sábado, 29 de abril de 2017

Fátima y las Tres Revoluciones [Extracto] - Roberto de Mattei

Fátima y las Tres Revoluciones
[Extracto]
Roberto de Mattei


La relación entre el mensaje de Fátima de 1917 y el proceso Revolucionario que ataca a la Iglesia y la civilización cristiana ha sido el tema de una Conferencia del destacado historiador católico italiano Roberto de Mattei. A continuación reproducimos un extracto de dicha Conferencia a modo de introducción al Curso del Centro Pieper para este año que abordará “El Siglo de Fátima”.



Presentación del Centro Pieper

[Centro Pieper] El Profesor Roberto de Mattei, brillante discípulo de Plinio Corrêa de Oliveira, ha dictado una interesantísima Conferencia en la ciudad de Washington (USA) titulada “2017: Arrojando Luz sobre la Crisis de Hoy”, el pasado 27 de Marzo, ante un atento público de más de 200 personas. 

Cuando descubrimos su contenido, no pudimos menos que agradecer al cielo su valiosa tarea de síntesis, al mismo tiempo que reconocer en sus palabras muchos temas que hemos venido tratando en el Centro Pieper a lo largo de su historia. Y por si esto fuera poco, tenemos allí una suerte de “introducción” al Curso que proyectamos para este año 2017 en nuestro Centro y que versará sobre los cien años de Fátima. Evidentemente, y a pesar de la distancia geográfica que nos separa, estamos en el mismo espíritu. ¡Deo gratias!

De Mattei muestra en esta Conferencia cómo las raíces de la crisis actual pueden rastrearse en tres aniversarios que, curiosamente, se conmemoran todos ellos este año y ayudan a tomar conciencia de sus enormes influjos en la sociedad de nuestros días.

Concretamente nos estamos refiriendo a:

1º) la Revolución Protestante [1] –engañosamente llamada “Reforma”–, con la publicación en el año 1517 de las 95 Tesis en la Puerta de la Catedral de Wittenberg, Alemania, por Martín Lutero, quien terminó excomulgado de la Iglesia Católica [2]; con sus ideas y sus acciones, esta Revolución busca negar –por primera vez en mil quinientos años de Cristianismo– la necesidad de la Iglesia para ser discípulo de Cristo. 

2º) el nacimiento de la Masonería [3], con la fundación de la Gran Logia de Londres, en el año 1717, que preparó y ejecutó posteriormente la Revolución Francesa [4]; con sus ideas y sus acciones, esta Revolución busca negar ya no sólo la Iglesia sino también la Divinidad de Cristo, apenas refiriendo la existencia de una “deidad” impersonal o “gran Arquitecto universal”.

3º) y, por último, la Revolución Soviética del año 1917 [5], que literalmente desvirtuó y desangró a Rusia; con sus ideas y sus acciones, esta Revolución busca negar directamente a Dios y borrar su nombre de la faz de la tierra.

Sin dudas, se trata de una estrepitosa caída que marca una tendencia a nivel mundial. ¡Ni la Iglesia, ni Cristo, ni Dios! Y aunque parezca paradójico, de este grito impío nos hacemos eco muchos creyentes cristianos cuando vivimos como si la Iglesia no fuera necesaria para la salvación –promoviendo un falso diálogo ecuménico–, como si Cristo no fuera el único verdadero Dios –promoviendo un falso diálogo interreligioso– y, finalmente, como si Dios no existiera –promoviendo un “ateísmo práctico”, al menos–.

En los inicios del siglo XXI vemos nítidamente que los años 1517, 1717 y 1917 contienen tres eventos históricos que desencadenaron un único proceso Anticristiano de significación universal que hoy llega a su apogeo, como afirma de Mattei. La Iglesia Católica lo ha identificado y llamado sencillamente “Revolución” para caracterizar su peculiar identidad o esencia metafísica. En nuestra tierra, el P. Julio Meinvielle lo ha dicho con toda claridad: “Una Revolución en el sentido metafísico es una rebelión de lo inferior contra lo superior para hacer prevalecer lo inferior” [6].  

Es precisamente a este proceso Revolucionario que se oponen las apariciones y los mensajes de la Virgen María a tres niños pastores en Fátima, Portugal, y que tuvo lugar en el año 1917. Es desde esta óptica de “Fátima”, en este año centenario de sus apariciones, que el Autor analiza dicho proceso y plantea una salida desde la fe a la grave encrucijada de nuestro tiempo.

El texto completo de esta Conferencia fue publicado por el sitio “Rorate Coeli” en inglés. A continuación, reproducimos en nuestro Blog del Centro Pieper un extracto de la misma –en traducción propia–, que toma de base el texto inglés, cotejado con la versión en español publicada por el sitio “Adelante la Fe”. 



Prof. Cristian Rodríguez Iglesias
Centro Pieper [Mar del Plata, Argentina]
28 Abril 2017, Fiesta de Santa Gianna Beretta Molla



*   *   *


Introducción

Al igual que en la vida de los hombres, los pueblos también conmemoran aniversarios. Y el 2017 está lleno de aniversarios; aunque no todos los aniversarios, sin embargo, merecen un pastel con velas.

El aniversario más comentado ha sido el de Martín Lutero. Han pasado quinientos años desde el 31 de octubre de 1517 cuando Lutero fijó sus 95 tesis en la gran puerta de la Catedral de Wittenberg. Una acción que pondría en marcha la llamada Reforma Protestante y marca el final de la Cristiandad Medieval.

Dos siglos más tarde, el 29 de junio de 1717, se fundó la Gran Logia de Londres. Este evento está considerado como el nacimiento de la Francmasonería Moderna, que a su vez, está directamente conectado con la Revolución Francesa. Las Logias Masónicas, en efecto, eran los laboratorios intelectuales y operativos en los que se gestó la Revolución de 1789.

El 26 de octubre o el 7 de Noviembre de 1917, dependiendo de si se adoptan los calendarios gregoriano o juliano, el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky ocupó el Palacio de Invierno de San Petersburgo. De ese modo, la Revolución Rusa entró en la historia y todavía no la ha abandonado.

1517, 1717, 1917, entonces, son tres fechas simbólicas, tres eventos que forman parte de un solo proceso. Pío XII, en su discurso a los hombres de la  Acción Católica el 12 de octubre de 1952, lo resumió así: «Cristo sí, la Iglesia no (la Revolución Protestante contra la Iglesia); después: Dios sí, Cristo no (la Revolución Masónica contra los Misterios centrales del Cristianismo); finalmente, el grito impío: Dios ha muerto; mejor dicho: Dios jamás ha existido (la Atea Revolución Comunista). Y aquí –concluye Pío XII– tenemos el intento de construir la estructura del mundo sobre fundamentos que no vacilamos en señalar como los principales responsables del peligro que amenaza a la humanidad».

Tres etapas de un solo proceso que ahora está alcanzando su pináculo. La Iglesia lo llamó Revolución, con R mayúscula, para describir su esencia metafísica y su histórica significancia que se remonta a varios siglos de antigüedad.

Sin embargo, este año hay un cuarto aniversario del que hasta ahora se ha discutido muy poco. 2017 es también el primer centenario de las apariciones de Fátima y es a la luz del mensaje de Fátima que me propongo examinar las tres revoluciones que se conmemoran este año.


Algunos principios para recordar

El primer elemento a destacar es que estamos hablando aquí de hechos históricos.

Las apariciones de Nuestra Señora en Fátima, entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, son un hecho histórico objetivo, no una experiencia religiosa subjetiva en la que Nuestra Señora se aparece a tres pequeños pastores.

A los historiadores imbuidos de racionalismo, incluidos muchos católicos, les gustaría expulsar todo lo sobrenatural de la historia –milagros, revelaciones y mensajes del cielo–, enviándolos al ámbito privado de la fe. Sin embargo, estos milagros, estas apariciones y estos mensajes, cuando son auténticos, forman parte de la historia, al igual que la guerra y la paz y todo lo que ocurre en la historia y que la historia registra.

Las apariciones de Fátima fueron eventos que sucedieron en un lugar preciso y en un momento particular de la historia. Eventos verificados por miles de testigos y una minuciosa investigación canónica, que concluyó en 1930. Seis Papas en el siglo XX reconocieron públicamente las apariciones de Fátima, aunque ninguno de ellos cumpliera plenamente con los requerimientos. Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron el Santuario siendo Papas, mientras que Juan XXIII y Juan Pablo I lo hicieron siendo respectivamente los Cardenales Roncalli y Luciani. Pío XII, por su parte, envió a su delegado el Cardenal Aloisi Masella. Todos ellos honraron Fátima.

Pero el mensaje de Fátima representa un evento histórico por otra razón: es una revelación privada no sólo para el bien espiritual de los que la recibieron –los tres pequeños pastores– sino para toda la humanidad.

La Iglesia hace una distinción entre Revelación pública y revelaciones privadas. La Revelación pública concluyó para la Iglesia con la muerte del último Evangelista, San Juan. Sin embargo, Santo Tomás de Aquino enseña que las revelaciones y profecías celestiales continúan incluso después de haber concluido la Revelación pública, no para completar o proponer una nueva doctrina, sino para dirigir la conducta de los hombres conforme a ella [7]. A veces las revelaciones privadas están reservadas para la perfección espiritual de aquellos que reciben estos dones sobrenaturales. Otras veces, como en el caso de los mensajes del Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque, se dirigen al bien de la Iglesia y de toda la sociedad. El Sagrado Corazón de Jesús está en el centro de las revelaciones de Paray-le-Monial y el Inmaculado Corazón de María está en el centro de las de Fátima. Fátima y Paray-le-Monial son revelaciones privadas para toda la humanidad. Tienen las características de una gran “dirección espiritual” que el Señor nos ofrece para guiar el comportamiento de los hombres en ciertos momentos de la historia.

Un tercer principio surge del hecho de que algunas revelaciones privadas, como la de Fátima, están reservadas no solo al bien exclusivo de personas individuales sino al de toda la sociedad, en un periodo determinado de la historia. Las revelaciones privadas nos ayudan a interpretar los tiempos históricos en los que vivimos, pero los tiempos en que vivimos nos ayudan, a su vez, a comprender más profundamente el significado de las revelaciones. Hay una reciprocidad. Si es cierto que las palabras Divinas proyectan luz sobre las épocas más oscuras de la historia, lo opuesto también es cierto: el curso de los acontecimientos históricos nos ayuda a comprender el sentido, a veces oscuro, de profecías y revelaciones. En el centenario de las apariciones de Fátima, es necesario entonces leer las palabras de Nuestra Señora a la luz de lo que sucedió durante el siglo pasado, un siglo devastado [8], para asegurarse que la luz de este mensaje ilumine con mayor claridad la oscuridad de los tiempos que actualmente vivimos.


La Revolución Rusa de 1917

El trasfondo histórico en el que se produjeron las apariciones de Fátima es el de una guerra terrible, llamada históricamente “La Gran Guerra”: la guerra entre 1914 y 1918 que vio a más de nueve millones de víctimas en Europa solamente. Un holocausto de sangre definido por el Papa Benedicto XV, en aquel mismo año de 1917, como una “matanza inútil” [9]. Una masacre útil solo para la Revolución Anticristiana que vio en la guerra una oportunidad de “republicanizar Europa” [10] y completar los objetivos de la Revolución Francesa.

La guerra derrocó el orden político que había estado en vigor en Europa desde 1815: el del Congreso de Viena, que vio una Santa Alianza entre los imperios de Austria y Rusia contra la Revolución liberal. Las tropas del Imperio Habsburgo y las de los Alemanes, alineadas en el frente del este, contribuyeron al colapso del Imperio Zarista.

El 3 de abril de 1917, un mes antes de las apariciones, el jefe de la Secta Bolchevique, Vladimir Ilich Lenin (1870-1924), hasta entonces exiliado en Zúrich [11], regresó a Rusia en un vagón de tren blindado que puso a su disposición el Jefe del Estado Mayor Conjunto Alemán, que quería que Rusia cayera en un completo caos. Lenin incendió Rusia. Sin embargo, el fin nunca justifica los medios y el caos barrió no sólo a Rusia, sino al mundo entero.

Ese mismo año, el 13 de enero de 1917, otro Revolucionario Ruso –León Trotsky– y su familia atravesaron el Océano Atlántico y se instalaron en Nueva York. Anthony Sutton planteó una buena pregunta: «¿Cómo iba a sobrevivir Trotsky, que sólo hablaba alemán y ruso, en la América capitalista?» [12]. Lo cierto es que el Presidente Americano Woodrow Wilson proporcionó a Trotsky un pasaporte para regresar a Rusia para “llevar adelante” la Revolución [13]. En Agosto, una Misión de la Cruz Roja Americana, integrada por abogados y financistas, llegó a Petrogrado. […] Era de hecho una misión de los financieros de Wall Street destinada a influir y abonar el terreno para el control, a través de Kerensky o los Revolucionarios Bolcheviques, de los mercados y de los recursos Rusos [14].

Hubo entonces una convergencia de intereses entre los militares Alemanes y los financieros Americanos. Esto envolvió los orígenes de la Revolución Rusa en cierto misterio.

La Revolución Rusa, iniciada por Lenin, se llevó a cabo en dos etapas: la primera fue la llamada Revolución de Febrero, que condujo a la abdicación del Zar y la instauración de una república liberal-democrática dirigida por Alexander Kerensky (1881-1970).

La segunda etapa fue la Revolución de Octubre, que provocó la caída de Kerensky y la instauración del régimen Comunista de Lenin y Trotsky. Entonces se desató una época de matanzas sin precedentes históricos.

La Revolución Rusa, al igual que la Revolución Francesa, fue obra de una minoría, y se llevó a cabo con sorprendente rapidez, sin que nadie se diera cuenta de lo que estaba sucediendo. John Reed, periodista y socialista Americano que participó en la Revolución, escribió un libro titulado “Diez días que estremecieron al mundo”, en el que describe la atmósfera de esos días eficazmente: «superficialmente todo estaba tranquilo; cientos de miles de personas se retiraron a una hora prudente, se levantaron temprano y se fueron a trabajar. En Petrogrado los tranvías circulaban, las tiendas y restaurantes estaban abiertos, se iba a los teatros, se anunciaba una exposición de pinturas… Toda la compleja rutina de la vida común, incluso en tiempos de guerra, procedía como de costumbre. Nada es tan asombroso como la vitalidad del organismo social: persiste, se alimenta, se viste, se divierte, de cara a las mayores calamidades…» [15].


Fátima 1917

La Revolución Rusa no fue sólo un evento histórico, sino un evento filosófico. En sus “Tesis sobre Feuerbach” (1845), Karl Marx sostiene que la tarea del filósofo no es interpretar el mundo, sino transformarlo [16]. El Revolucionario tiene que demostrar en la praxis, la potencia y eficacia de su pensamiento. Lenin al hacerse con el poder, realizó un acto filosófico porque no lo teorizó, sino que trajo la Revolución. En cierto modo, el socialismo de Marx y Engels, gracias a Lenin, llego a “encarnarse” en la historia. La Revolución Rusa aparece entonces como una parodia diabólica del Misterio de la Encarnación. Jesús, por su Encarnación, quiso abrir las puertas del Cielo a los hombres; la Revolución Marxista, cerró las puertas del Cielo para hacer de la tierra un paraíso imposible. Fue una erupción de lo demoníaco en la historia.

Sin embargo, el Cielo respondió con una erupción de lo sagrado en la tierra. Al otro extremo de Europa, durante esos mismos meses, algo más estaba ocurriendo.

El 13 de mayo de 1917, en la Cova de Iría –un aislado lugar de rocas y árboles de olivo, cerca del pueblo de Fátima en Portugal– «una Señora vestida de blanco, más radiante que el sol, derramando rayos de luz, más claros y fuertes que un vaso de cristal lleno del agua más resplandeciente, penetrado por los ardientes rayos del sol», se apareció a tres niños que cuidaban de sus ovejas: Francisco y Jacinta Marto y su primita Lucía dos Santos. Aquella Señora se reveló a sí misma como la Madre de Dios, encargada de un mensaje para la humanidad […]. Nuestra Señora citó a los tres pastores para el 13 de cada mes posterior, hasta Octubre. Hubo seis apariciones. La última aparición terminó con un gran milagro atmosférico, una señal milagrosa del Cielo: “la Danza del Sol”, atestiguada por miles de personas que pudieron describirla con gran detalle y que se vio incluso desde 40 kilómetros de distancia [17].

A partir de ese momento, la historia de Fátima y Rusia están entrelazadas.

La historia del siglo XX, hasta nuestros días, ha visto la lucha entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. Los primeros se nutren de lo que podríamos llamar el espíritu de Fátima; los segundos, del espíritu del Príncipe de las Tinieblas, que en el siglo XX se manifestó ante todo bajo la forma del Comunismo y sus metamorfosis.


El secreto de Fátima

Más que un lugar, Fátima es un mensaje. 

El mensaje revelado por Nuestra Señora en Fátima contiene tres partes, llamadas secretos, que forman un todo orgánico y coherente. La primera es una aterradora visión del infierno en el que se precipitan las almas de los pecadores; la misericordia del Inmaculado Corazón de María contrarresta este castigo y es el remedio supremo que Dios ofrece a la humanidad para la salvación de las almas.

La segunda parte implica una alternativa histórica dramática: la paz, fruto de la conversión del mundo y del cumplimiento de las peticiones de Nuestra Señora, o un terrible castigo que aguarda a la humanidad si permanece obstinada en sus caminos pecaminosos. Rusia sería el instrumento de dicho castigo.

La tercera parte, divulgada por la Santa Sede en junio del 2000, se explaya sobre la tragedia en la vida de la Iglesia, ofreciendo una visión de un Papa y unos Obispos, Religiosos y laicos muertos por sus perseguidores. Las discusiones que se han abierto en los últimos años acerca de este “Tercer Secreto” oscurecen la fuerza profética de la parte central del mensaje, resumida en dos frases decisivas: Rusia «dispersará sus errores en todo el mundo» y «al final, mi Inmaculado Corazón triunfará».


Rusia dispersará sus errores en todo el mundo

El término “errores” es preciso: el error es la negación de la verdad. La verdad entonces existe y sólo hay una verdad: aquella que es preservada y difundida por la Iglesia Católica. Los errores de Rusia son los de una ideología que se opone al Orden Natural y Cristiano negando a Dios, la religión, la familia y la propiedad privada. Este complejo de errores tiene un nombre: Comunismo. Y tiene en Rusia su centro universal de difusión.

Con demasiada frecuencia el Comunismo ha sido identificado como un régimen puramente político, descuidando su dimensión ideológica, mientras que es precisamente su dimensión doctrinal la que pone de relieve Nuestra Señora.

El anticomunismo del siglo XX ha sido a menudo limitado por la identificación del Comunismo con los tanques Soviéticos o los Gulag, que ciertamente son una expresión del Comunismo, pero no son su corazón. Pío XI hizo hincapié en la naturaleza ideológicamente perversa del Comunismo.

«Por primera vez en la historia –declaró Pío XI en su encíclica “Divini Redemptoris” del 19 de marzo de 1937– estamos siendo testigos de una lucha, fríamente calculada hasta el mínimo detalle, entre el hombre y todo lo que se llama Dios (2 Tes 1, 4)».

Muchos anticomunistas han descuidado este aspecto, bajo la ilusión de llegar a un posible compromiso con un Comunismo “humanitario”, purificado de toda violencia. No han comprendido la intrínseca malicia ideológica del Comunismo. ¿Cuáles son los orígenes de esta malicia ideológica? Los propios Comunistas resumen sus errores en la fórmula del materialismo dialéctico: el universo es materia en evolución y la dialéctica Hegeliana es el alma de esta evolución. Esta visión filosófica panteísta tiene su expresión política en una sociedad sin clases. El igualitarismo social y político deriva del igualitarismo metafísico, que no sólo niega la distinción entre Dios y el hombre, sino que diviniza la materia negando toda distinción entre los hombres y las cosas creadas.


Genealogía de los errores

Los errores no surgen de la nada. Los errores de Rusia, como todos los errores, surgieron de errores anteriores y ellos, a su vez, generan otros errores. Para entender del todo su naturaleza, necesitamos preguntar de dónde vinieron estos errores y adónde nos llevan.

El texto base del Comunismo es el “Manifiesto del Partido Comunista”, publicado por Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) en febrero de 1848. Éste texto fue encargado a Marx y Engels por “La Liga de los Justos”, un grupo Comunista entregado a las ideas ultrajacobinas de Gracchus Babeuf (1760-1797). Entre los precursores directos del socialismo, Engels enumera, junto a los Jacobinos, también a los Anabaptistas, los “niveladores” de la Revolución Inglesa y los filósofos de la Ilustración en el siglo XVIII [18].

Los Anabaptistas representan la extrema izquierda de la Revolución Protestante, lo que el historiador George Hunston Williams (1914-2000) describió como la “Reforma radical”, opuesta a la “Reforma magisterial” de Lutero y Calvino [19]. En realidad, no se trataba de oposición sino de desarrollo: lo que caracteriza a todas las Revoluciones es que sus potencialidades están contenidas en el momento de su génesis, y los principios en que hunde sus raíces el Anabaptismo se originan en el ímpetu que Lutero, desde el principio, había impreso a su Revolución religiosa del siglo XVI.

El Profesor Plinio Corrêa de Oliveira (1908-1995) observó que: «como los cataclismos, las pasiones malvadas tienen un poder inmenso, pero sólo para destruir. En el primer instante de sus grandes explosiones, este poder ya tiene el potencial de toda la virulencia que se manifestará en sus peores excesos. En las primeras negaciones del Protestantismo, por ejemplo, los anarquistas anhelos del Comunismo ya estaban implícitos. Mientras que desde el punto de vista de sus formulaciones explícitas, Lutero no era más que Lutero, todas las tendencias, estado de alma e imponderables de la explosión Luterana ya traían consigo, auténtica y plenamente, aunque implícitamente, el espíritu de Voltaire y Robespierre, de Marx y Lenin» [20].

Necesitamos enfatizar un segundo punto aquí. Es cierto que «las ideas tienen consecuencias» [21], pero no todas las consecuencias son coherentes con las intenciones. Un filósofo Alemán, Wilhelm Wundt (1832-1920), acuñó la expresión «heterogonía de los fines» (Heterogonie der Zwecke) para describir las contradicciones que a menudo existen entre las intenciones del hombre y las consecuencias de sus acciones. Esta heterogonía de los fines es típica de todas las utopías que, al negar la realidad, están condenadas a ser contradichas por ella.

Lutero, por ejemplo, teorizó la sola fe negando cualquier valor a la razón humana. Sin embargo, al mismo tiempo, negó la autoridad de la Iglesia en nombre de la “Sola Scriptura”, interpretada conforme al principio del libre examen. Los Anabaptistas Italianos, que se conocen con el nombre de Socinianos porque siguen las ideas de los herejes de Siena, Lelio (1525-1562) y Fausto Socino (1539-1604), atribuyen un papel primario a la razón, demoliendo así los textos mismos de las Sagradas Escrituras con sus críticas.

El Socinianismo es una forma de Protestantismo radical […] un punto de paso entre las sectas religiosas de los tipos Anabaptistas en los siglos XVII y XVIII, junto con las sectas filosóficas de estructura Masónica del siglo XVIII. En el “templo laico” de las virtudes sociales –la Logia Masónica– se practicaba el culto de una nueva ética liberada de los lazos de todo dogma y moral religiosa [22].

[…]

En 1723, después de la fundación de la Gran Logia, un clérigo Presbiteriano –James Anderson– publicó las “Constituciones de los Francmasones”. Este trabajo fue reimpreso en Filadelfia en 1734 por Benjamín Franklin (1706-1790), quien fue elegido ese año Gran Maestre de los Masones en Pennsylvania. En diciembre de 1776, Franklin fue enviado a Francia como comisionado de los Estados Unidos. Durante su estancia en Francia, Benjamín Franklin fue activo como francmasón, sirviendo como Venerable Maestro de la Logia “Les Neufs Soeurs”. La fundación del Gran Oriente en 1773 marcó el comienzo de una nueva fase: una campaña política fuera de las logias. Los Francmasones controlaron las elecciones de Marzo-Abril de 1789 en Francia y se formó un bloque en el Tercer Estado que fue dirigido por la Masonería. Entre los asociados de la logia Francesa, estaba el Conde Mirabeau (1749-1791), antiguo embajador Francés en Berlín, orador y estadista, quien a principios de 1791 sería elegido presidente de la Asamblea Nacional.

El bibliotecario del Congreso, el historiador James H. Billington, escribe: «Mirabeau fue pionero en aplicar el lenguaje evocador de la religión tradicional a las nuevas instituciones políticas de la Francia Revolucionaria. En fecha tan temprana como el 10 de Mayo de 1789, escribió a los constituyentes, que lo habían elegido para el Tercer Estado, que el propósito de los Estados Generales no era reformar sino “regenerar” la nación. Posteriormente llamó a la Asamblea Nacional “el sacerdocio inviolable del orden público nacional”, a la Declaración de los Derechos del Hombre como “un evangelio político”, y a la Constitución de 1791 una nueva religión “por la cual el pueblo está dispuesto a morir”» [23].

[…]

La Revolución Rusa no surgió espontáneamente, sino que fue el resultado de un proceso que se remontaba mucho tiempo atrás. El teórico Comunista Antonio Gramsci (1891-1937) resume este proceso Revolucionario en la fórmula “filosofía de la praxis”. «La filosofía de la praxis es el punto culminante de todo este movimiento; (…) se corresponde con el nexo de la Reforma Protestante más la Revolución Francesa. Es una filosofía que es también política, y una política que es también filosofía» [24].


La Revolución traicionada

Sin embargo, una filosofía falsa, cuando está politizada, es decir, cuando se lleva a cabo en la praxis, siempre traiciona sus premisas. Sólo la verdad es coherente consigo misma. El error siempre es contradictorio. En este sentido, la Revolución sólo puede establecerse si se traiciona a sí misma. Como en toda Revolución, también la Revolución Comunista de Octubre fue una Revolución traicionada. El debate entre Stalin y Trotsky es elocuente. Trotsky acusa a Stalin de haber traicionado la Revolución. Stalin responde que la praxis, es decir la conquista y preservación del poder, demuestra la verdad de su pensamiento. Ambos tenían razón y ambos estaban equivocados. Aquellos que luchan contra la verdad, luchan contra ellos mismos.

Lo cierto es que en el siglo XX no hay otros crímenes comparables con los del Comunismo por el espacio temporal en que se extendió, por los territorios que abarcó, por la calidad del odio que podía segregar. Pero estos crímenes son consecuencia de errores. Después del colapso de la Unión Soviética estos errores eran como si hubiesen sido liberados del envoltorio que los contenía para propagarse como miasma ideológico sobre todo en Occidente bajo la forma de relativismo cultural y moral.

El relativismo hoy profesado y vivido en Occidente está enraizado en las teorías del materialismo y del evolucionismo Marxista; en otras palabras, en la negación de cualquier realidad espiritual y cualquier elemento estable y permanente en el hombre y la sociedad.

Antonio Gramsci es el teórico detrás de esta Revolución cultural que transforma la dictadura del proletariado en la dictadura del relativismo. La tarea del Comunismo, para Gramsci, es llevar a la gente a ese secularismo integral, que la Ilustración había reservado a una élite restringida. En el plano social, ese secularismo ateo se activa, según las palabras del comunista italiano, por medio de una «completa secularización de toda la vida y todas las costumbres relacionadas con ella», es decir, a través de una secularización absoluta de la vida social, que permitirá a la “praxis” Comunista extirpar en profundidad las raíces sociales de la religión. La nueva Europa sin raíces, que ha expulsado toda referencia al Cristianismo desde su Tratado fundacional, ha realizado completamente el plan Gramsciano para la secularización de la sociedad.

Tenemos que reconocer el hecho de que la profecía de Fátima, según la cual Rusia habría esparcido sus errores en todo el mundo, se ha cumplido. La caída de la Cortina de Hierro hizo que la difusión de estos errores fuera imparable. La descomposición del Comunismo a podrido a Occidente. El anticomunismo, por su parte, ha desaparecido porque «muy pocos han sido capaces de penetrar en la verdadera naturaleza del Comunismo», como Pio XI había advertido en “Divini Redemptoris”. Hoy en día, provoca casi vergüenza decir que se es anticomunista. Esta es la gran victoria del Comunismo: que ha caído sin derramar una gota de sangre, sin ser juzgado, sin ser objeto de una acusación ideológica que condenaría su memoria.

Vladimir Bukovsky, en su libro “El juicio de Moscú”, escribió: «Cualquier acontecimiento en nuestras vidas, aunque sea de poca importancia, está bajo el escrutinio de una u otra comisión. Especialmente si la gente ha sido asesinada. Un accidente de aviación, una desastre ferroviario, un accidente industrial, y los expertos argumentan, realizan análisis, tratan de determinar el grado de culpabilidad (…) incluso de los gobiernos, si tuvieran la menor conexión con lo ocurrido. (…) Sin embargo, aquí tenemos un conflicto (…) que afectó prácticamente a todos los países del mundo, costó millones de vidas y cientos de miles de millones de dólares y como se ha afirmado con tanta frecuencia casi provocó la destrucción global, sin que sea examinado por un solo país u organización internacional.

¿Es tan sorprendente que junto a nuestra voluntad de examinar cada accidente nos neguemos a investigar la mayor catástrofe de nuestro tiempo? Porque en lo profundo ya sabemos las conclusiones que tal investigación daría, como cualquier persona sana sabe muy bien cuando ha entrado en connivencia con el mal. Incluso si el intelecto provee excusas lógicas y aparentemente aceptables, la voz de la conciencia susurra que nuestra caída comenzó en el momento en que aceptamos la “coexistencia pacífica” con el mal» [25].

[…]

Los errores del Comunismo no sólo se han esparcido por todo el mundo, sino que han penetrado en el templo de Dios, como el humo de Satanás envolviendo y sofocando el Cuerpo Místico de Cristo. Desafortunadamente la Iglesia Católica ha promovido, y sigue promoviendo, esta “coexistencia pacífica” con el mal [26].


El Humo de Satanás en la Iglesia

Y no es solo esto. En Fátima, Nuestra Señora mostró a los tres pequeños pastores la aterradora visión del infierno donde van las almas de los pobres pecadores y le reveló a Jacinta que era el pecado contra la pureza lo que lleva a la mayoría de las almas al infierno. ¿Quién habría imaginado que cien años más tarde la profesión pública de la impureza se sumaría a la inmensa cantidad de pecados inmundos que se cometen bajo la forma de liberación sexual y de la introducción de las uniones extramaritales, incluso homosexuales, en las leyes de las más importantes naciones de Occidente?

[…]

En una de las “dubia” formuladas por los Cardenales al Papa, leemos: «Después de “Amoris Laetitia” (nº 301), ¿todavía es posible afirmar que una persona que vive habitualmente en contradicción con un mandamiento de la ley de Dios, como por ejemplo el que prohíbe el adulterio (cf. Mt 19, 3-9), se encuentra en una situación objetiva de pecado grave habitual?» [27].

El hecho de que hoy una duda de este tipo pueda ser presentada al Papa y a la Congregación para la Doctrina de la Fe, indica cuán grave y profunda es la crisis en que está inmersa la Iglesia.

El Cardenal Kasper y otros pastores y teólogos, han declarado que la Iglesia debe adaptar su mensaje evangélico a la praxis de los tiempos. Pero la primacía de la praxis sobre la doctrina es el corazón del Marxismo-Leninismo. Y si Marx afirmaba que la tarea de los filósofos no es conocer el mundo, sino transformarlo, hoy en día muchos teólogos y pastores sostienen que la tarea de los teólogos no es la de difundir la Verdad, sino de reinterpretarla en la praxis. No necesitamos entonces reformar los hábitos de los cristianos para llevarlos de vuelta a las enseñanzas del Evangelio, sino adaptar el Evangelio a la heteropraxis [práctica indebida] de los Cristianos.


«Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará»

El antídoto contra la dictadura del relativismo es la pureza doctrinal y moral del Inmaculado Corazón de María. Será Nuestra Señora, y no los hombres, quien destruya los errores que nos amenazan. El Cielo, sin embargo, ha pedido a la humanidad una colaboración concreta.

Nuestra Señora afirma que las condiciones para evitar el castigo son: un acto público y solemne de consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón realizado por el Papa en unión con todos los Obispos del mundo, y la práctica de la Comunión reparadora los primeros Sábado de mes.

El Concilio Ecuménico Vaticano II habría sido una gran oportunidad para cumplir las peticiones de Nuestra Señora. En 1965, 510 Arzobispos y Obispos de 78 países firmaron una petición en la que pidieron al Papa, en unión con los Padres Conciliares, consagrar el mundo entero al Inmaculado Corazón de María, y de manera especial Rusia y las otras naciones dominadas por el Comunismo. Sin embargo, Pablo VI no prestó atención a la petición.

Pío XII y Juan Pablo II hicieron actos parciales de consagración a Rusia o al mundo, que dieron sus frutos y no dejaron de tener efectos, pero fueron incompletos. 

Benedicto XVI, el 12 de mayo de 2010, en la Capilla de las Apariciones elevó una oración de consagración a Nuestra Señora pidiendo la liberación “de todo peligro que nos amenace”. Pero este acto también fue incompleto.

[…]

Hoy la consagración de Rusia todavía no se ha hecho; la práctica de la Comunión reparadora no está extendida; y sobre todo en la atmósfera en la que estamos inmersos reina un espíritu de hedonismo degenerado, de satisfacción de todo placer y deseo, fuera de las leyes morales. ¿Quién podría decir, entonces, que la profecía de Fátima se ha cumplido y que los grandes acontecimientos anunciados por Nuestra Señora en 1917 quedaron en el pasado? [28].

Nuestra Señora, en Fátima, no solo pidió a la Jerarquía de la Iglesia actos públicos. Junto a esas acciones, que son necesarias, tiene que haber un profundo espíritu de conversión interior y penitencia, como nos recuerda el Tercer Secreto en la triple llamada del Ángel para que se haga penitencia.

Penitencia significa ante todo arrepentimiento, un espíritu de contrición, que nos haga conscientes de la gravedad de los pecados cometidos por nosotros y por los demás y que nos mueva a detestar esos pecados con todo nuestro corazón. Penitencia significa una revisión doctrinal y moral de todos los errores adoptados en el siglo pasado por la sociedad Occidental. El mensaje de Fátima nos recuerda explícitamente que la alternativa a la penitencia es un castigo aterrador que amenaza a la humanidad.

Para que el mundo evite este castigo debe cambiar su espíritu. Pero no podrá hacerlo si no reconoce la enormidad de los pecados cometidos, empezando por la inclusión de los asesinatos masivos y las uniones homosexuales en las leyes. En ambos casos se trata de pecados directamente contra Dios, Creador de la naturaleza: pecados que, como lo enseña el Catecismo, claman al Cielo por venganza. En otras palabras, se hacen acreedores de un gran castigo.

Sin arrepentimiento el castigo no se puede evitar. Sin referencia a este castigo, el mensaje de Fátima se vacía de su profundo significado.

Penitencia significa arrepentimiento; penitencia significa aversión y odio por el pecado: el odio por el pecado nos debe impulsar a luchar contra él y, cuando el pecado es público, debe impulsarnos a actuar públicamente, para combatir las raíces y las consecuencias del mal en la sociedad. Para ello, la llamada a la penitencia en el mensaje de Fátima es también un llamado a combatir los errores que corrompen a toda la sociedad actual.

El mensaje de Fátima no es sólo un mensaje anticomunista: es también un mensaje antiliberal y antiluterano, puesto que los errores de Rusia descienden de los errores de la Revolución Francesa y del Protestantismo. Son los errores de la Revolución Anticristiana, a la que se opone la Contrarrevolución Católica. Como dijo el Conde De Maistre, no se trata de una Revolución en sentido opuesto, sino que es lo opuesto a la Revolución en todos sus aspectos políticos, culturales y religiosos [29].

Fátima se opone directamente a 1917, 1717 y 1517. No celebraremos ninguna de estas fechas.

Permítanme recordar una revelación de Nuestra Señora en Fátima que hemos aprendido hace sólo unos pocos años. Exactamente en 2013, cuando el Carmelo de Coimbra publicó el volumen “Um caminho sob o olhar de Maria” (“Un camino bajo la mirada de María”).

Alrededor de las cuatro de la tarde del 3 de enero de 1944, en la Capilla del Convento de Tuy, frente al Tabernáculo, Nuestra Señora instó a Sor Lucía a escribir el texto del Tercer Secreto. Y Sor Lucía lo cuenta con estas palabras: «Sentí mi espíritu inundado por un misterio de luz que es Dios, y en Él vi y oí la punta de una lanza –como una llama que se desprende– tocar el eje de la Tierra y estremecerse: montañas, ciudades, pueblos y aldeas con sus habitantes son sepultados. El mar, los ríos y las nubes exceden sus límites, inundando y arrastrando consigo en un remolino, casas y personas en un número que no puede ser contado; es la purificación del mundo por el pecado en el que está inmerso. El odio, la ambición, provocan la guerra destructora. Después sentí mi corazón palpitar y en mi espíritu sentí una voz suave que decía: “En el tiempo, una sola fe, un solo bautismo, una sola Iglesia Santa, Católica y Apostólica. En la eternidad, ¡el Cielo!”. Esta palabra “Cielo” llenó mi corazón de paz y felicidad de tal manera que, casi sin darme cuenta de ello, quedé repitiendo durante mucho tiempo: ¡El Cielo, el Cielo!» [30].

Nuestra Señora nos recuerda que un terrible castigo amenaza a la humanidad y que la profesión de la fe Católica en su totalidad es necesaria en la era dramática que vivimos. Una sola Fe, un solo Bautismo y una sola Iglesia. No necesitamos entonces abandonar la Iglesia, sino volver a Ella y vivir y morir en Ella, ya que fuera de la Iglesia no hay salvación. Fuera de sus puertas no hay más que el inconsolable abismo del infierno. La alternativa sigue siendo o el Cielo o el Infierno, de cada uno de los cuales tenemos una degustación previa en esta tierra. El infierno para las naciones es: una sociedad atea, anarquista, igualitaria. El Paraíso para las naciones es: una Civilización Cristiana austera, jerárquica, sagrada.

Conquistamos el Cielo en la tierra luchando en defensa de la Iglesia verdadera, tan a menudo abandonada por los propios clérigos.

Y la exclamación final de: «¡El Cielo, el Cielo!» parece referirse a la dramática elección entre el Cielo, el lugar donde las almas que se salvan alcanzan la felicidad eterna, y el infierno, el lugar donde los condenados sufren por toda la eternidad.

Los que quieren escapar a la muerte, en el tiempo y en la eternidad, sólo tienen un camino: luchar contra los desórdenes del mundo moderno, para afirmar, en sus vidas y en la sociedad, los principios perennes del Orden Natural y Cristiano. Este fue el camino elegido por muchos santos que deberían ser nuestros modelos, como San Maximiliano Kolbe (1894-1941).

El 17 de octubre de 1917, en vísperas de la Revolución Rusa y sin saber nada de las apariciones de Fátima, el joven Franciscano Polaco fundó la “Milicia de la Inmaculada” para combatir la Masonería que celebraba el 200 aniversario de la constitución de la Gran Logia de Londres con blasfemos desfiles por las calles de Roma. San Maximiliano Kolbe es uno de los santos que profetizaron el Triunfo del Inmaculado Corazón de María.

El Triunfo del Inmaculado Corazón de María, que es también el Reino de María anunciado por muchas almas privilegiadas, no es otra cosa que el triunfo en la historia del Orden Natural y Cristiano, preservado por la Iglesia. Nuestra Señora anunció este triunfo como el resultado final de una larga prueba, de días trágicos de penitencia y lucha, pero también de una inmensa confianza en Su promesa.

Volvamos a Ella entonces, en este centenario de Sus apariciones, pidiéndole a Ella que ahora se apresure a hacer de nosotros sus instrumentos, en nuestro tiempo, de Su victoria contra la Revolución: “super Revolutionem victoria in diebus nostris” (“La victoria sobre la Revolución en nuestros días”), que equivale a decir:

Al final, su Inmaculado Corazón triunfará.




_______

Notas:
[1] [Nota del Centro Pieper: Cf. Joseph Lortz, Vida de Martín Lutero y Principales Acontecimientos de la Reforma en Alemania, http://centropieper.blogspot.com.ar/2009/05/vida-de-martin-lutero-y-principales.html; P. José María Iraburu, Lutero, Gran Hereje, http://centropieper.blogspot.com.ar/2015/09/lutero-gran-hereje-p-jose-maria-iraburu.html; Plinio Corrêa de Oliveira, La Imposible Rehabilitación de Lutero. Enemigo Encarnizado de la Fe Verdadera, http://fraternidadvidanueva.blogspot.com.ar/2016/11/la-imposible-rehabilitacion-de-lutero.html]. 

[2] [Nota del Centro Pieper: Cf. P. Juan Manuel Rodríguez de la Rosa, La Iglesia Católica es la Iglesia que Condena a Lutero, http://multiespacioelcamino.blogspot.com.ar/2016/11/la-iglesia-catolica-es-la-iglesia-que.html].

[3] [Nota del Centro Pieper: Cf. León XIII, Humanum Genus: Carta Encíclica sobre la Masonería, http://multiespacioelcamino.blogspot.com.ar/2011/01/humanum-genus-sobre-la-masoneria-leon.html; Conferencia Episcopal Argentina, Declaración sobre la Masonería, http://multiespacioelcamino.blogspot.com.ar/2011/03/declaracion-del-episcopado-argentino.html (este Documento lleva la firma de Mons. Enrique Rau, primer Obispo de Mar del Plata); para los que afirman equivocadamente que la Masonería ya no tiene pena de excomunión en el Nuevo Código de Derecho Canónico, ver: Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración sobre la Masonería (26 Noviembre 1983), http://multiespacioelcamino.blogspot.com.ar/2009/03/declaracion-sobre-la-masoneria.html; P. Alfredo Sáenz, La Masonería y la Iglesia: Dos Visiones del Orden Mundial [Video], http://centropieper.blogspot.com.ar/2014/04/la-masoneria-y-la-iglesia-dos-visiones.html]. 

[4] [Nota del Centro Pieper: Cf. P. Alfredo Sáenz, La Revolución Francesa [Audio], http://centropieper.blogspot.com.ar/2009/07/la-revolucion-francesa-alfredo-saenz.html; P. Alfredo Sáenz, Voltaire y Rousseau. Ideólogos de la Revolución Francesa, http://centropieper.blogspot.com.ar/2009/06/la-revolucion-francesa-alfredo-saenz.html; sobre el intento, en nuestra Argentina, de relacionar esta Revolución con la Semana de Mayo de 1810, ver: Federico Gastón Addisi, Revolución de Mayo vs Revolución Francesa, http://centropieper.blogspot.com.ar/2010/05/revolucion-de-mayo-vs-revolucion.html].

[5] [Nota del Centro Pieper: Preferimos no hablar de Revolución “Rusa” sino “Soviética”, siguiendo en esto al Padre Sáenz, pues se trata de una traición al espíritu Ruso. Cf. P. Alfredo Sáenz, Octubre Rojo [Audio], http://centropieper.blogspot.com.ar/2017/04/octubre-rojo-audio-p-alfredo-saenz.html; para tener una idea global de Antonio Gramsci, el teórico comunista italiano más influyente de nuestro tiempo, recomendamos: P. Alfredo Sáenz, Antonio Gramsci, http://centropieper.blogspot.com.ar/2010/08/antonio-gramsci-alfredo-saenz.html].

[6] [Nota del Centro Pieper: P. Julio Meinvielle, La Civilización Cristiana y la Revolución Anticristiana, http://centropieper.blogspot.com.ar/2015/09/la-civilizacion-cristiana-y-la.html; Por esto, es comprensible que no se puede ser verdadero “Cristiano” y “Revolucionario” al mismo tiempo: cf. P. Julio Meinvielle, Ciudad Católica y Revolución, http://centropieper.blogspot.com.ar/2017/04/ciudad-catolica-y-revolucion-p-julio.html].

[7] Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, c. 174, a. 6 ad 3.

[8] Robert Conquest, Reflections on a ravaged Century, W. W. Norton & Company, New York 2001.

[9] Benedicto XV, Carta del 1º de agosto de 1917, en AAS IX (1917), págs. 421-423.

[10] Ferenc Fejtö, Requiem pour un empire défunt, Lieu Commun, Paris 1988, págs. 308, 311.

[11] Alexander Solzhenitsyn, Lenin in Zurich, Book Club Associates, London 1976.

[12] Anthony Sutton, Wall Street and the Bolshevik Revolution, Arlington House, New Rochelle 1974, pág. 22.

[13] Anthony Sutton, op. cit., pág. 25.

[14] Anthony Sutton, op. cit., págs. 86-88.

[15] John Reed, Ten Days that Shook the World, Boni and Liveright, New York 1919, pág. 112.

[16] “Tesi su Feuerbach”, tr. it. in Feuerbach-Marx-Engels, Materialismo dialettico e materialismo storico, a cura di Cornelio Fabro, La Scuola, Brescia 1962, págs. 81-86. [Nota del Centro Pieper: Cf. Carlos Daniel Lasa, Augusto del Noce: una Interpretación Transpolítica de la Historia Contemporánea, http://centropieper.blogspot.com.ar/2010/04/augusto-del-noce-una-interpretacion.html]. 

[17] Martins dos Reis, O Milagre do Sol e o Segredo de Fátima, Ed. Salesianas, Porto 1966.

[18] Frederick Engels, The Development of Socialism. From Utopia to Science, 1878, tr. it. Editori Riuniti, Roma 1958, págs. 15-17.

[19] George H. Williams, The Radical Reformation, Westminster Press, Philadelphia 1962.

[20] Plinio Correa de Oliveira, Revolución y contrarrevolución, Editorial Fernando III el Santo, Bilbao 1978, págs. 51-52.

[21] Richard M. Weaver, Ideas have consequences, The University of Chicago Press, Chicago & London 2013.

[22] [Nota del Centro Pieper: Cf. P. Aníbal A. Rottjer, Objeto y Acción de la Masonería, http://centropieper.blogspot.com.ar/2012/09/objeto-y-accion-de-la-masoneria-anibal.html; P. Santiago Martin, Catolicismo y Masonería, http://centropieper.blogspot.com.ar/2012/09/catolicismo-y-masoneria-p-santiago.html].

[23] James H. Billington, Fire in the Minds of Men: Origins of the Revolutionary Faith, Basic Books 1980, págs. 19-20.

[24] Antonio Gramsci, Quaderni dal Carcere, Edizione critica dell’Istituto Gramsci, de Valentino Gerratana, Einaudi, Torino 1975, vol. III, pág. 1860.

[25] Vladimir Bukovsky, Gli archivi segreti di Mosca, tr. it., Spirali, Milán 1999, págs. 62, 65.

[26] [Nota del Centro Pieper: Cf. Dietrich Von Hildebrand, El Letargo de los Guardianes de la Fe, http://centropieper.blogspot.com.ar/2016/12/el-letargo-de-los-guardianes-de-la-fe.html; Cardenal Joseph Ratzinger, Adultos en la Fe [Incluye Video], http://fraternidadvidanueva.blogspot.com.ar/2016/01/adultos-en-la-fe-incluye-video-cardenal.html]. 

[27] [Nota del Centro Pieper: Cf. P. Jorge González Guadalix, Cardenales que van de frente, Cardenales que conspiran de espaldas, http://multiespacioelcamino.blogspot.com.ar/2016/11/cardenales-que-van-de-frente-cardenales.html]. 

[28] [Nota del Centro Pieper: Cf. Cardenal Joseph Ratzinger, Sobre el Tercer Secreto de Fátima [Incluye Video], http://multiespacioelcamino.blogspot.com.ar/2017/04/sobre-el-tercer-secreto-de-fatima.html]. 

[29] Joseph de Maistre, Considérations sur la France, cap. X, 3, en Euvres complètes, Vitte, Lyon-Paris 1924, t. I, pág. 157.

[30] Carmelo de Coimbra, Um Caminho sob o olhar de Maria, Ediçoes Carmelo, Coimbra 2012, pág. 267.



Fuentes:



*   *   *


Fátima y las Tres Revoluciones
[Extracto]
Roberto de Mattei




*   *   *



Este texto del Profesor Roberto de Mattei -publicado por el Centro Pieper de Mar del Plata, Argentina, en traducción de Cristian Rodríguez Iglesias- fue reproducido en su página web personal:
http://www.robertodemattei.it/es/2017/05/05/fatima-y-las-tres-revoluciones/





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