vigencia, porque lo esencial en el hombre no cambia.


Poca Lectura

ADB: Habló de “una serie” de restauraciones... 

PLB: Sí, otra es el comentario de textos, una disciplina que viene desde la Edad Media. Las clases entonces tenían tres momentos: la «lectio», la «explicatio», que consiste en desplegar el texto para los alumnos, y la «disputatio». Esto es lo que teníamos antes en la universidad. El alumno aprendía a “despanzurrar el muñeco” y a ver cómo funcionaba. El profesor le mostraba lo que un texto en apariencia anodino no contenía. Por ejemplo, con una reflexión extraída de una frase elemental. Esto siempre deslumbra y es cebo para ir a leer. ¿Por qué hay poca lectura? Una de las razones es que los profesores no entusiasman a nadie con la lectura y análisis de textos. Eso lleva a lo que llamo la muerte de la realidad por el pensamiento. 


ADB: ¿Cómo es eso? 

PLB: Sarmiento dijo que las ideas no se degüellan. Y yo dije que en los años 70 las ideas degollaron a la realidad. Porque el ideologismo se aplica sobre la realidad y no deja margen de conocimiento. No sigue a la realidad, sino que aplica su molde sobre la realidad y quiere que ella se pliegue. El ideologismo, que es la acentuación de una energía previa, congelada, y no generada por la realidad, es una de las corrientes más fuertes hoy. Es lo que lleva a la muerte de la interpretación del mundo. ¿Y qué es la interpretación del mundo? Es mirar un cuadro y entenderlo. Esa es la realidad que están matando. Sobreponen al cuadro la teoría. Mientras que el análisis del texto va sacando las ideas desde la entraña del texto, del cuadro, de la obra de teatro, del ensayo filosófico. Esa restauración es fundamental. Va a ser muy difícil hacerla. Porque hay que empezar por formar a los formadores. Y la otra cuestión importante es hacer la selección de aquellas obras que deben presentarse didácticamente a los niños. La escuela no ha adoptado adecuadamente los “corpus” de lectura para cada edad, que es lo que los va formando, en este diálogo con la lectura. Y cuando digo lectura me refiero a todas las disciplinas: la historia, el texto filosófico, el literario... No hay que adelantar las etapas. Pero es difícil porque el mundo nos acostumbró a la “cultura click”. Si yo fuera poeta compondría una “oda al germinador”. 


ADB: ¿Por qué? 

PLB: Porque el germinador lo incita al niño a colocar el poroto entre el vidrio y el secante, a regarlo, y a ver cómo se desarrolla, en una observación cotidiana. Es la negación de la “cultura click”. La cultura actual no enseña el proceso gradual de todo conocimiento y de toda la vida humana. Hemos perdido el gradualismo, la necesidad de frenar, pensar cómo se hace cada cosa. Hay que restaurar el deslumbramiento, la cultura del asombro. El descubrimiento que cada uno hace de un autor y de un texto. El asombro es una disposición para inquirir en la realidad, que es lo que lleva al descubrimiento. Se necesita un estimulante. 


ADB: La cultura tiene que ver con cultivar y con transmitir lo cultivado. Pero hoy, significativamente, es la destrucción de la cultura en lo que están empeñadas distintas ideologías. ¿Coincide usted con esta apreciación? 

PLB: Sí. Hay un autor contemporáneo muy interesante, un autor de culto en algunos sectores pero que todavía no mucha gente conoce, John Senior, que habla en el primero de sus libros de “La muerte de la cultura cristiana”. No dice la agonía del cristianismo, sino la muerte. Senior explica cómo las estructuras ideológicas modernas han ido socavando gradualmente los fundamentos de la cultura cristiana hasta dejarla en el aire. Se va logrando esto por muy distintas vías. Una es la ruptura de lo formal. Por ejemplo, la liturgia. Todos los actos litúrgicos sacros y profanos sostienen al mundo. Decía Goethe que la ceremonia sostiene al mundo. Las formas hay que cuidarlas. La primera manera de erosionar la cultura cristiana fue entrar en el campo de la liturgia. La liturgia empezó a diluirse y a perder su sentido profundo. Se hizo una simplificación. Ya importaba poco levantar de un modo u otro el copón, importaba poco determinada festividad. Y entonces se va desplazando, y se va descristianizando la vida cotidiana. Después fueron gradualmente entrando en la convivencia de las religiones, y llevando así a la idea de que todos somos lo mismo. Y entonces, si todos somos lo mismo, ¿para qué las diferencias de religiones? Lo que lleva a la anulación de la propia fe. Senior habla de la muerte de la cultura. Yo diría que está moribunda, está siendo desplazada, y no somos conscientes de eso. 


ADB: ¿Cuándo empezó el derrumbe de la cultura argentina? ¿Hay algún hito, fue un proceso?

PLB: La generación de Rivadavia ya comienza con actitudes de un liberalismo cegatón. Se comerció con muchas propiedades de la Iglesia, se trató de anular las obras... Contra esto reaccionó un personaje argentino que es único: Fray Francisco de Paula Castañeda. Un unitario antirivadaviano. Estaba contra Rivadavia porque sabía que él estaba inficionando la cultura cristiana argentina. No se le ha dado suficiente atención. Castañeda es un hombre que tiene el buen humor de quien está seguro de lo que cree. Era avizor.


ADB: Usted acaba de editar un libro sobre Marechal, un autor que usted admite allí que fue axial en su formación. El también fue un restauracionista. 

PLB: Sí. Como cuento allí, cuando Marechal se iba a preparar café, yo recorría su biblioteca. Eran tres estantes nada más, a sus espaldas. Pero estaban todos los clásicos griegos, romanos, Shakespeare... Este es el rescate que él hace. El descubre las doctrinas estéticas desde los griegos hasta el siglo XIX. En ese recorrido que él hace va buscando la unidad, la continuidad de ciertas doctrinas. El no habla de Homero. Muestra una pelea homérica en un barrio de Buenos Aires, y estimula a los protagonistas con epítetos tomados de «La Ilíada».


ADB: Marechal, además del rescate de los clásicos, proponía llevar al otro a conocer la Verdad, el Bien y la Belleza, orientar al prójimo hacia su destino sobrenatural. Una idea extraordinaria. ¿La escuela hoy educa para eso? 

PLB: No, no, no. Esa idea está en Platón, en Aristóteles... Si usted educa para la Verdad, el Bien y la Belleza, abre horizontes que no son los de la necesidad, lo inmediato, la ganancia. Y así lo está educando como una persona integral, que será excelente en todos los planos en que se mueve. Acá, lo que estamos haciendo, es preparar a los alumnos para el trabajo. Primero hay que enseñar a mirar hacia abajo, para ver dónde está uno parado. Después, a mirar para atrás, para ver de dónde viene. En tercer lugar, a mirar hacia adentro para ver si se conoce, si sabe quién es. En cuarto lugar, mirar alrededor. Después mirar hacia adelante, al proyecto. Y por último, hacia arriba, para ver que todas estas direcciones en las que miró tengan una dimensión sobrenatural.


Un plan gramsciano que avanza con gran eficacia

El argentino no conoce su propia cultura y esto es así, según Pedro Luis Barcia, porque ya no cuenta con la información que le proveía una materia hoy desaparecida del secundario que aportaba una síntesis. “Es necesario que empecemos a consolidar una enseñanza de la cultura argentina en todos los niveles. No sesgada. No seccionada por una óptica tuerta, sino que permita ver con los dos ojos”, dice Barcia, quien subraya que eso es en gran medida lo que vienen haciendo en la diplomatura del Cudes.

Esa visión sesgada que hoy es moneda corriente tiene sus grandes proscritos, entre ellos Lugones y Marechal, lo que permite preguntarse si la Argentina construye su memoria sobre la base de olvidos. Ante esa pregunta, Barcia sostiene que “lo que funciona con mucha eficacia es el sistema de exclusión de personas, de doctrinas, de posiciones. Está hecho de modo aceitado”.

La gente que organiza esto lo hace con cultura longa. Se toma su tiempo. Va avanzando por pasos en el campo cultural, según un plan gramsciano, hasta llegar a coparlo”.

En estos momentos -asegura Barcia-, en toda Hispanoamérica se está trabajando en este sentido para derruir los fundamentos de la cultura nacional, de la cultura cristiana, para llevarla a otros campos. Esto es algo muy claro”.

Sobre quiénes son los proscritos de hoy, el académico afirma que “todavía está proscrito Lugones. Es una campaña que empezó después del 70, con mucha prolijidad. Se lo ha ido excluyendo de los programas de literatura argentina en todo el país. Otro es Marechal. Estamos hablando de dos autores de distinta naturaleza y distinta posición. ¿Qué pasa? Al no incluirlos en los programas de los profesorados del secundario, el pichón de profesor no lo conoce, y por lo tanto no lo puede enseñar. Y lo que se logra es una exclusión encadenada”.

Barcia se muestra muy preocupado, por otra parte, con “un proyecto que está en estudio, según el cual los profesorados de la Argentina van a estar sometidos a una especie de Coneau (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria) de profesorados, algo que no está mal cuando se refiere a parámetros generales de evaluación, pero que ya está avanzando en campos que tienen que ver con lo ideológico”.

Si el Ministerio de Educación le da cabida a esto, y lo toma como referencia, este sector va a terminar por imponer una serie de limitaciones de contenidos e imposiciones de perspectiva ideológica, sobre los profesorados, que son los que forman a nuestros secundarios, que son obligatorios. Y así, en cinco generaciones, todo estará dado vuelta”, alerta Barcia. “Esto es gravísimo. Yo lo he señalado pero hay rectores que no están tomando en serio el riesgo de no ponerle un límite”.








11 comentarios:

  1. Me pregunto si el autor ha encontrado la unidad en los temas tratados y ha sabido separar lo principal de lo secundario y si nos presenta una posible solución al problema de la educación en Argentina. Quisiera hacer una lectura de la entrevista al autor que no sé si coincide con su pensamiento. Primero detectar el problema principal de la educación y de la cultura hoy: el problema principal es la agonía de la cultura católica y su casi desaparición, los clásicos de la antigüedad sólo sobrevivieron gracias a la tarea de los monjes benedictinos, según enseña Josef Pieper, pero puede haber un intento peligroso de querer restaurar la cultura griega y romana sin poner como base la cultura cristiana.

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  2. Esa restauración sería imposible porque todo lo bello, lo bueno y lo verdadero pasó por adopción al cristianismo y, como dicen las Sagradas Escrituras, nos pertenecen y, sin la cristiandad no puede sostenerse, la destrucción de la cultura clásica está encadenada con la destrucción de la cultura católica porque la cultura clásica forma parte por adopción de la cristiandad, los modernos y posmodernos trajeron las ideologías, el culto de la moda y de lo nuevo, que debía ser algo separado de lo antiguo y, por ello, sin conexiones con lo prudencial y razonable y con lo real y ese pensamiento lleva a la destrucción de la cultura, a asentar el pensamiento sobre puros entes de razón o ideas. Una cultura atea o agnóstica tiene una corta y muy mala vida porque le falta la felicidad y el hombre busca la felicidad, una cultura atea o agnóstica lleva a la evasión de la realidad y al desconocimiento de sí mismo.

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  3. El plan gramsciano incluye el aborto, la eutanasia, la ideología de género, la píldora del suicido que proponen en Holanda, la liberación de la droga, las garantías de los delincuentes, el empoderamiento del niño y de la mujer para la destrucción de la familia, el fomento de supuestas familias irregulares, la desaparición de la autoridad de maestros y profesores, el relativismo cultural, la democracia a todos los niveles para la destrucción de la autoridad en todas las instituciones intermedias, el relativismo religioso, el individualismo o el colectivismo por la pérdida de los tejidos sociales que protegen y ayudan al hombre a ser hombre, etc., toda esta contracultura lo que genera en Argentina y en los pueblos pobres es una búsqueda desesperada del hedonismo y del éxito sin esfuerzo, moral ni ley (ver artículo anterior Centro Pieper) y en los países del Primer Mundo genera esta falsa cultura de la muerte, una forma de vivir estoica asentada en el esfuerzo y el trabajo y alejada del ocio intelectual, la fiesta y el culto a Dios (como señala Josef Pieper) que genera desesperación,

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  4. nausea, angustia, suicidios, infelicidad, soledad, enfermedades mentales, vicios y maldades defendidos, estos dos últimos, como si fueran virtudes excelentes. El ser humano, sin la gracia de Dios, no puede permanecer en la virtud por mucho tiempo, sin la revelación, sólo los muy inteligentes alcanza algunas verdades y mezcladas con muchos errores y en las democracias si gobiernan las mayorías no católicas la consecuencia es una cultura que se aparta de la naturaleza humana y la deshumaniza. La única solución posible al problema de la educación sería un gobierno católico y una Iglesia católica trabajando juntos en ese plano pero para que exista un gobierno católico se necesitaría en la democracia que exista un partido político que pudiera utilizar el término “católico” pero como la Iglesia lo prohibió lo que tenemos, desde hace tres siglos, son a los católicos divididos en distintos partidos políticos no católicos y, como consecuencia, no hay gobiernos católicos.

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  5. La idea solitaria de la restauración es peligrosa porque es sentarse sobre la Bestia del Apocalipsis que representa a la política como señalaba Castellani para poder dominarla, sentarse sobre gobiernos ateos y agnósticos, socialistas, comunistas o progresistas significa un entrar en diálogos con el Mundo pero no para evangelizarlo sino para escuchar y aprender y adulterar la religión y la Iglesia para evitar el rechazo y cualquier tipo de martirio o sufrimiento físico o espiritual por Cristo. Una supuesta restauración de la cultura clásica por un gobierno no católico dará por resultado una cultura de la muerte, no es posible que el hombre se salve a sí mismo en lo cultural sin Dios y para restaurar una cultura se requiere una Iglesia y gobierno católico que trabajen en dicha tarea. El querer convencer a gobernantes ateos o agnósticos de establecer una cultura católica o clásica sin una previa evangelización no solamente es una pérdida de tiempo sino un sinsentido. De allí que llamo la atención ante esa tentación de querer o intentar, por lo menos, rescatar algo del pasado y restablecer una cierta cultura clásica sin tener en cuenta que sin Dios nada se puede, ese intento será una casa construida sobre arena y se caería de inmediato si se lograra construir con un efecto desmoralizador sobre los albañiles y el arquitecto, y qué se puede esperar de una cultura anticristiana sino un sometimiento final del hombre a lo ideológico y una enseñanza en el mal, el error y la mentira y si alguien cree que un gobierno anticatólico desea enseñar otra cosa que ideologías y mentiras peca de ingenuo. La espada terrenal bajo la espiritual era la sana doctrina que se ha dejado de lado. Y si se quiere empezar a restaurar algo uno debe tratar de restaurar primero la Iglesia terrenal, lo que en Ella había de santo y que fue dejado de lado (salvo que la sal haya perdido su sabor), potenciar una mayor santidad en la Iglesia terrenal para que restaurando lo católico y buscando la instalación de gobiernos católicos pueda llevar a cabo la Iglesia junto con la familia católica e instituciones intermedias la labor de educadora y Maestra que tiene y pueda restaurar la civilización cristiana. Y si me dicen que eso no es posible les diré que no existe otro camino que Cristo y que los otros caminos más anchos siempre llevan a la perdición y para un católico esjatológico, como es mi caso, todos estos vanos intentos llevarán al Apocalipsis en el tipo y en el antitipo final, todos los intentos desesperados de los hombres de arreglar de manera humana lo que no está dentro de sus fueros arreglar y esa hiperactividad de los ignorantes y malvados como señalaba Goethe de generar reformas modernas y novedosas en la Iglesia y tomar decisiones en contra de lo enseñado por Dios en la revelación y pretender fundar iglesia reformadas solos son infinitos caminos que llevan a la perdición y a un mismo final apocalíptico pero no atribuyo en mi comentario estas intenciones al entrevistado sólo prevengo contra lo que sería una mala lectura e interpretación. Saludos

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  6. Como consecuencia, la Iglesia terrenal como la mala mujer del Apocalipsis se sentó sobre la Bestia de la política (sobre el progresismo político mundial que incluye a Soros, los que lo financian, y sus ideologías: el ambientalismo, el feminismo, la ideología de género, la eutanasia, el aborto, el control de la natalidad, la pastilla del suicidio en Holanda, distintas formas de reducción de la población mundial y control, etc., y que incluye en sus planes al comunismo y socialismo con sus fines de destrucción de la familia católica, de las instituciones intermedias y de la Iglesia terrenal que constituye el tejido social que protege al individuo y no lo deja sin ayuda frente al Estado, la religión musulmana tiene una matriz similar de jeques poderosos con un pueblo pobre y el primer precepto de esa religión en la práctica es matar al infiel porque su objetivo es la guerra santa hasta el dominio del mundo y el que mejor lugar consigue en el cielo es el que muere en batalla matando infieles, o sea, busca la destrucción de la Iglesia católica y de la familia católica y del tejido social, a ello, se suman musulmanes moderados al estilo gramsci que intentan por las urnas y de manera democrática llegar al poder para establecer la religión musulmana, todos ellos, forman como una Bestia del mar o de la política)

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  7. Vamos a explicar el tema de la rigidez, de las virtudes y de los vicios. La naturaleza del hombre es buena pero está herida por el pecado original. El ser del hombre como ser creado tiene una participación del ser de Dios en la nada por lo que naturalmente tiende a Dios pero por el pecado tiende, también, a la nada o a su destrucción. Las virtudes naturales potencian al hombre en lo que es, lo hacen un mejor ser humano, los vicios en cambio potencian al hombre en lo que no es, destruyen su naturaleza y tienden a la nada. En el hombre hay muchos caminos a seguir pero sólo uno que salva, la persona por sí misma no puede mantenerse en la virtud por mucho tiempo sin el auxilio de la gracia, en el hombre mismo están las dos ciudades de San Agustín tirando dentro de él, la ciudad de Dios quiere llevar al hombre a su comprensión de creatura de Dios, lo que designaba San Agustín como amar a Dios hasta el desprecio de sí mismo, la ciudad de Satanás aspira a lo contrario el amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios.

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  8. El hombre puede intentar el camino de la ley (los mandamientos o la conciencia en los gentiles) sin la gracia, es decir, el camino estoico que es querer llegar por sí mismo a ser virtuoso, el problema de este camino es que supone una empresa que no está al alcance del hombre porque solamente Cristo vence al pecado y a la muerte y María por la gracia de Dios no conoció el pecado, ahora, el camino de la ley o de los mandamientos, sin la gracia, es camino de muerte porque el hombre que lo intenta no comprende sus límites y la necesidad que tiene de Dios porque sin Dios nada podemos y, de esa manera, ese ser humano en la práctica se ama a sí mismo hasta el desprecio de Dios, es decir, el hombre quiere salvarse a sí mismo por el cumplimiento de la ley pero no está en su capacidad salvarse a sí mismo recurriendo solamente a su naturaleza, este camino es rígido y lleva a serios problemas mentales y al pecado, es un camino de pecado porque el hombre actúa como si fuera Cristo y no lo es, actúa como si no tuviera pecado y lo tiene. Es el camino de Saulo antes de su conversión que lo lleva a ser enemigo de Dios y a perseguir su Iglesia. Está, por otro lado, el camino del hedonismo o de los vicios, el hombre al amarse a sí mismo hasta el desprecio de Dios tiene placer, un placer mayor que el que se consigue con la virtud imperfecta, el hombre por los vicios desarrolla una segunda naturaleza del pecado, este tomar

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  9. el fruto prohibido, este rebelarse a Dios y a su naturaleza le provoca placer, por muchos motivos, por la segunda naturaleza del pecado que forman los vicios, porque el hombre tiene en su composición a la nada y, por lo tanto, una vez caído en pecado tiene una inclinación hacia la nada, porque al amarse a sí mismo hasta el desprecio de Dios el hombre se coloca en el lugar de Dios y se siente Dios, la violación de la prohibido genera placer en el hombre, pero, además, la razón y la voluntad ceden sus lugares para dejarlos a los apetitos concupiscibles, el hombre casi se deja gobernar por sus pasiones por lo que el poder de las pasiones se intensifica y también la percepción del placer y el gobierno de las pasiones genera más placer que el gobierno de la razón y de la voluntad sobre las pasiones. Es decir, al ser humano le es más fácil bestializarse que santificarse y como bestializarse es más fácil, es más fácil que los hombre encuentren un gran placer en los vicios que consigan el mismo gran placer u otro mayor en las virtudes porque el camino del hombre honrado es un bien arduo y se necesita de la gracia de Dios para alcanzar la santidad pero una vez alcanzada la felicidad del santo es superior al placer del ser humano que se deshumaniza, bestializa o destruye e invierte su naturaleza por los vicios. Luego, están los tibios, los que no se deciden todavía o que habiéndose decidido por Dios no lo hacen de manera firme sino que piden un tiempo más para pecar como sucedía con el bautismo en la época de San Agustín que no se le daba a los recién nacidos sino que se le daba al

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  10. hombre un tiempo más para pecar y como sucede en toda verdadera segunda conversión que el hombre viejo exige seguir viviendo, quieren ser santos pero no tanto y quieren ser pecadores, consideran que querer ser pecadores es un signo de humildad que querer mantenerse en el pecado es un signo de humildad, “déjame disfrutas un poco más de mis malos hábitos” dicen o “dejen a la gente disfrutar un poco más de sus malos hábitos” enseñan, estos sujetos, generalmente, no sufren la rigidez del estoico ateo y sus padecimientos mentales pero su vida se desarrolla en una completa atención a los pedidos del hombre viejo y del hombre nuevo, de la ciudad de Satanás y de la ciudad de Dios que luchan dentro suyo, del trigo y de la cizaña, pero no quieren tomar un bando, sino servir a dos amos, quieren evitar el martirio, la persecución, los esfuerzos que significan santificarse y evitar cumplir algunos mandamientos y los enoja sobremanera que alguien enseñe que los hombres deben cumplir con los mandamientos (a éstos los llaman rígidos y los critican y calumnian por enseñar lo que Dios enseñó a los hombres), hace concesiones a Satanás y pecan, de vez en cuando, con pecados veniales y mortales y ello cada vez más porque la tibieza es camino de perdición el que no crece en el amor retrocede como enseñan los místicos y estos retroceden hasta hacerse enemigos declarados de Dios, no confían en la gracia, no pone su fe en Dios, buscan reducir las rigideces que sufre el estoicismo de los ateos por ciertas concesiones al demonio, por ciertos pecados o pecadillos, y considera a los católicos que siguen el camino de santidad basados en la gracia de Cristo como rígidos. No entiende que la gracia de Cristo libera pero que aún con la gracia de Cristo, como dice Pablo, el hombre va a sentir de vez en cuando la ley de la carne, la gracia libera y ayuda a ser santo pero no libera completamente al hombre del buen combate sino que lo ayuda. Estos tibios no quieren combatir, no quieren ser santos y acusan a los santos de rígidos, cuando se les señala que deben cumplir con la ley de Dios con el auxilio de la gracia, dicen: “todavía no, es mejor permitir ciertos pecados, ser flexible con el mal”, proponen una Iglesia líquida que cede frente al pecado que modifica los mandamientos para no escandalizar al Mundo y no ser perseguidos porque al no entender lo que es la gracia y ese organismo sobrenatural que se suma al alma del hombre para ayudarlo no comprenden que la santificación es un precepto y que si el hombre no tiene aunque sea en germen la gracia y santidad no podrá salvarse, el camino de la tibieza al no avanzar en el amor hace al hombre retroceder hasta hacerse enemigo de Dios, el que eligió ese camino como forma de vida, aún sin saberlo, es ya un enemigo de Dios y de su Iglesia, puede hacer ciertos actos buenos pero no meritorios, no por amor a Dios y por amor al prójimo por amor a Dios. Si los actos buenos el hombre los dirige a sí mismo ya tuvo su recompensa en esta vida, los actos meritorios son los que el hombre hace por amor a Dios y no, en primer lugar, por amor a sí mismo.

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  11. El camino de la tibieza para sobrevivir en un mundo anticatólico solamente lleva a la destrucción de la Iglesia por la misma Iglesia por el enemigo de dentro, por la antiIglesia o contraIglesia en el poder de la institución terrenal llevando a los fieles no al Bien Común que es Cristo para la Iglesia terrenal sino a un mal común que son las creaturas puestas en el lugar de Dios. La incomprensión de la gracia y de su capacidad para liberar al prójimo pero no de los mandamientos sino del pecado y el querer tener la gracia de Dios incumpliendo los mandamientos y pecando fuertemente, como diría Lutero, es una muestra de tibieza, de mundanismo y la pérdida programada y consentida del sabor de la sal del Mundo, a estos tibios que quieren reformar los mandamientos para dedicarse a sus vicios y que enseñan a la gente a incumplir los mandamientos porque nada pasa, Dios los vomitará de su boca, esa sal que no tiene sabor será arrojada a los cerdos, no sigan el camino ancho que lleva a la perdición y vuelvan al único camino de Cristo y de cumplir con los mandamientos de Dios por la gracia de Dios por los sacramentos y la Misa. Saludos

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